Un silencio inundó España cuando Carolina Marín se echó al suelo del pabellón de la Porte de la Chapelle en el partido de semifinales. La misma rodilla que le falló en 2019 le arrebató el oro que buscaba en París a tan solo once puntos de conseguir la plaza para la final en bádminton femenino. Las dudas sobre su futuro asomaron tras conocer el alcance de la lesión (rotura del ligamento anterior y de dos meniscos) y ahora es la misma las que las siembra: « No sé si volveré a coger una raqueta ». «Necesito aire, respirar. No sé que va a pasar », tranquiliza la onubense. Ahora tiene por delante una etapa muy dura en la que tendrá que valorar cómo quedará esa rodilla y si continuar o no, con todas las consecuencias de una tercera lesión tan complicada como amarga emocionalmente.La onubense abandonó de la manera más dramática la cita olímpica el pasado 4 de agosto: retirándose de la semifinal por lesión, sin poder jugar el partido por el bronce y eligiendo el billete más temprano de vuelta a Madrid . Sus lágrimas y su llanto fueron compartidos por todos los españoles.Su vuelta tan repentina a la capital española, a la mañana siguiente de lo ocurrido, no presagiaba buenas noticias. Y así fue. Apenas unas horas después de aterrizar se confirmó el parte médico: se había roto el ligamento cruzado y los meniscos de la rodilla derecha . «Es el golpe más duro de mi carrera», declara en dicho vídeo.Su entrenador, Fernando Rivas , fue el encargado más de consolar a Marín cuando, en un intento de devolver el volante en la red contra la china, su rodilla se resintió: «Carolina Marín me ha mirado y me ha dicho ‘me he roto’. No se merecía terminar así» , declaro visiblemente desbastado por el final de su pupila en los Juegos. Fue el primero que entonó palabras de una posible despedida de Carolina: «Lo que me ha dicho luego es que no es justo, que no quería acabar su carrera así . Carolina se merecía acabar unos Juegos Olímpicos gane o pierda, pero disputándolos».No es la primera vez que una lesión le deja sin Juegos. El origen de su mala suerte con sus lesiones empezó en 2019. Tras el oro de Brasil 2016 la meta la enfocó a la reválida en la capital nipona. Sin embargo, se lo impidió la misma rodilla que le ha alejado sin opciones de ser la más veterana en colgarse una presea.
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