El inicio de la aviación , en el imaginario de los amantes del vuelo, pasa por una estampa en plata y magnesio de ese corto vuelo de los hermanos Wright en Carolina del Norte. Sólo ocho años después, en 1911, Cuatro Vientos se convierte en el primer aeródromo militar de España. Ahí reside, desde 1984, la Fundación Infante de Orleans (FIO), que es la derivación, con fines de conservación y patrimonio, de la mítica sección de Aviones Históricos del Aeroclub José Luis Aresti y de lo que fue, también, el equipo nacional de vuelo acrobático (Enva). En esas coordenadas nació el que en la actualidad es el tercer museo volante más importante de Europa. O en otras palabras: aunque vetustos, los aviones expuestos besan las nubes los primeros domingos de cada mes saliendo en procesión del fondo de sus limitados tres hangares. Con todo ese legado, y consciente del aumento de la colección y la consecuente falta de espacio, la FIO empezó a buscar enclaves para que su tesoro aéreo, tan histórico como bien mantenido para surcar los aires, no cayera en el ‘horror vacui’. Que los técnicos en aeronáutica pudieran trabajar con comodidad y los ciudadanos pudieran admirar esas joyas quietas pero listas para desafiar la gravedad. Cada 30 días, si el tiempo y la Autoridad lo permiten: como en los toros. El aeródromo de San Javier, en Murcia, era una de las opciones que barajaban para el traslado, como confiesa Carlos Valle, presidente de la FIO, mientras muestra la colección con un cariño rayano a la devoción: él, que durante cuatro décadas ha sido piloto de Iberia, sabe en primera persona qué pudieron sentir los pioneros de la aviación con alas unidas por cuerdas y tomando tierra a ojo. Noticia Relacionada «Una lluvia de fuego me envolvió» estandar No Las confesiones de Adolf Galland, el piloto nazi más letal, en su batalla final Manuel P. Villatoro Adolf Galland, as de ases de la ‘Luftwaffe’, libró su última batalla el 26 de abril de 1945 con el JV 44Hay en la historia de la FIO una cronología de proyectos fallidos por la crisis económica que contaron, incluso, con la firma de Norman Foster. Aunque su penúltima página se está escribiendo con todas esas joyas que irán directas a Getafe. Retomando y ampliando, así, lo que fue ese proyecto en Carpetania, con la colaboración ahora del Ejército del Aire, Airbus, la Comunidad de Madrid y el consistorio getafense.Valle cuenta esto en tanto que va explicando cada aeroplano. Sorprenden, por ejemplo, el único avión en funcionamiento de la Guerra Civil, un Miles Falcón Six. O un Dragón Rapide, o un Boeing Stearman 75, hermano del que perseguía por un páramo a Cary Grant en ‘Con la muerte en los talones’. El presidente de la FIO mira a los técnicos, minucioso, cuando pasa por debajo de las alas de últimos ejemplares supervivientes que lograron el viejo sueño de Ícaro y de la humanidad entera: volar.El presidente de la FIO, Carlos Valle, junto a un Boeing Stearman Kaydet MATÍAS NIETOHay satisfacción en Carlos Valle, días después de la presentación pública de este proyecto ya definitivo en el que la Fundación ha logrado poner de acuerdo a instituciones y empresas. El nuevo museo volante, cuenta el arquitecto Miguel Valle, responsable de la nueva sede de la FIO, será un «homenaje a la aviación» en su concepto; de ahí la trinidad básica y geométrica de los antiguos aviones: el concepto de «montantes, diagonales y ‘cruces de san Andrés’» en busca de la ligereza. De entrada, son 220 metros de largo por 24 de ancho y 5.000 m² de superficie en planta: «El equivalente a dos manzanas de Madrid».Antes Después Los aviones amontonados en el hangar de Cuatro Vientos y una simulación del cómo será el hangar único de Getafe MATÍAS NIETO // FIOEn puridad, se trata de un espacio diáfano de una planta de dos alturas donde la definición de hangar es llevada a sus últimas consecuencias. Todo formado por estructuras de tracción, y una fachada de policarbonato celular translúcido para optimizar eso del ahorro «y la mejora de prestaciones». Un auditorio y una sede para las dependencias de la FIO completan el complejo, presupuestado, en inicio, en 4,5 millones de euros aportados principalmente por Airbus, pero también por la propia FIO y la colaboración del Ayuntamiento de Getafe y la Comunidad de Madrid.madrid_dia_0703El museo volante estará anexo a una pista de tierra, pues sucede que los aviones deben despegar y aterrizar del terreno en el que hace más de un siglo llevaron al hombre a lo más alto. Las obras, que comenzarán en breve, finalizarán en 2026. Sobre ellas, el asesoramiento de dos nombres clave de la arquitectura madrileña de los últimos años, Alberto Ballarín y Carlos Lamela, coautor de la T4. Los 48 aeroplanos volarán a su nuevo hogar, una romería que en sí será también otro hito de la aviación. Van pidiendo salir en el callejero tan ‘elevado’ de Getafe, custodia de los momentos más dorados de una pasión que tanto tuvo de romántica. Bien lo supo Saint-Exupéry.
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