El celebrado congreso del PSOE no tiene intención de responder a las graves preguntas que se hace la sociedad española. En vez de aclamar a un caudillo insaciable en los elogios, debiera limpiar las terribles sospechas que se ciernen sobre la Fiscalía General del Estado y la Presidencia del Gobierno en torno a la maquinación contra un rival político. Debiera dar cuenta y reparar las manchas de corrupción que rodean a Koldo, Ábalos y a algunos más. O los privilegios ventajistas que afectan al hermano y a la mujer de Pedro Sánchez, incluyendo el uso ilícito de los bienes públicos. En su lugar, han reaccionado con campañas contra la profesionalidad y autonomía de los jueces y contra la prensa independiente, para lo que no les falta una legión de desinformadores que blande una verdad oficial y única para proteger al poder. El Partido Socialista se conforma con cantar la Internacional, volver a los fratricidas años treinta, enterrar la socialdemocracia y levantar un altar a Rodríguez Zapatero. Un error que pagaremos todos.
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