Moderados por fuera, izquierdistas por dentro: las dos almas de la dupla Harris-Walz

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Moderados por fuera, izquierdistas por dentro: las dos almas de la dupla Harris-Walz

Energía, euforia, entusiasmo. Pabellones abarrotados, ejércitos de nuevos voluntarios. Discursos idealistas con ecos a Barack Obama y mucho dinero en las arcas con donaciones millonarias. Con la renuncia de Joe Biden a su candidatura, el Partido Demócrata se ha sacudido la depresión que provocaba tener al frente a un líder frágil y envejecido.La candidatura a la presidencia de su sustituta, Kamala Harris , vive una luna de miel. Y busca alargarla al máximo con una estrategia que abraza lo emocional y arrincona lo sustancial. Una campaña de seducción del electorado demócrata -y más allá- con sonrisas y optimismo, y menos centrada en la política, en qué versión de la agenda demócrata abrazará la actual vicepresidenta de EE.UU. si llega a la Casa Blanca. No es casualidad que Harris no haya tenido apenas exposición a los medios, que no haya ofrecido ninguna rueda de prensa y que no piense en dar ninguna entrevista hasta finales de este mes.«Pero el invierno llega», dice la canción. Y Harris y su campaña tendrán que mostrar con claridad sus cartas políticas. ¿Es la fiscal general de California, el brazo duro de la ley, implacable con su traje de chaqueta, que proyecta moderación? ¿O es la senadora con el historial más progresista de la Cámara Alta, que se entregó a la ideología izquierdista en las primarias demócratas -con resultado desastroso- de 2020?Noticia Relacionada reportaje Si Kamala Harris no quiere preguntas incómodas: así evita a la prensa Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York La candidata demócrata no concederá entrevistas hasta finales de agosto como pronto. Sus asesores piensan que su pasado político puede comprometerlaDonald Trump y sus aliados se han lanzado a calificarla como lo segundo: «progresista peligrosa», «la vicepresidenta más incompetente, impopular e izquierdista de la historia», «una progre de las grandes ligas»… La campaña de la alegría de Harris y la inestimable ayuda de Trump -más centrado en ataques personales que en alertar sobre el historial «extremista» de Harris- han neutralizado por ahora el intento republicano de retratarla como «radical».Para ganar la elección, tanto Harris como Trump necesitan dos cosas, escribía hace unos días el estratega republicano Karl Rove: movilizar a las bases del partido y conquistar a los independientes y moderados. El primer objetivo es más sencillo y quizá la ‘campaña de la sonrisa’ de los demócratas esté entusiasmando a los suyos (Trump tiene ese flanco más que cubierto, sobre todo tras el intento de asesinato ). La segunda tarea, seducir a indecisos-en especial, los de la media docena de estados decisivos-, es más decisiva y difícil.La primera gran pista que ha ofrecido Harris al respecto no invita al optimismo para los demócratas que creen que el camino a la victoria es la moderación: la elección como candidato a vicepresidente de Tim Walz , el gobernador de Minnesota. Según un editorial de ‘The Washington Post’, un periódido poco sospechoso de ir contra los demócratas, la decisión supone «una fuerte dificultad para que Harris convenza a los que están en el medio de que su campaña busca atraerlos, tanto con el tono como con la sustancia».Walz, como Harris, tiene dos almas. Por fuera, se muestra como un ciudadano común, alejado de las elites demócratas de las costas. Criado en la Nebraska rural, veterano del ejército, profesor de instituto, cazador, que se presenta en público con camiseta y gorra de camuflaje, diputado en su día por un distrito que se inclinaba hacia los republicanos… Pero, como gobernador, ha impulsado una agenda izquierdista de forma indisimulada, «con el fervor del converso», decía ese editorial: llevó a la constitución estatal el derecho al aborto, protegió los tratamientos médicos para la comunidad ‘trans’, permitió a los inmigrantes indocumentados la obtención del carné de conducir, impuso ‘emisiones cero’ para 2040, amplió los beneficios fiscales por hijos, aprobó el desayuno y almuerzo gratis para todos los niños en los colegios, endureció los controles para el acceso a las armas y disparó un 40% el presupuesto estatal.Domar al sector izquierdistaDe los seis candidatos finalistas que barajó Harris para su ‘ticket presidencial’, Walz tenía el historial más progresista. La elección puede servir para domar al sector izquierdista del partido, que, aunque tiene poco peso, se hace escuchar mucho. Sobre todo, en un momento en el que Harris no quiere que las protestas de esos sectores por la gestión de la Administración Biden-Harris de la guerra en Gaza haga descarrilar sus opciones (eso no impide que en la convención del partido, que arranca la semana que viene en Chicago, se esperen muchas protestas). Pero quizá no sirva para el objetivo más decisivo. La tarea de Harris es «ganarse a los votantes a quienes no les gusta Trump, pero les preocupa que Harris sea demasiado progresista», escribía la semana pasada el columnista Jonathan Chait en la revista ‘New York’. Las encuestas muestran que la vicepresidenta tiene esa vitola y que es una de sus principales vulnerabilidades. La elección de Walz, añadía Chait, «me provoca mucha cautela y poco optimismo sobre si Harris entiende esa tarea».Por ahora, la estrategia del entusiasmo está dando resultados. Esta semana, una encuesta de ‘The New York Times’ y Siena College se suma a los sondeos favorables que ha recibido Harris desde que asumió la candidatura: mostraba que Harris había remontado frente a Trump en los tres estados decisivos del Medio Oeste: Pensilvania, Michigan y Wisconsin . Esa misma encuesta fue la que en octubre del año pasado desató las alarmas en el Partido Demócrata: Biden perdía en seis de los siete estados que se considera que decidirán la elección. Está por ver si Harris puede mantener esa tendencia empujada solo por el entusiasmo, entre discursos cuidados por su ejército de asesores, sin entregarse a ninguna de esas dos almas, y ganar la elección. Pero el funambulismo político tiene el riesgo de la caída.

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