Presidente de un territorio imaginario que aspira a la independencia (Tabarnia), escapista (hace más de cuarenta años, el día antes de declarar ante un consejo de guerra acusado de injurias al ejército, se fugaba del hospital en el que lo custodiaban dos policías) y catalán. Hasta ahí, no más, llega el parecido del dramaturgo, actor y escritor Albert Boadella con Carles Puigdemont. «Solo nos queda la risa», dice al respecto. «Para esto sirve el humor, para reír hasta en la tragedia: ayuda a superarla».-Realmente, el jueves pasado parecía todo una ópera bufa, casi una obra de Els Joglars: un prófugo con orden de busca y captura que se considera presidente legítimo de un país inexistente avisa de dónde estará y a qué hora y, no solo televisan su discurso, sino que vuelve a huir, pese al despliegue policial, ayudado por dos policías autonómicos y una paralítica… ¿Qué le pareció?-La gente de la farándula, los que estamos un poco comprometidos al menos, deberíamos demandarle por apropiación indebida y competencia desleal. Es imposible satirizar lo que estamos viviendo. Hagas lo que hagas, a la mañana siguiente ellos lo han superado.Noticia Relacionada estandar No Illa promete dejar trabajar a los Mossos «al margen de la confrontación política» Àlex Gubern El presidente, en su primera visita oficial, sale en defensa del cuerpo tras la fuga de Puigdemont- No pudieron atraparlo porque se puso un semáforo en rojo…-¿Cómo se atreven a decir una cosa así? Estoy seguro de que hago yo un llamamiento a los simpatizantes de Tabarnia y lo encontramos en menos de dos horas. Esto muestra hasta qué punto desprecian a la ciudadanía y nos toman por auténticos imbéciles. Para eso, es mejor que no digan nada. Pero, claro, no pueden decir la verdad. La verdad es la que es y la pregunta que tendríamos que hacernos, y que es la que contesta a esto, es por qué tanto empeño en tener una policía autonómica propia . Lo normal sería tener una policía común, nacional, que es lo más efectivo. Luego puedes tener unos apartados que se dediquen más a la región, una policía local, pero ahora, visto lo visto, queda muy claro el por qué la querían: para tener el uso legal de la fuerza al servicio de determinadas causas.-Es de risa pero, como decía usted, la situación es en realidad trágica.-En este momento todo es una ficción, todo es falso, en el mundo de la política. Antes la falsedad existía en el teatro, en la farándula, pero era una ficción consentida y aceptada, con unos beneficios culturales y emocionales. Esta es una ficción degradada totalmente, en la que todo es mentira pero no cuenta con el acuerdo previo con el pueblo. En el mundo de la escena, esa convención es aceptada por todos los agentes, entretiene durante hora y media y se acaba. -¿Qué imagen internacional hemos dado?-Esto lo hemos visto antes, en determinados países, sabiendo que las propias autoridades del país lo permitían. Internacionalmente lo que se ha visto es eso, precisamente: un gobierno que ha permitido que ocurra. No creo que a nadie le haya dado por pensar que tenemos una policía tan incompetente, ni unos servicios secretos tan ineptos. Lo que han interpretado es que se les ha dicho «ustedes, ni se muevan». -Puigdemont se fue sin intervenir en el Parlamento, las Fuerzas de Seguridad del Estado han hecho el ridículo, Illa fue invisibilizado en su investidura… ¿Aquí solo gana Sánchez?-Quizá no sea exactamente lo que él esperaba pero, sin duda, el único que gana es Sánchez. Porque él está a mantenerse en la Moncloa, como sea. Está en ese cortoplacismo constante. Y lo consigue pese a que algunas cosas se le escapan porque, creo, es un hombre de capacidades limitadas.«El PSOE está deshecho ideológicamente, desmontado. De aquello que conocimos no queda nada»-¿No cree que sea, entonces, ese gran estratega que ven algunos en cada una de sus decisiones y cambios de opinión?