«Desde el río hasta el mar». En los últimos meses la sociedad española ha aprendido que la frase, en apariencia inocua, encierra una significación más siniestra. La reivindicación de territorio palestina que, desde el río Jordán al mar Mediterráneo no deja lugar al Estado de Israel, fue asumida también como lema por el propio Hamás . Es también uno de los eslóganes más repetidos en las concentraciones estudiantiles en las universidades españolas, y, en ese sentido, se ha convertido en un arma arrojadiza hacia los estudiantes judíos o simpatizantes de esta comunidad que cursan estudios en las facultades españolas. Insultos, obligación de ocultar sus símbolos religiosos, gritos y cánticos en su contra, escupitajos, y hasta la petición de «expulsión de los sionistas de la universidad» son algunas de las consecuencias de ser judío en los campus españoles, según explican varios estudiantes a ABC.«Este lunes vi un stand con el lema y el ‘Free Palestine’ con tres o cuatro personas y pasé de largo». David, nombre ficticio, no quiere problemas. Estudia en la Universidad Autónoma de Madrid, es de nacionalidad española y de confesión judía y desde el 7 de octubre, su vida en el campus ha cambiado. «Me parece bien que cada uno exprese su opinión, que Palestina tenga o no un estado, pero siempre desde el respeto , y mucho más en un entorno universitario», nos explica. El problema empieza cuando se supera ese límite. «Hemos visto como empezaban los gritos de sionistas, de llamarme genocida, te sientes como en la Alemania nazi», nos explica. David no lleva kipá ni ningún signo externo que le identifique como judío, pero nunca lo ha ocultado. «Todo el tiempo estamos viendo carteles, charlas y eslóganes que identifican a los judíos como genocidas , pero la universidad no ha promovido que venga un ponente a contar lo que realmente pasó el 7 de octubre. Al final te quedas con la pregunta de ¿quién mira por mi? », comenta con cierta desesperanza. «Estamos viviendo un antijudaísmo enmascarado como antisionismo», explica.Noticias Relacionadas estandar No PP y Vox piden en el parlamento balear que la Universidad investigue el acto antisemita donde se señaló a una alumna Mayte Amorós estandar No En la acampada propalestina de Valencia: «El objetivo es que esto explote de alguna manera» Toni JiménezTania también estudia en la UAM. Es su segundo año en Derecho y « hasta ahora no había vivido ningún episodio de antisemitismo , que ahora quieren disfrazar como antisionismo», nos dice. «Tengo una amiga que estudia en Boston y ella intenta no subir nada en las redes sociales que la identifique como judía, porque vive en el campus y tiene miedo de lo que le pueda ocurrir», nos explica.Como en el caso de David, nunca ha ocultado que es judía, sino que había vivido con normalidad sus creencias. «Como otras cuestiones, no es algo que cuentes en una primera charla, pero va aflorando conforme conoces a las personas», puntualiza. Los profesores también lo conocen, pues desde que cursa estudios les ha pedido que le cambien las fechas de los exámenes si coinciden con alguna festividad religiosa judía . No es un privilegio, sino un derecho reconocido en los acuerdos que ha firmado el Estado español con distintas confesiones religiosas. «La semana anterior del 7 de octubre celebramos el sukot [fiesta de los tabernáculos] y no hubo ningún problema en cambiarnos un examen con el que coincidía». Sin embargo, en la reciente fiesta de Pesah -la pascua judía que coincidió este año en la segunda quincena de abril- «varios profesores nos dijeron que la festividad no era suficiente para cambiar el día de la prueba, a pesar de que les presentamos el certificado que nos facilita la comunidad judía de Madrid». Ante la negativa de los profesores, ha tenido que reclamar su derecho por vía legal. Tania no ha sufrido de manera directa ninguna agresión, aunque ha presenciado como a una amiga, que llevaba uno de los collares que pide la liberación de los secuestrados, le escupía un estudiante que vestía una camiseta con el famoso eslógan «From the river to the sea». Dice tener miedo, y ahora, ante los exámenes finales se plantea que no irá a estudiar a la biblioteca del campus, como en años anteriores. «Procuro estar menos en el campus, y evitar pasar por donde están las tiendas de campaña», señala.Minoría chuetaEl caso de Laura Miró Bonnín es todavía más peculiar. Es española y no es judía, aunque sí que pertenece a la minoría ‘chueta’, descendientes mallorquines de judíos conversos que durante siglos han vivido marginados en la isla. Tiene 32 años, es historiadora y experta en el tema que ha vivido desde pequeña en su casa, del que prepara su tesis doctoral. «Yo no he vivido marginación, pero mis abuelos recuerdan su infancia como un trauma con insultos y risas en el colegio al escuchar sus apellidos», explica Miró, que señala que los chuetas «vivieron hasta el siglo XIX en un régimen de ‘apartheid’ en Mallorca».