La traición a don Rodrigo que provocó el colapso de la España visigoda

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La traición a don Rodrigo que provocó el colapso de la España visigoda

En una era de sabios de cartón piedra, teoremas de máximos y maniqueísmos que incitan a prender antorchas, supone una golosina charlar con David Yagüe. Aunque este periodista ha amanecido, comido y descansado al calor de las crónicas medievales durante meses, la cautela es su bandera cuando toca hablar de Egilona. «Si sumáramos todas los datos que hay sobre esta reina en los textos de la época, no podríamos llenar más que un par de folios», admite. Él, sin embargo, le ha puesto arrestos y ha alumbrado una novela histórica con ella: ‘La última reina goda’ (La esfera de los libros) . Y vaya si tiene sentido. «Saber tan poco de este personaje hace que sea muy goloso; ofrece muchas posibilidades», afirma.Pero no se equivoquen. Aunque el artista se tome las licencias típicas para achispar el pasado, se mantiene fiel al modelo, que tiene magra de sobra. «La ‘Crónica mozárabe’ del 754, así como algunas musulmanas posteriores, nos corroboran que era la esposa de don Rodrigo y que, cuando este cayó en la mal llamada batalla de Guadalete , en el 711, fue casada con el hijo del conquistador del Reino visigodo de Toledo, Muza», explica el también periodista de ABC. Todavía le falta un redoble que resuena en la sala: «Después, nos muestran a una mujer que incitó a su nuevo marido, Abdelaziz, a convertirse al cristianismo y a erigirse como monarca de España tras independizarse del Califa de Damasco».Sobre los mimbres de Egilona, Yagüe vertebra un texto directo y a la cerviz. Una historia que no se adentra tan solo en las venturas y desgracias de la última monarca goda, sino también en una época con mil enigmas a sus espaldas. Desde la supuesta violación de la hija del Conde don Julián, leyenda con la que se ha intentado explicar la caída en un suspiro del Reino Visigodo , hasta las causas que hicieron que el bando witizano traicionase a don Rodrigo en mitad de batalla de Guadalete. «Firmaron un pacto y abandonaron al monarca. Algunos historiadores apuntan incluso que pudieron poner sobre aviso antes a las tropas enemigas», añade el autor. Él, insiste una y otra vez, no es historiador. «Simplemente he dado mi visión de lo que pudo suceder», explica.Noticia Relacionada estandar No El error de la batalla de Guadalete… y otras grandes mentiras de la conquista musulmana de Hispania Manuel P. VillatoroAunque si algo rezuma la novela en cuestión, es esa idea de que la península fue una tierra de mestizaje y de relaciones entre culturas que poco se parecían. «La conquista ha sido algo muy polémico, pero, en la práctica, supone un episodio capital de nuestro pasado. Es obvio, España ha tenido una Edad Media por la que no ha pasado ningún otro territorio europeo, salvo el sur de Italia. Al-Ándalus es único tanto por su extensión –ocho siglos– como por la mezcla que produjo», desvela Yagüe. Y, a los que glorifican a unos y demonizan a otros, les aporta datos: «Los visigodos entraron como federados del Imperio romano y se asentaron aquí, y los musulmanes hicieron un poco lo mismo. ¿Por qué fue tan rápido y se quedaron? Porque tenían apoyos». El ejemplo más claro fue la propia Egilona. O Egilo, como la llama el autor con cariño. Normal, han sido muchos meses a su lado.1–¿Qué sabemos en verdad de Egilo?Muy poco. Quizá la que más información aporta sobre ella, y la que ha formado su imagen, sea la ‘Crónica del moro Rasis’, que es posterior a otras como la del 754. Esta nos muestra a una reina que, después de ser casada con el hijo de Muza, conquistador del Reino Visigodo de Toledo, empezó a malmeter y a ofrecer sus joyas para que Abdelaziz se convirtiera al cristianismo y se erijiera como rey independiente. Una suerte de mujer ambiciosa, una ‘femme fatale’ que llevó por el mal camino a Abdelaziz. 2–¿Hasta qué punto es cierta esa presunta sublevación?Según historiadores como María Jesús Fuente, que tiene un libro muy interesante sobre reinas hispánicas medievales y dedica un capítulo a ella, este comportamiento es muy extraño en una reina cautiva. No debemos olvidar que, en el fondo, había caído en manos de sus conquistadores. Lo normal con las monarcas visigodas era que se las metiera en un convento cuando fallecía su marido. Ella, sin embargo, se volvió a casar, al parecer de forma forzada, con una persona que no compartía su credo religioso y que no la obligó a convertirse. Pero lo que más sorprende es que incitara a Abdelaziz a independizarse, que le manipulara. Se puede entender que esa visión que tenemos de Egilo es interesada y ha sido extendida por el grupo árabe que, después, protagonizó el primer magnicidio de la historia de Al-Ándalus: el de Abdelaziz.David Yagüe, periodista y autor del libro ‘La última reina goda’ Tania Sieira3–Sorprende que las crónicas la dibujen como esa mujer fatal que llevó a la desgracia a su nuevo marido…Es alguien a quién es muy fácil culpar de los males de los hombres. Destaco en la novela que, en el 711, que es una fecha capital de la historia de la península, hubo dos mujeres entre la leyenda y la historia. Una es Florinda y otra es Egilo. A la primera se le achaca la destrucción del reino y, a la segunda, la caída del primer gobernador islámico. Es sospechoso. En el caso de Egilo, era más fácil cargar las tintas contra la mujer cristiana, que contra el gobernador asesinado o que