-Eso es otra ficción. La única estrategia que tiene es la supervivencia. Sánchez es lo más parecido a la amoralidad. Solo alguien sin rastro de moral puede, cada diez minutos, defender lo contrario de lo anterior. Estamos en ese mundo de ficción instalados que es de una gravedad inmensa. Él no quiere límites. No quiere que le den la lata con la dignidad, y el honor, y los valores, y las ideas. Quiere las manos libres para hacer lo que le dé la gana. Entiendo que debe ser una vida fantástica, porque nada te ata.-Pero… ¿ y el PSOE?-El PSOE está deshecho. Ideológicamente, el PSOE es un partido inexistente, está desmontado completamente en relación a lo que conocimos e incluso, en la época de Felipe González, a lo que algunos votamos. De aquello no queda nada. Cuando se ha cedido ante determinadas cosas, ya se demuestra que no hay fe en nada. Y el PSOE ha cedido en cosas que no habríamos imaginado jamás. Algunas, incluso, directamente contrarias a sus propios principios. Porque el principio de un partido como el PSOE, el principio del socialismo, está en la igualdad, en la solidaridad y, por tanto, en contra de más fronteras o de fomentar desigualdades. Con esta voladura de sus propios principios ideológicos lo que demuestra es que ya no hay ideología: hay estrictamente supervivencia. Y, sobre todo, supervivencia económica, por la cantidad de gente que vive de esto, que trabajan en esto. Aquello que decían los andaluces de «yo trabajo en la PSOE». -Pero le siguen votando. ¿Qué opinión le merecen los votantes de este PSOE?-Esos votos no son inocentes, en absoluto. Son de gente que sabe que eso es lo que funciona en su propia vida, que les va bien así. Han conseguido una España con una proporción muy alta de supervivientes, de gente que les va bien esto, que desde el punto de vista moral les da igual sostener hoy una cosa y luego la otra, dependiendo únicamente de la voluntad de Sánchez. El éxito de Sánchez responde a esos votos. Estamos en una situación en la cual puede pasar cualquier cosa.-¿Incluso un cambio de régimen?-Puesto que hay socios de Sánchez, necesarios para su supervivencia, que sí están por un cambio de régimen, incluso por romper la unidad española (y otros por imponer un sistema comunista), sí: incluso un cambio de régimen. Él está en manos de esta gente y si sigue contando obligatoriamente con ellos para mantener esta mayoría, estamos ante ese escenario. Y podríamos pasar, en cuanto se lo exijan, a un federalismo, a una república federal, a una España sin la totalidad de sus hectáreas… a cualquier cosa que le exijan a cambio de su apoyo. Lo estamos viendo.-¿Y el papel de la oposición ante algo así?-La oposición se ve obligada a reaccionar contra una ficción, contra algo que es una total falsedad. Están frente a gente que promete algo que luego no cumple y que, lo que dice que piensa, es también falso. Y, antes eso, se responde con más falsedad. Y se acaba entrando en un círculo cerrado, porque se está en lo mismo. «Hay una minoría en Cataluña que encontró su emotividad en la unión en el odio a lo español»Tampoco veo que exista una disposición por parte del conjunto de los españoles, y no hablo simplemente de los partidos, a decir un no rotundo a todo esto. Uno mira las distintas comunidades de España y ve como aquí, por ejemplo, desde el punto de vista económico, lo que se intenta es imponer una situación de desigualdad, ante la que el resto de españoles deberían reaccionar y hacer frente común. Pero no ocurre. Es un rompimiento máximo de la igualdad.-Promovido por la izquierda…-Es que estamos en la paradoja de que lo más reaccionario en este momento es la izquierda. Es lo más ultra que existe ahora mismo. Ni comparación con Vox ni con todas esas cosas a las que señalan como peligros. La izquierda promoviendo el rompimiento de la solidaridad, de la igualdad entre ciudadanos… esto es una auténtica estafa.-Pero aseguran que la investidura de Illa es el cerrojazo al independentismo y un fin de ciclo.