León Marrera estaba en la barra de la discoteca que tiene en el sótano de una mansión alquilada de calle Hortensia en Estepona. Allí, mientras servía unas bebidas que aún están en la barra, oyó el disparo que acabó con la vida de un belga de 34 años en su casa. La vivienda es una mansión que tiene alquilada por 1.500 euros al mes al administrador de una sociedad. En ella, el inquilino asegura que vive con otras diez personas, entre ellas su mujer y su hijo pequeño de siete años. Este cubano con pasaporte checo es conocido en el mundo de la noche de la Costa del Sol como el ‘Tío León’ y, ahora en su ‘after’ ilegal para sus amigos se ha producido un asesinato. Este pasado lunes por la mañana, sobre las 8.55 horas, la víctima murió de un disparo en la espalda en las escaleras de acceso a la discoteca. «Ellos eran serbios, pero el fallecido tendrá pasaporte belga. Iba con dos amigos, que trataron de reanimarlo », asegura el Tío León. El cubano salió al ver el revuelo. «Sentí una especie de disparo, pero creí que era un globo del gas de la risa que había explotado. Están siempre con eso. A veces explotan varios y parece un tiroteo. Por ahí debe haber tirada alguna bombona», añade. Sin embargo, esta vez no era una carga fallida de este gas, que se inhala en un globo y produce fuertes alucinaciones, sobre todo mezclado con alcohol. Al subir por las escaleras vio a dos personas con otra tirada en el suelo. «Pensé que le había dado algo» , asegura el cubano, que señala la mancha de sangre y recuerda la agonía del difunto. Según explica León lo primero que vio fue un coche negro irse a toda velocidad . «Aquí alguna chica decía que había sido un británico. La Policía lo debe tener ya identificado. Yo hablé con él durante un par de veces, pero no sé ni cómo se llama», explica el organizador de la fiesta, quien reseña que al volver asistió a la agonía de la víctima. Los amigos estaban tratando de reanimarlo. La bala entró por la espalda y, según León, debió alojarse en el pulmón, porque se estaba asfixiando . «Los amigos llamaron a Emergencias, pero tardaron mucho en venir. Daba bocanadas, como si se asfixiara, hasta que dejó de respirar», recuerda. Los amigos de la víctima tuvieron que ser asistidos por los servicios médicos allí mismo sin necesidad de traslado hospitalario. En la zona de fiesta de la vivienda había unas 25 personas, que desaparecieron. No quedó nadie. «Le he dado a la Policía los números de algunos de mis amigos para que les tomen declaración, pero a la mayoría no los conocía », señala León Marrera, que todavía no ha podido limpiar los estragos de la fiesta, ni ordenar tras el registro policial de las instalaciones. Es una mansión amarilla, en una zona noble, donde todavía hay unas luces instaladas en la fachada y solo tiene un vecino británico que no quiere hablar con la prensa. El resto de chalets cercanos, que pueden costar varios millones de euros, están en venta o vacíos. Los trabajadores de la urbanización explican que las fiestas son durante días y que la música siempre está alta. El Tío León en la barra de la discoteca en el sótano J.J.M.Esto lo niega León, quien explica a ABC que no organiza fiestas, sino que hace celebraciones con sus amigos. «Ellos van a la discoteca y, cuando cierran y quieren seguir de fiesta, vienen aquí. Me llaman y cada uno trae lo que quiere. Se hace barbacoa, se traen bebidas y, al que le guste pues trae tutsi (cocaína rosa) o cocaína. Es una fiesta y hay drogas », añade el Tío León, quien explica que en el acceso a la piscina hay personal de seguridad. «No me importa quién viene ni de donde vienen. No pido identificaciones . Aquí cada uno aporta lo que puede y ya está. Es como una fiesta en Cuba donde sacas un altavoz a la calle y cada uno pone lo que puede para divertirse», explica este cubano, que asegura haber huido de la isla tras 26 años en prisión por disidente. León era militar de las tropas especiales y no quería hacer misiones. «Me cayeron nueve meses en 1981 por llevar un dólar en el bolsillo, pero en la cárcel tuve que sobrevivir para que no me mataran. Tuve muchos problemas y me escapé varias veces, así la condena llegó a 26 años», recuerda el promotor de la fiesta ilegal, quien explica que se busca la vida en España y que tiene una hija en Cuba y un hijo más en Estados Unidos. Llora al recordar el pasado y asegura que en España también pisó la cárcel. «Fue por hurto . Estuve tres veces en prisión por robar para comer o ropa para vestir a mi familia. Mis condenas son por hurto», explica León Marrera, quien reseña que tiene fama de ser el ‘rey de los okupas’, pero lo único que hace es sobrevivir a sus 62 años. Ahora con un muerto en su jardín en una fiesta ilegal.
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