Sonsoles Ónega: «No hay que pedir perdón por ser como se es ni por escribir novelas»

Home People Sonsoles Ónega: «No hay que pedir perdón por ser como se es ni por escribir novelas»
Sonsoles Ónega: «No hay que pedir perdón por ser como se es ni por escribir novelas»

Periodista, presentadora y escritora. Ganadora del premio Fernando Lara en 2017 y del premio Planeta en 2023 por su novela ‘La hija de la criada’, Sonsoles Ónega llega al verano con dos temporadas —y las que faltan— de su magazín de actualidad ‘Y ahora Sonsoles’, que se emite de lunes a viernes en Antena 3, y con el mundo ya puesto por montera. A la periodista le da igual lo que digan la crítica y los críticos de sus novelas o sus competidores acerca de su programa. Que corra el aire. A golpe de abanico y lo que haga falta. ¡Al fin, verano! ¿Qué ha sido lo más asfixiante de este ‘curso académico’?Mantenerse. Es más duro mantenerse que llegar, porque te obliga todos los días a mantener un nivel de exigencia brutal.Su año ha traído de todo. ¡Hasta un premio Planeta!Se han juntado dos grandísimos retos profesionales a la vez. El premio y la televisión. No he cancelado nada. Pero ha sido difícil, porque la tele es mi rutina profesional y es el medio en el que me he criado, pero el premio me ha demostrado que mis fuerzas son limitadas y que mi resistencia también.¿Se descubrió mortal?Totalmente.¿Siempre ha conjugado ambos medios?Cuando publiqué mi primera novela, estaba en CNN Plus. La segunda también e incluso las demás. Aunque eran jornadas muy largas, no es lo mismo hacer un directo para Pedro Piqueras de 45 segundos, que dos horas de exposición diarias. Tienes 120 minutos, es decir, 120 opciones de equivocarte. Y eso me ha generado mucha tensión. Eso, para alguien que está muy encima de los contenidos, muy encima del guion, es un plus de inseguridad, que también de alguna manera somatizas. Delegar es una opciónPor supuesto. Me gusta mucho delegar, tengo un equipazo, además. La tele es muy coral, así que todo tiene que funcionar. La literatura es más solitaria, depende solo de ti. Periodistas, ¿la ficción os hará libres?Puedes escribir donde quieras y cuando quieras con la rutina que tú establezcas y cumpliendo con los plazos que tú te des. Si te equivocas, te equivocas tú. Si lo haces bien, lo haces bien tú. Siempre he escrito cuando he podido. Y además, lo he dicho alguna vez y casi te lo cuento como desahogo: cometí el error, pero no era más que un retrato de mi verdad, de decir que esta novela, Las hijas de la criada, se había escrito en camerinos. Me dieron fuerte por eso. Se entendió como una frivolidad. Pero, claro, es que es mi realidad. ¿Hay un castigo implícito para aquellos periodistas que pasan a la ficción? ¿Se sintió penalizada por la crítica?Fue una penalización muy salvaje, muy agresiva. No creo que fueran tan duros por ser mujer, aunque estoy segura de que a un compañero en mis mismas circunstancias, hombre, no le hubieran dado con esa virulencia, pero la verdad que me da igual. Es curioso, hay veces que se confeccionan conclusiones o se escriben hojas de ruta que a mí no me constan. ¿Sabes lo que te digo? No entiendo a qué se refierePues que al igual que no he diseñado mi carrera periodística en absoluto, porque hasta físicamente no soy un prototipo de presentadora de televisión, con la literatura ha sido igual. Nada de lo que he obtenido ha sido por un golpe de suerte. He sabido aprovechar cada oportunidad como si fuera una perra con hambre. Nunca he pensado, y menos con 46 años, ‘voy a ver si gano el Planeta’, es que no estaban mis cálculos. Mis jefes supremos no tenían ni idea de que yo ganaría el premio. ¿Y la promoción? ¿Cómo consiguió tiempo para viajar a Argentina?Diseñamos eso después de muchísimo tiempo, porque aquí no me dejaban faltar, y al final decidimos que me iba al Puente de Mayo, que casualidad, que coincidió el Puente de Mayo, que era la feria en Buenos Aires. Hice el programa el lunes, me cogí un avión esa noche para poder arrancar la semana¿Se ha planteado dejar la televisión?  No. Porque me lo paso muy bien. Es muy esclava, ¿eh? Y muy heavy. Aquí llego a las once y media, pero mi equipo llega a las diez. Por supuesto. De diez a diez. A pesar de eso, consigo escribir. Me llevo el borrador en el Ipad y corrijo, releo. En un camerino, sí, en un camerino, lamento que no sea una celda.¿Qué consecuencias ha tenido?Por una parte está el desdoblamiento de mi vida, o sea, que hacía gira por la mañana y llegaba aquí por la tarde y se me olvidaba lo que había hecho por la mañana. Eso me permitió mantenerme con los pies en la tierra. No quiero que el premio me paralice, porque si no, no escribiré. Cuanto más arriba estás más miseria ves. Se vive mucho mejor con los pies en la tierra o a ras de acera.¿A la tele la estamos diagnosticando la muerte de forma prematura?  En la pandemia se produjo un momento pletórico para los libros y para la televisión. Creo que los libros han conseguido mantener esa inercia, a la tele le ha costado algo más. Pero es que la tele sigue siendo un gran instrumento para consolar soledades, igual que la literatura, pero la tele sigue siendo gratis. No todo el mundo se puede pagar una plataforma. Creo, desde luego, si algo tiene futuro es la televisión en directo y la informativa, claro. Cada vez que hay evento importante de lo que sea, político, social, cultural acaso menos, la tele repunta. Sigue siendo un grandísimo altavoz. ¿Es normativa la belleza televisiva? ¿Se siente cómoda o le da igual?Cuido mi imagen, mi pelo claro, porque me gusta tener un sello y ser reconocible. Pero más allá de eso me da igual. Yo no estoy en los cánones televisivos. Lo tengo asumido. Eso sí, no presento sin tacones. Dentro metro 56 me gusta verme bien. ¿Y en los cánones literarios entra?Supongo que tampoco. No escribo en revistas literarias, no doy clases en la universidad, no doy conferencias literarias…¿Cuál es el recuerdo más temprano que tiene del verano? ¿Del verano?  Tengo uno muy caluroso, en un pequeño pueblo de Valencia donde íbamos con mi abuela Sole. Y ahí nos mandaban en julio, porque en agosto íbamos a Lugo con mi madre y mi madre. Y recuerdo los veranos más deliciosos de mi vida, buscando babosas, bajando al riachuelo, que a veces baja bien caudaloso en invierno, con mi abuela, con mi otra abuela Angelita.¿Cuándo es verano para Sonsoles Ónega?Cuando me despiertan los pájaros, a eso de las siete, y ya no puedo dormir.¿El libro más impactante de sus veranos adolescentes?’Cien Años de Soledad’. Recuerdo perfectamente haber estado leyéndola y decir, ostras, ¿qué es esto?¿A qué personaje público le insistirías para que escribiera una novela?  Me gustaría que mi padre escribiera una novela. Nunca ha escrito ficción Y lo haría muy bien… (Sonsoles Ónega hace una pausa) Es que ya voy con miedo. No digas esto, no digas lo otro. Pero bueno, no creo que uno tenga que pedir perdón por decir las cosas que siente. Ni por ser como es, ni por escribir las novelas que escribe, ni por un carajo. El problema lo tienen los demás.

Leave a Reply

Your email address will not be published.