-Illa no va a desactivar el nacionalismo sino todo lo contrario. Estamos ante un monaguillo de Sánchez, un defensor de sus intereses. Y Sánchez no está por al desactivación del separatismo porque sabe que, si hace un solo gesto en ese sentido, automáticamente se queda sin los votos que necesita. Y se acaba su estancia en la Moncloa. -¿Entonces, la situación real hoy en Cataluña cuál es?-En Cataluña, y los que lo hemos vivido tan profundamente lo sabemos, hay una minoría, porque ciertamente es una minoría, que ha encontrado su emotividad en la unión en el odio. El odio a todo lo español. No ha encontrado el sentido en la ilusión compartida, aunque fuera una ficción, de separación, de hacer una Cataluña de mejor funcionamiento. No, no, no. Lo que mueve al conjunto del nacionalismo, y por lo tanto al separatismo (porque, en Cataluña, una cosa y la otra es lo mismo), es la unión en el odio a todo lo español. Dicho en palabras un poco brutales: el objetivo es «joder a los españoles». Este es su objetivo y esto es lo que les une. Y ya podemos imaginar que esta unión en el odio es algo que no puede conducir a nada positivo, pero que tiene mucha fuerza porque es más potente que la unión en el amor. «Estamos en un retroceso muy intenso. Llegará una generación que diga ‘por ahí no paso’»Entonces nos encontramos que tres cuartas partes de la ciudadanía están en una especie de indiferencia, de atonía egoísta. Han quedado desactivados totalmente. Les importa un comino a una parte que es mayoritaria, sin duda, pero que está totalmente desactivada. También porque se encuentra con un gobierno central que está del lado de los separatistas. Es la sensación de estar rodeado por todas partes. Este sería el diagnóstico de una persona que vive aquí, que conoce a la gente, que está atento a lo que dicen y a lo que hacen y que los conoce desde hace mucho años. Concretamente 81, que son los que tengo yo ahora mismo.-Estamos, entonces, en retroceso.-En un retroceso muy intenso. Puede ser que desde el punto de vista económico, porque estamos vinculados al mundo financiero, no se note; pero desde el punto de vista de muchos funcionamientos estructurales del propio país, estamos en franco retroceso. Porque tenemos como presidente del país a un tipo que es, realmente, lo más peligroso que hemos vivido desde que España es una democracia. Uno puede estar en desacuerdo con alguien, de manera profunda, pero si sabe que hay una moral, una ideología, siempre habrá una forma de conexión, aunque sea mínima. Porque sus actos responden a unas ideas que considera correctas, aunque para nosotros sean equivocadas. Pero con él no hay forma de conexión. Ninguna. Solo existe la posibilidad de darle aliento para su supervivencia. Tiene algo muy curioso, además, y supongo que aquí es donde entra la cosa patológica, y es que, normalmente, cuando alguien entra en un cargo se da aquello de que «el habito hace al monje». Que, cuando a uno le ponen los hábitos o una tiara en la cabeza, se ve en su papel y así obra. El propio boato condiciona las malas intenciones del personaje, eso se da en muchas ocasiones. Pero aquí nos encontramos con lo contrario: no le han condicionado en absoluto. Sánchez es impermeable al hábito y es impermeable al monje. -¿Hay arreglo? No le veo muy optimista…-Yo solo soy optimista en relación a la naturaleza: hay una generación, en el caso por ejemplo de Cataluña, una que a lo mejor ahora tiene 8 o 10 años y que dirá «por aquí no paso». Afortunadamente, existen los anticuerpos mentales y morales que de golpe se activan de nuevo, como ha sucedido ya en otros momentos de nuestra historia. Puede pasar una generación, pueden pasar dos, pero de pronto hay una que ya no acepta. Que se preguntará por qué alguien quiere impedirles conocer una lengua que es la segunda del mundo, que no entiende por qué les ponen trabas para conocer su propia lengua, por qué querrían marcharse de España si somos lo mismo y no hay ningún rasgo objetivo que nos separe.
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