Si el pasado domingo, cuando ustedes leían estas líneas, estaba en vilo el futuro de la presidencia del Gobierno, y por ende, el propio Gobierno, una semana después, resuelta la incertidumbre generada por Pedro Sánchez, todo sigue prácticamente igual. «Es un punto y aparte», nos dijo el presidente en una alocución sin preguntas al estilo de las que tanto se quejaban los socialistas cuando era Mariano Rajoy el que estaba al frente del país. Un punto y aparte que, por lo que siguió después en el mensaje, más que tranquilizar, añade incertidumbre , especialmente a los medios de comunicación y al sistema judicial, tan importantes para el buen funcionamiento de la democracia como el propio sistema político. Estamos de acuerdo en que hay que bajar el nivel de crispación, pero la mejor manera de hacerlo sería que los dos principales partidos políticos que representan a una amplia mayoría de la población se pusieran de acuerdo en los grandes asuntos que nos preocupan a todos, incluyendo al mundo económico. Pero mucho me temo que el punto y aparte del presidente del Gobierno no va por ahí. Pero a pesar de los medios, de los jueces, del Gobierno y de la oposición, la economía y la empresa siguen a su ritmo. Esta semana hemos conocido los datos de crecimiento económico del primer trimestre que han sorprendido positivamente con un avance mayor de lo esperado, y especialmente con la mejora de la inversión, que es el indicador que más preocupaba, y que sigue haciéndolo. De hecho, la Airef, en su análisis sobre las proyecciones de crecimiento de la economía española, tiene como mayor discrepancia de la comparativa de ambos cuadros –el suyo y el del Gobierno– el comportamiento esperado de la inversión. Un aspecto que la Autoridad Fiscal Independiente señala como el mayor riesgo para la economía en el plano doméstico, que «podría comprometer las posibilidades de crecimiento a medio plazo». Y es que mientras la Airef piensa que este año podría salvarse por la ejecución de fondos europeos, el Ejecutivo apuesta por un fuerte crecimiento de la misma en 2025. Y otra realidad es que la visión que los españoles tenemos de nosotros mismos, de nuestra economía, de nuestras empresas… es mucho peor que la visión que fuera tienen de nosotros. Así por ejemplo, la Cámara de Comercio alemana para España presentaba esta semana en Madrid su barómetro de clima coyuntural y expectativas, en su edición Primavera 2023. En esa encuesta el 97% de las empresas germanas que operan en nuestro país señalan que la situación económica de su empresa es buena o satisfactoria, un 6% más que en el barómetro de otoño. Mejoran también sus perspectivas para los próximos 12 meses. Un 37% cree que mejorará y solo un 7% que empeorará. Y solo un 25% creen que empeorarán las expectativas de la economía española, frente al 59% que lo pensaban en la encuesta de otoño. Ante este panorama, uno podría pensar que de qué se quejan los economistas o los empresarios cuando denuncian que las políticas puestas en marcha por este Gobierno en los últimos años van en el sentido opuesto a lo que necesita la economía y el empleo: más impuestos, subida de cotizaciones sociales, más regulación… La economía crece a buen ritmo, el empleo ha aguantado pese a que sigamos teniendo una de las tasas de paro más elevadas de Europa, y los resultados empresariales que estamos conociendo en este primer trimestre son buenos…. ¿qué más podemos pedir? ¡Pues imagínate cuánto mejor podrían ir las cosas si tuviéramos un Gobierno y una clase política seria! Sin duda, la clase política es un lastre… apuntan los empresarios.La deuda pública sigue aumentandoUno de los principales problemas de la economía española es la elevada deuda pública. En febrero ascendió a 1,6 billones de euros, con un incremento del 1,86% en lo que lleva de año y del 6,24% respecto al mismo mes del año anterior. Los economistas alertan de que si no se reduce esta cifra, será imposible cumplir con las nuevas reglas fiscales.
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