El destino quiso que tres matadores sevillanos se juntaran en el primer festejo de la Feria de San Ignacio. Y los tres, como el resto de la plaza, guardaron un respetuoso minuto de silencio en memoria del maestro Camino, figura universal, torero de muchos sitios y, por supuesto, torero del Norte. Vista Alegre y el añorado Chofre lo vieron triunfar con rotunda asiduidad. También la bombonera azpeitiarra, que ayer abrió su feria con cartel de ‘No hay billetes’ en la taquilla y suceso en el ruedo, una triple puerta grande, un hito nada habitual en este coso.La más rotunda de todas, sin duda, la de Morante. Quiso el cigarrero homenajear al Niño Sabio de Camas, y lo hizo toreando. Toreando de manera superlativa. No pudo ni estirarse con el animal que abrió feria, bajo y fino, pero que llegó sin vida al último tercio. El cuarto, en cambio, más terciado y de menos remate, tuvo raza y motor. Salió con pies y celo y el de La Puebla lo lanceó sin rectificar terreno. Con garbo y compás. Pero fue con la muleta donde el genio se explayó con más rotundidad. Hubo torería en el inicio por alto, parsimonia en las formas, naturalidad en los cites, en las entradas, en las salidas de la cara del toro, pero, sobre todo, hubo ajuste. Porque Morante se pasó veinte veces por la faja al de Loreto Charro. La última serie, con el toro ya sometido, reduciendo la embestida, fue de auténtica locura. Este toro y esta lidia prendieron la mecha de una tarde que hasta entonces ni había terminado de romper. Porque Luque, que había hecho méritos en el segundo, se dejó el premio en la espada. Animal bajo y recogido, lo saludó el de Gerena a pies juntos de modo brillante. Arrancó la música luego de dos series con la mano derecha, pero fue con la zurda por donde la faena creció en dos tandas de trazo relajado y figura erguida, antes de que la espada arruinara el trabajo. El castaño quinto tuvo más cuajo y menos fuerza. Luque calibró a la perfección distancia y altura en una obra que llegó al tendido porque el torero puso la fibra y la chispa de la que careció su enemigo. El arrimón final, las mondeñinas de cierre y una estocada de rápido efecto hicieron el resto. Noticia Relacionada estandar Si Reapareció Morante y el mundo volvió a soñar: todo era posible Rosario Pérez Tarde de inmensa torería del genio del arte y por la puerta grande con Enrique Ponce -en su despedida de Santander-No se quedó atrás Juan Ortega, que aunque le faltó continuidad en el toreo fundamental con el buen tercero, salió en hombros junto a sus compañeros después de cortarle las orejas al sexto. Le sobró nobleza, pero careció de pujanza el ejemplar salmantino, y el torero de Triana, que ya levantó al público en una media eterna para cerrar un quite, lo bordó luego en los remates y, sobre todo, en los interminables cambios de mano con los que abrochó cada serie. Se fue detrás de la espada, dobló el toro y como Puerta, Camino y El Viti tantas veces en los sesenta, Morante, Luque y Ortega abandonaron el coso por la puerta grande. No hubo tributo mejor al maestro de Camas, que desde las alturas, seguro, disfrutaría con el arte de sus paisanos.San Ignacio Coso de Azpeitia. Miércoles, 31 de julio. Primera de feria. ‘No hay billetes’. Toros de Loreto Charro, de armónicas hechuras, nobles y de buen juego en general; algunos justos de raza; el parado 1º fue el de menos opciones. Morante de la Puebla, de negro y plata: cuatro pinchazos y estocada desprendida (silencio); estocada (dos orejas). Daniel Luque, de canela e hilo blanco: estocada corta y tres descabellos (ovación tras aviso); estocada desprendida (dos orejas). Juan Ortega, de verde pino y oro: pinchazo, otro hondo y descabello (ovación tras aviso); estocada (dos orejas). Se guardó un minuto de silencio en memoria de Paco Camino.
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