Iván Torres (Efecto Pasillo): «La relación con los bares aquí en Madrid es muy divertida. Te aceptan como en tu casa»

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Iván Torres (Efecto Pasillo): «La relación con los bares aquí en Madrid es muy divertida. Te aceptan como en tu casa»

El líder de Efecto Pasillo , Iván Torres (Las Palmas, 20 de octubre 1982), graba, crea, extraña su tierra y aunque el Manzanares no es un consuelo de Atlántico, le gusta pasear por Madrid Río. Sabe que venir de la roca volcánica de sus Islas Canarias al granito berroqueño de Madrid supone un cambio importante. Y sí, la piedra acaba por influir en el carácter. Se vino casi con lo mínimo y un paquete de gofio a Madrid, después de haberla conocido unos años como estudiante. Pasó frío, sin mantas, en un piso en el Ensanche de Vallecas cuando se instaló en 2013, pero ya sabían, él y su grupo, que ‘Pan y mantequilla’ tenía todas las papeletas de un gran éxito. Por eso la mudanza, dejar su tierra y venirse a Madrid. No soporta, un hombre acostumbrado al frescor nostálgico de los alisios, el verano de Madrid. Si le toca en una gira, lo lleva mal. Pero el arte es el arte. Cuando la primavera retoña por Madrid, cuando las terrazas abren y surgen amigos improvisados, el hombre canario es muy similar al madrileño. Su último ELP. ‘Tabú’, tiene voz isleña e inspiración madrileña.Noticia Relacionada COLONOS estandar Si Ricky Merino ‘(Operación Triunfo’): «Es necesario y obligatorio que quien quiera dedicarse al arte viva en Madrid» Jesús Nieto Jurado En verano, en las cercanías del pantano de San Juan, cree estar entre los pinos y las cigarras de Andrach—Suelo preguntar por cuánto influye el suelo, la roca, en la gente. Usted viene de piedra volcánica a granito . —Es verdad que el suelo de granito propone una infinidad de gentes, de puertas, pero nosotros teníamos nuestras raíces en tierras volcánicas. Y sí, influye en nuestro carácter.—Llega en el ya lejano 2013. Habrá anécdotas.—’Pan y mantequilla’ daba mucho que hablar. Todo iba apuntando a un éxito. Veíamos próximo el momento de la catapulta. Nuestro guitarrista se mudó unos meses y nosotros le seguimos. A un piso del Ensanche de Vallecas. Recuerdo que hacía muchísimo frío, que no llegaba para mantas y que dormía con el abrigo de calle (Ríe).—¿Hacían vida en el Ensanche de Vallecas?—Es verdad que era una zona nueva, económicamente accesible. Pero la vida la hacíamos en el centro. Y ocurre una cosa; que relación con los bares en Madrid es muy divertida, es como que te aceptan allí como en tu propia casa. Meses más tardes nos mudamos. —Cuando Antonio Banderas probó la aventura madrileña le dieron tabaco y quince mil pesetas. ¿Cómo lo despidieron los suyos?—Mi madre me dio tres consejos: que comiera, que me abrigara, y que me cuidara. Una manera de llevarme algo de ella fue el gofio, que el hambre, por mucha que sea, te la quita con un poco de leche.—¿Los canarios van por su parte, hacen familia, o pasan desapercibidos por la ciudad? Porque ustedes han visto mundo y gentes…—Los canarios se juntan al final. Me imagino que pasará lo mismo con otras comunidades autónomas. Los canarios tienden una red. Y eso se da mucho en la música. Conozco muchos músicos isleños afincados en Madrid que nos encontramos, grabamos, quedamos para tomar algo… Hay una comunidad muy importante de canarios. Quieras que no se echa de menos tu cuna, y el acento llama cuando lo escuchas por la calle.—Un tópico sobre los ‘godos’ que le haya desmontado Madrid.—Que son cerrados. No soy muy de generalizar, pero hice un año en la Universidad Autónoma, y nada de eso de círculos cerrados. Todo lo contrario. Encontré gente estupenda que me aceptaron y me ayudaron en momentos que andaba perdido y poco animado. —Hay quien dice que Madrid es la puerta de Hispanoamérica en lo musical. Que hay un magma de ritmo y creación…—Siempre he vivido esa llegada de música latina, que aterrizaba en Canarias, las cumbias y todo aquello, por mi tierra, y de ahí iba a la Península. La gente aquí tiene muchas ganas de bailar.—¿Cómo es su relación con el reguetón en la capital?—No soy mucho de reguetón. —Lo sabía y por eso le pregunto.—No lo consumo. Escucho, eso sí, alguna novedad. Y lo bailo cuando toca en la fiesta. —¿Qué le ofrece Madrid a un músico canario?—Me ha inspirado muchísimo. Es una ciudad donde de día y de noche ves historias para dar y tomar. Te encuentras gentes de todos lados. Y eso, a la hora de crear, es brutal. Sumado a la vida que se crea en la calle en primavera, otoño…—Creo que su último ELP, ‘Tabú’, tiene algo que ver con Madrid.—Pues me inspiré en una situación que tiene que ver con dos personas. Una de ella no puede contarle a la otra lo que siente sobre una tercera persona. De ahí el tabú. Casualmente esa historia se produce en Madrid. —Por cambiar el tercio, hablemos del tiempo. Un hombre acostumbrado al gozo de los alisios, ¿cómo se lleva con el verano de esta ciudad?—El verano en Madrid es horrible. Lo intento pisar lo mínimo, pero si estás de gira estás de gira. —¿El paisano madrileño guarda algún parecido con el canario?—Cuando mejora el tiempo aquí, nos parecemos en eso, en buscar las terrazas, en hablar con el otro. En eso sí hay una semejanza. En Madrid, con el buen tiempo, cambia hasta el humor.

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