a sus asesinos.4–La violación de Florinda es un episodio controvertido. ¿Qué cree usted que ocurrió?No soy historiador, soy periodista. He utilizado las muchas lagunas de esta época para novelar. Con el romance de la violación de Florinda me he intentado imaginar una versión que sea verosímil. Una en la que el rey Rodrigo no fuera un pervertido y Florinda no fuera una cualquiera que se acuesta con el primero que pasa. Hay que tener en cuenta que era una mujer joven en una corte. No creo que tuviera muchas armas para resistirse si un rey se encaprichara de ella. Pero tampoco soy partidario de que don Rodrigo fuese peor que Witiza, por ejemplo.5–Se adentra también en la posible traición del bando witizano a don Rodrigo en la batalla de Guadalete…Había dos bandos enfrentados. La sucesión entre Witiza y Rodrigo había sido problemática. Lo siguiente que sabemos es que estaban todos juntos en la mal llamada batalla de Guadalete… Al parecer se unieron contra un enemigo común, pero no fue exactamente así. Me parece plausible que los witizanos, con el obispo Oppas a la cabeza, se retiraran. Firmaron un pacto en el momento y abandonaron la batalla. Algunos historiadores apuntan incluso que pudieron poner sobre aviso a las tropas musulmanas. 6–¿Cómo podemos estar seguros de ello?Bueno, en la batalla de Covadonga, Oppas estaba con los musulmanes y mantenía su cargo. También es posible que, como muchos otros nobles visigodos e hispanos de la época, los Casio y los Teodomiro, firmara pactos individuales con los musulmanes y se quedara con su estatus. Debió haber una parte de la aristocracia goda o hispanovisigoda que apoyó a Witiza y aceptó de buen grado que llegaran los musulmanes. En todo caso, yo intento dar cierta gracia a la novela y planteo que esta gente creía que los invasores se irían y ellos volverían a recuperar el trono. Aunque ya sabemos lo que pasó durante ocho siglos.La última goda Editorial La Esfera de los libros Precio 22,90 euros Páginas 4007–Tras la batalla se produjo la captura de Egilona y su entrega a Abdelaziz. ¿Llegaron a enamorarse?No podemos hacer una historia romántica de esto. Imaginar que Egilo se enamoró de Abdelaziz es muy aventurado. Lo más plausible es que fuese obligada a casarse como una cautiva. También hay que entender que los musulmanes, habiendo entrado en un reino que era muy grande y muy poderoso, con un contingente exiguo de tropas árabes –una buena parte eran norteafricanas–, se plantearan pactos para dominar el territorio. Seguramente veían a esta reina con un interés concreto. Aunque no la reconocían como monarca, a ojos del pueblo al que tenían que conquistar les podía dar cierto respaldo. Yo lo he entendido así, pero tampoco tenemos pruebas.8–Incluye dos personajes ficticios muy llamativos, Baddo, Aquila y Tulga.Sí, quería que hubiese también personajes ficticios que representaran a la gente que no protagoniza la historia y que no sale en las crónicas. Por un lado está Baddo, la dama de compañía de Egilo. Por otro, un grupo de guerreros que participan en Guadalete, sobreviven y acaban sirviendo a los nuevos señores. Tulga es uno de los más curiosos. En su momento leí que unos arqueólogos habían encontrado un texto que describía el caso de un legionario romano que había sufrido neurosis de guerra. Me pareció muy interesante porque es un tema que apenas se ha tratado en la Edad Media , así que metí a uno. Me atraía esa idea de un combatiente letal que, después, sufriera en ese sentido.9–¿Qué pasa con España, que todo el que llega parece querer independizarse?No sabemos si quería independizarse o si fue la justificación que se dio para quitárselo de en medio. En todo caso, es un argumento que no compro. Sabemos que el padre de Abdelaziz estaba preso en Damasco y que, en caso de que se sucediera una revuelta, sería el primero en morir. La lógica dicta que, como tenía pocas tropas para dominar un territorio muy extenso, se valió de soldados locales. Y es probable que eso molestara a los árabes. En todo caso, las crónicas difieren mucho a la hora de explicar cómo fue su final.10–La idea del mestizaje está causando mucha controversia en los últimos meses.Mi opinión no es académica, pero creo que las culturas convivieron. El caso de Egilo es de los más claros. No sé si mestizaje de sangre, pero sí cultural, o asimilación. Y es lo que defienden muchos historiadores.11–¿Sabe que José Soto Chica ha hecho también una novela sobre Egilona?Claro, hasta le incluyo en los agradecimientos porque he bebido de sus ensayos. Hemos publicado con diferencia de unos meses, pero creo que van a ser dos novelas muy diferentes. Él es historiador, yo novelista y periodista. Son dos visiones diferentes.12–¿Qué es para usted la novela histórica?No me gusta la novela en la que los autores sostienen que narran exactamente lo que pasó. Yo ni lo sé, ni lo puedo saber. El objeto tampoco es la verdad histórica. He intentado que sea una obra que atrape al lector e intento conectar con él con temas de actualidad. El cómo afectan los bulos al poder, por ejemplo. También planteo que no somos tan diferentes. En aquella época de cambios muy pausados y progresivos, la sociedad tuvo que superar que se les cayera el universo que conocían de un día para otro. Tras la invasión se encontraron con una realidad diferente: religiosa, política, social, militar… Ellos, como muchas veces nosotros, también pensaban que estaban al borde del apocalipsis.

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