Uno de los muchos problemas del derrumbe de la natalidad en España es el envejecimiento de la población. La afirmación es poco más que una perogrullada, pero las cifras la ponen en contexto. El porcentaje de trabajadores menores de 35 años ha pasado del 46,3% en 2005 al 28,6% en 2022. Mientras que los mayores de 45 años aumentan su peso sin parar y suponen ya el 45% del total. Esta evolución tiene graves consecuencias sobre el empleo. Las personas de mayor edad tenemos más dificultades para acomodarnos a los cambios y vivimos tiempos de rápidas modificaciones que exigen amplias capacidades adaptación. No sólo se producen cambios geográficos en las oportunidades de empleo, sino sobre todo tecnológicos que obligan a adaptarse con rapidez. Los nuevos puestos de trabajo están donde sus creadores deciden y las nuevas tecnologías facilitan enormemente la deslocalización desde los centros habituales de trabajo. Lo cual tiene muchos aspectos positivos, pero es evidente que los mayores tenemos más dificultades para movernos pues somos muchos los que disponemos de vivienda propia, educamos a menores escolarizados, cuidamos de familiares, etc. Si hablamos de tecnología, la adaptación es mucho más complicada. Los nuevos empleos requieren capacidades y conocimientos muy diferentes a los del pasado. La capacidad de adaptarse a esos cambios obliga a un esfuerzo de formación, cuya dificultad aumenta con la edad. Se lo dice uno que empezó a trabajar cuando no existían ordenadores, cuando no se conocía el whatsApp y se enviaban cartas que tardaban días o semanas en llegar a su destino, cuando hablar por teléfono requería a veces establecer conferencias previamente reservadas, cuando no existía el mail y se utilizaba el fax o el télex, cuando todo era más lento y más simple.Noticia Relacionada opinion Si Orbán, mala compañía Ignacio Marco-Gardoqui ¿Hacen falta ocho meses para investigar y concluir que la operación prevista supone una amenaza para la seguridad nacional?Tuvimos que hacer un esfuerzo que, con seguridad, fue menor del que tendrán que hacer las nuevas generaciones. Pero resulta inevitable. La seguridad en el empleo actual y las posibilidades de encontrar uno en el nuevo mundo dependen de la formación en campos hasta hora desconocidos y de las capacidades adquiridas que cambian a velocidades crecientes. Ese es el reto y no se puede eludir. Tan solo cabe prepararse adecuadamente y enfrentarse a él con determinación.
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