Hay una canción de Manolo Tena , ‘Qué te pasa’, en la que al protagonista le pasan todo tipo de desgracias —tengo una moto estropeada, un pez que no sabe nadar, tres relojes que se atrasan y un amigo que no sabe soñar— desde que su novia le dejó. Nada le sale y el universo parece conspirar contra él. «Todos me preguntan qué te pasa», cantaba Tena en el estribillo, «y yo no sé qué contestar». Recuerdo que en su día hubo un reportaje en Canal+ sobre Prosinecki con esta canción como banda sonora cuando el croata, fichaje ilusionante blanco, encadenaba lesión tras lesión y andaba con un aire algo melancólico y alicaído por el Bernabéu .Todos los madridistas se llevan preguntando desde hace tiempo, y especialmente tras la noche negra en Anfield , qué le pasa a Mbappé . Como si hubiera una causa concreta y específica que estuviera afligiendo al francés: una ruptura, una lesión mal diagnosticada, un hechizo o un problema de insomnio. Pero el aficionado necesita saber algo concreto a lo que poder aferrarse. Y, sobre todo, tener la certeza de que se trata de algo pasajero, de que también esto pasará.Puede que lo único que le ocurra a Mbappé es que sea víctima de sus propias expectativas. Y de ese clásico aforismo que dice que el césped siempre parece más verde del otro lado de la valla (aunque en el Bernabéu tengamos hipogeo y cubierta retráctil). Cuando una afición te lleva esperando cada verano, viéndote temporada tras temporada en otro club, se va acumulando gas. Y eso te puede hacer ir en cohete o saltar por los aires en cuanto prende la mecha. Nos habíamos fabricado una imagen idealizada, perfecta de Mbappé.Luego ves a ese mismo jugador cada domingo, en vez de solo clips con sus mejores jugadas y goles, y de repente empiezas a apreciar los pequeños fallos, los errores, las imperfecciones .En la muy recomendable película judicial ‘Fracture’ (una de las favoritas del género del fiscal y cowboy de medianoche Eduardo Torres-Dulce), Anthony Hopkins interpreta a un astuto ingeniero aeronáutico que cuenta una anécdota de su infancia: en la granja de su abuelo, un día le asignaron la tarea de averiguar, a la luz de una vela, qué huevos eran defectuosos para luego llevarlos a una pastelería. Cuando el abuelo volvió, había identificado 300 huevos defectuosos. Toda la cesta. Todos ellos tenían algún fallo : partes rotas en la cáscara, pequeñas grietas, manchas sospechosas. «Si miras lo suficientemente cerca, encontrarás que todo tiene un punto débil por donde puede romperse más tarde o más temprano».A Mbappé probablemente no le pase nada más allá que eso: ahora todo el mundo le está observando con una lupa de gran aumento y se siente escrutado en cada movimiento, regate, decisión que toma. Y que está notando esa presión, dudando por momentos de sí mismo y de sus prestaciones. Mientras nosotros, los aficionados, apreciamos más de cerca, a la luz de los focos del Bernabéu y en los primeros planos que nos ofrece la televisión, sus pequeñas grietas. La clave es aprender a convivir con ellas. Unos y otros.
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