El fin de la Iglesia clerical

Home People El fin de la Iglesia clerical
El fin de la Iglesia clerical

A la larga, uno de los mensajes más claros del Sínodo sobre la sinodalidad, que se celebrará en su segunda vuelta después del verano, es el de que el modelo de la Iglesia clerical está llegando a su fin. La Iglesia clerical genera, a pie de calle, clericalismo. Tengo dudas de que, exceptuando los primeros tiempos apostólicos, haya existido una Iglesia que no sea clerical en el peor sentido del término. Es posible que antes del emperador Constantino el Grande (s. IV) la comunidad eclesial no fuera clerical, que no hay que confundir con ministerial. Para que se dé la «desclericalización» de la Iglesia no es necesario revolucionar la estructura jerárquica, ni poner patas arriba el sacerdocio, ni convertir a los fieles laicos, incluidas las mujeres, en sucedáneos de los curas. Para acabar con la Iglesia clerical, y con el clericalismo, es necesaria una práctica de las relaciones dentro de la vida eclesial que se ajuste a la vocación misionera del Pueblo de Dios. Relaciones, añado, que deben madurar también en la forma de ejercer el gobierno. Si por clericalismo entendemos la influencia excesiva del clero en los asuntos políticos, la intervención del clero en la vida de la Iglesia que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios y una marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices, seguimos en una Iglesia clerical. Atentos a los que también utilizan la sinodalidad para afianzar sus prebendas. Fue famosa la apreciación que Salvador de Madariaga hizo en su libro «España. Ensayo de Historia contemporánea» sobre el clericalismo. Allí escribió que «sería difícil hallar una nación en donde el clericalismo sea un enemigo rígido de toda transacción razonable con el espíritu del tiempo que en la España contemporánea». Para Madariaga, la historia del siglo XIX en España «habría sido mucho más tranquila y rica en resultados si la evolución del pueblo español se hubiera hecho en ausencia de todo clericalismo». Víctor Hugo maldecía el clericalismo, pero bendecía a la Iglesia, que es santa, «a la cual el clericalismo llama madre y explota como sierva».

Leave a Reply

Your email address will not be published.