«El antichuetismo es una forma de antisemitismo local», explica a ABC la historiadora, que ahora está viviendo en primera persona la sensación de odio que le narraron sus antepasados. Hace una semana fue señalada directamente en una «charla informativa» que el movimiento Ciudadanos per Palestina celebró en la Universidad de las Islas Baleares (UIB), donde cursa el doctorado. Como denunció ABC , lo que se presentaba como una conferencia destinada a «combatir la propaganda sionista» acabó siendo un alto de exaltación del grupo terrorista Hamás, presidido por una pancarta con el lema antisemita, «desde el río hasta el mar».Desde el estrado, publicaron varios post de Laura acusándola de sionista y contraria al estado palestino. Este jueves, el mismo grupo reclamaba la «expulsión de los sionistas de la universidad». «Debe ser por mi», confiesa Miró. De hecho, en los últimos días se ha planteado renunciar a su doctorado . «he tenido dudas, mentalmente me pesa, tengo una gran sensación de soledad, pero he decidido seguir adelante, es necesario que se presente aquí una tesis con este tema». A clase, pero sin la estrella de David El caso de Raquel, también nombre ficticio, es muy similar. Es sudamericana y estudia el último curso de un grado científico en el Instituto de la Empresa (IE), una universidad privada madrileña en la que cursan estudios un porcentaje significativo (cerca de un tercio en algunos casos) de alumnos de clase alta de países del Cercano Oriente. Para Raquel eso nunca supuso un problema porque ha crecido como judía asimilada . Fue una apuesta de sus padres, que optaron porque su educación se desarrollara entre chicos y chicas de diferentes credos y nacionalidades.«Durante años he tenido amigos, de origen árabe, que sabían que era abiertamente sionista, y nunca tuve problemas». Hasta el 7 octubre, «cuando dejaron de dirigirme la palabra». «Lo más sorprendente es que conocía a mi familia, habían celebrado conmigo mi cumpleaños en un restaurante israelí», explica extrañada. Raquel decidió enfrentar a uno de ellos, un compañero de clase con quien tenía más confianza. «Me parece una estupidez que nos peleemos por esto», le dijo. La respuesta de su amigo le dejó helada: «No entiendo porqué los judíos se tienen que hacer siempre la víctimas, podían haber montado el país en medio de Argentina (una de las posibilidades que barajó la ONU cuando decidió la creación del Estado de Israel en 1948) y no en Palestina».Sus problemas en el IE comenzaron después del ataque, incluso antes de que Israel articulara su respuesta a Hamás. A su llegada se encontró con una bandera palestina y, junto con unos compañeros, acudieron a las autoridades de la universidad para pedir que retirara lo que, en aquel contexto, consideraban «una incitación a la violencia» . Sin embargo, la damnificada fue ella, pues le pidieron que ocultara la pequeña ‘maguén David’ (estrella de David) que lleva colgada al cuello. «Me hicieron cubrirme el collar y la bandera permaneció allí», explica A partir de ahí, la presión la ha sentido también en clase. «Soy muy participativa, pero en los últimos meses, cada vez que pido la palabra siento un bullicio detrás mío de comentarios en árabe».MÁS INFORMACIÓN noticia No Testimonio de un estudiante español en Israel: «¡Ahora suena la alarma anti misiles! ¿La oyes, la oyes?» noticia Si Sólo uno de cada cuatro musulmanes británicos cree que Hamas asesinó y violó en el ataque a Israel noticia No La Universidad balear acoge una charla bajo un lema antisemita y en apoyo a Hamás« He pasado de la asimilación a la anti asimilación , de un extremo al otro, por esta situación», explica a ABC. «Estos meses me ha dado fuerzas el resguardarme en la comunidad judía que hay aquí, he descubierto que somos hermanos». Su cambio es tal que se ha planteado la ‘aliá’, la emigración a Israel que la Ley del retorno del país permite para cualquier judío. «Hace unos meses no era una de mis prioridades, pero ahora estoy esperando a acabar el grado para recoger mi diploma e irme directa a Israel, sin escalas. Todo lo que he vivido me ha reafirmado que soy judía ante todo», concluye.
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