Que Pere Aragonès encajaría anoche una derrota de época era la única clave que estaba clara antes de que comenzara el recuento de las urnas. Lo que no era tan evidente era la magnitud del correctivo que los votantes independentistas terminaron asestando a su todavía presidente: casi 180.000 catalanes abandonaron al republicano , que se quedó tan solo a unos 85.000 sufragios del PP. Solo hay dos diferencias desde las anteriores elecciones catalanas que pueden explicar este castigo. La primera es la relajación del ambiente independentista por las cesiones sistemáticas de Pedro Sánchez. Pero el contexto es el mismo para todos los partidos secesionistas y, mientras Pere Aragonès se ha desplomado, Carles Puigdemont ha salido reforzado. La causa del hundimiento de ERC está, por tanto, en la otra diferencia que existe respecto a 2021, y que no es otra que la mala gestión del republicano durante estos tres años. El saldo que deja se resume en una altísima deuda y una máquina de gasto que no han servido para solucionar las graves deficiencias de las infraestructuras catalanas; una flagrante falta de médicos y enfermeras en el sistema sanitario; importantes reveses industriales ejemplificados en los cierres de Nissan o Bosch; y una evidente ausencia de medidas preventivas frente a la sequía, que la población catalana ha sufrido en sus carnes en forma de restricciones en el consumo de agua. Culpabilizar al Estado de los problemas que existen en Cataluña no ha colado esta vez porque ERC ha sido durante estos tres años socio de referencia del Gobierno central.Noticia Relacionada estandar No Alejandro Fernández: «El PP de Cataluña ha vuelto y lo hace con más fuerza que nunca» ABC El PP ha mejor su resultado en escaños respecto a las elecciones de 2020 y suma 15 diputados en el ParlamentUn castigo de la magnitud del que ha encajado Aragonès solo dejaba una salida honrosa, la dimisión. No lo hizo ayer deslizando -con Oriol Junqueras respirándole en la nuca-, que seguiría en la oposición, porque a sus 42 años no quería saber nada de jubilarse. Junqueras tragó anoche, pero la debilidad de Aragonès era tal que no ha aguantado ni veinticuatro horas.
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