A veces, las drogas están más cerca de los hijos de lo que nos damos cuenta o podemos imaginar. Tan próximo o fácil de acceder como el estante de un armario de la cocina, donde puede haber pastillas para dormir, para adelgazar, para la depresión… De hecho, la práctica de combinar medicamentos o sustancias tóxicas en sustitución de drogas de diseño puede estar al alcance de los adolescentes a través del botiquín familiar . Por curiosidad típica de la etapa vital en la que se encuentran, por influencia social de los amigos, porque lo ven a través de las redes sociales… los menores pueden hacer uso y abuso de sustancias que no deberían estar en su radio de acción pero que, casualmente, lo están. Por eso, detectar el consumo y el mal uso de medicamentos con fines recreativos en los adolescentes es de vital importancia, según Carmen Mañas Padilla, coordinadora del Máster Universitario en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) e investigadora del Grupo de Adicciones Comportamentales (GIAC) de la Universidad Internacional de La Rioja ( UNIR ).Noticias Relacionadas estandar No ¿Es posible el ocio sin alcohol? ABC / CEU estandar Si El 57% de los jóvenes en los centros de adicción municipales llegan en riesgo por juego y redes Carlos HidalgoLos padres muchas veces no están al tanto de que esto puede ocurrir en su propia casa. ¿Cómo detectar el consumo y mal uso de medicamentos con fines recreativos en adolescentes?Es clave observar tanto cambios conductuales como emocionales. Algunos indicios incluyen el aislamiento social, el deterioro del rendimiento académico y cambios bruscos en el estado de ánimo. Físicamente, podemos notar somnolencia excesiva, hiperactividad, pupilas dilatadas o síntomas como náuseas y confusión. En el hogar, la desaparición de medicamentos del botiquín o envases vacíos son señales concretas. Como psicóloga, recomiendo también explorar si el adolescente está mostrando mayor interés en el uso de sustancias a través de conversaciones abiertas y observación en su entorno social.¿Cómo llega un menor a sacar la conclusión de que los medicamentos de sus padres pueden ser utilizados para otro consumo?Los adolescentes suelen experimentar con sustancias por curiosidad o influenciados por su entorno social. Las redes sociales y los foros online han incrementado el acceso a información sobre los efectos recreativos de ciertos medicamentos. Además, en casa pueden observar el consumo de sus padres , asociando medicamentos como ansiolíticos con la gestión de emociones difíciles, lo que puede llevarles a pensar que estos fármacos les ayudarán a relajarse o sentirse mejor. Este fenómeno está vinculado a la etapa de experimentación y a su desarrollo cognitivo, que aún no les permite evaluar plenamente los riesgos.¿A partir de qué edad se produce esto y qué peligros tiene esta práctica?Este comportamiento suele aparecer entre los 13 y 16 años, coincidiendo con el inicio de la adolescencia media, una etapa en la que buscan nuevas experiencias y afirman su identidad, a menudo desafiando normas. Los peligros van desde intoxicaciones agudas hasta daños crónicos en órganos como el hígado o los riñones. Además, esta práctica puede ser la puerta de entrada a la dependencia y al uso de sustancias más peligrosas, debido al refuerzo positivo que experimentan con ciertos medicamentos.Por género, ¿hay alguno que lo consuma más, las chicas, los chicos?Los patrones de consumo suelen diferir por género. Las chicas tienden a consumir hipnosedantes o ansiolíticos, muchas veces relacionados con la gestión de la ansiedad o el insomnio, mientras que los chicos se inclinan por estimulantes o analgésicos, buscando efectos energizantes o eufóricos. Sin embargo, estas diferencias también reflejan roles de género y expectativas sociales, por lo que es fundamental abordarlas desde un enfoque comprensivo y libre de estigmas.¿Cuáles serían los medicamentos más consumidos? Se habla de los hipnosedantes en las chicas y estimulantes en los chicos. Los medicamentos más consumidos incluyen las benzodiacepinas, como el diazepam, y analgésicos opioides, como el tramadol o la codeína. En chicos, los estimulantes como el metilfenidato, utilizado para tratar el TDAH, están ganando popularidad debido a la creencia errónea de que mejoran el rendimiento académico o físico. Las chicas, por su parte, recurren a hipnosedantes como medio de controlar emociones intensas, especialmente ansiedad y estrés.familia 0022¿Y los que tienen efectos intoxicantes?Los opioides, las benzodiacepinas y los antihistamínicos sedantes son los principales responsables de intoxicaciones cuando se usan fuera de prescripción médica. Estas sustancias afectan directamente al sistema nervioso central, produciendo efectos como euforia, relajación extrema o sedación. Sin embargo, su abuso puede tener consecuencias letales, como depresión respiratoria, pérdida de conciencia o daño cerebral permanente .¿Tiene potencial adictivo?Absolutamente, y este es uno de los mayores riesgos. Los opioides y las benzodiacepinas tienen un alto potencial adictivo tanto físico como psicológico. La tolerancia y la dependencia pueden desarrollarse rápidamente, incluso con un uso inicial «controlado». Además, estas sustancias pueden causar un impacto duradero en el desarrollo cerebral de los adolescentes, aumentando el riesgo de adicción a largo plazo.¿Cómo se puede prevenir esta práctica? ¿Hablando con ellos, poniéndoles ejemplos…etc?La prevención debe incluir educación desde la familia y la escuela, con información clara y adaptada a su edad. Hablar abiertamente sobre los riesgos reales del consumo de medicamentos sin prescripción es fundamental. Utilizar ejemplos concretos y explicar de forma comprensible cómo afectan estas sustancias al cerebro y al cuerpo puede ayudar a desmitificar su «inocencia». Además, es importante que, si los adolescentes ya han consumido o están expuestos a estas prácticas, cuenten con información veraz y científica sobre los efectos y riesgos, para que tomen decisiones con conocimiento. Aunque el ideal es evitar el consumo, en la práctica sabemos que algunos adolescentes experimentarán con sustancias. En estos casos, es crucial que no lo hagan desde la ignorancia. Proveerles de herramientas para reconocer situaciones de riesgo, saber cómo pedir ayuda en caso de emergencia y entender las consecuencias de sus acciones puede marcar la diferencia entre un error puntual y un problema más grave. También debemos fomentar habilidades de afrontamiento emocional y ofrecer alternativas saludables que reduzcan la necesidad de recurrir a estas prácticas. La empatía y el diálogo abierto son la clave.MÁS INFORMACIÓN noticia No Más de la mitad de los adolescentes en España tienen dificultad para identificar cuándo una noticia es falsa noticia No «Cuando los jóvenes tienen una vida cómoda, se relajan y no se esfuerzan» noticia No Bebidas energéticas: no antes de los 18 años por este importante motivo noticia No El ‘vaper’ llega al cole noticia Si La moda del «chemsex» dispara las infecciones de transmisión sexual noticia No Dos de cada cien adolescentes intercambian sexo por recompensas, atenciones o dinero¿Dónde hay que guardar el botiquín, y qué debe y no tener este?El botiquín debe guardarse en un lugar seguro, preferiblemente cerrado con llave y fuera del alcance de los adolescentes. Debería contener únicamente medicamentos esenciales y en cantidades limitadas. Es importante evitar almacenar opioides, benzodiacepinas u otros fármacos con alto potencial de abuso si no son estrictamente necesarios. Además, hay que revisar periódicamente su contenido para desechar medicamentos caducados o no utilizados. Como medida adicional, involucrar a los adolescentes en conversaciones sobre el uso responsable de medicamentos puede ser preventivo.
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