Carlos Alcaraz sigue sumando horas de vuelo en este Mutua Madrid Open , clasificado para los octavos de final tras un partido correcto y controlado ante Seyboth Wild. Sin grandes brillanteces, pero aplicado para ni desgastarse ni dejarse sorprender, cumple con lo que su superioridad le impone por defecto y gana al brasileño por 6-3 y 6-3 en una hora y 15 minutos.Mutua Madrid Open Carlos Alcaraz 6 6 Thiago Seyboth Wild 3 3Uno de los ejercicios de Alcaraz antes de saltar a la pista es la ejecución de unos movimientos rápidos y con presión en el antebrazo. Raqueta en ristre, su fisioterapeuta, Juanjo Moreno, mueve de lado a lado el marco para que el jugador se convenza de que no hay nada ahí, ningún dolor, ninguna molestia, ningún fantasma y salga a la pista libre de miedos.La malla compresora en el brazo también es un soporte mental en el que se apoya Alcaraz para intentar olvidarse de esa situación, aunque se le note algo agarrotado en los cuatro primeros juegos del partido.También está Juan Carlos Ferrero pendiente de eso, con indicaciones en cada punto para despejarle la cabeza y orientarle ante este brasileño al que nunca se ha enfrentado. El 63 del mundo tiene un título ATP 250 de Santiago, de 2020, y un cañón en la derecha para el saque y el drive. E incomoda al murciano esta presentación de saques a 217 kilómetros por hora y drives que suenan como piedras.Noticias Relacionadas estandar No mutua madrid open Davidovich cae con honores ante Rublev en un partido vertiginoso Miguel Uriz estandar No Mutua Madrid Open La seria bronca de Nadal al juez de silla en Madrid: «Llama al supervisor, por favor» David Sánchez de CastroSeyboth Wild es de esa escuela que intenta emular a Guga Kuerten, como Thiago Monteiro, que podría cruzarse con Nadal si gana a Lehecka, y el posadolescente Joao Fonseca, que cayó ayer ante Cameron Norrie. Pero es difícil alcanzar lo que logró Kuerten, con esos tres Roland Garros y ese estilo tan único y complicado de leer. Seyboth Wild lo intenta, descarado en esos inicios, vuelve locos a los recogepelotas modelos porque no atienden a sus necesidades de conseguir la pelota con la que ha ganado el punto.El brasileño, de 24 años, se dio a conocer en el circuito de mayores con su triunfo en Roland Garros el curso pasado ante Daniil Medvedev, pero también por situaciones complejas fuera de la pista. Estuvo implicado en un juicio por violencia de género hacia su expareja. Y la prensa brasileña publicó hace unos años unos mensajes en los que declaraba que por parte de madre, había vínculos con el régimen nazi. «Mi bisabuelo fue el predecesor de Hitler», llega a escribir el tenista en uno de esos mensajes.Se lamenta Alcaraz de un par de errores en el quinto juego y ya se observa en su actitud que ha entrado en el partido, porque había lentitud y ahora hay esa rabia por fallar, por alargar los restos para desequilibrar al rival y por mover de lado a lado al brasileño para evitar que pueda volcarse sobre la pelota. Hay maleducados silbidos de la grada cuando el brasileño para el juego para cambiar una pelota que ha perdido presión que lo despistan todavía más. Y, además, la potencia no suple todas las demás carencias, como esa mano poco preparada para amenazar con dejadas al rey de las dejadas y un revés sin demasiado mordiente.Alcaraz ha entrado en ese juego pulcro sin brillanteces al que se tiene que acostumbrar a veces más de la cuenta. No tiene que forzar demasiado la derecha porque le va bien moviendo al rival; el revés paralelo le otorga un break, y las dejadas, la confirmación. Hace lo justo, pero le vale para complicar el set a Seyboth Wild, que sigue sacando a 216 kilómetros por hora, pero ya no hay tanta efectividad. Con doble falta entrega el set.Y el partido, porque ya no le aguantan ni el servicio ni la derecha. Se deshace en errores, algunos de bulto, otros más forzados, y se va desesperando conforme ve que Alcaraz apenas tiene que sudar para arrebatarle los juegos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco. El brasileño se salva del rosco y aún se gana otro segundo juego para quitarse la decepción porque le entra el despiste a Alcaraz. Levanta la primera bola de break, pero no la segunda y se tiene que obligar a un juego más. Aprovecha el brasileño para estirar su estancia en la Caja Mágica, y es con saque como consigue Alcaraz finalizar como quería: un partido pulcro, correcto y sin desgaste, que todavía queda mucho. Jugar a medio gas también vale para ganar.
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