El control del Parlament fuerza a Illa a una negociación contra reloj

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El control del Parlament fuerza a Illa a una negociación contra reloj

No habrá que esperar a finales de agosto y, seguramente, tampoco al 25 de junio, fechas con las que se trabaja para una investidura. La negociación por hacerse con la presidencia del Parlamento de Cataluña finalizará, como muy tarde, el 10 de junio. Solo un día después de las elecciones europeas. No parece factible que se llegue a ese día sin tener los pactos cerrados en Barcelona.Eso sí, la complicada aritmética, resultante de las elecciones del 12 de mayo, y los vetos entre los partidos forzarán a los aspirantes a llegar a acuerdos contrarreloj. Además, estos pactos vislumbrarán por dónde puede ir la investidura de Salvador Illa (PSC), si consigue convencer a ERC, o de Carles Puigdemont (Junts), si este tuerce el brazo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.Noticia Relacionada estandar Si El republicano toma el mando de ERC y no descarta investir a Illa Juan Fernández-MirandaSerán los socialistas los que lideren la negociación por hacerse con el segundo cargo institucional autonómico en importancia, solo por detrás del presidente de la Generalitat. Todo apunta a que el Govern que se configure estará en minoría, por lo que controlar los tiempos, los ritmos, los plazos y, sobre todo, la agenda política del Parlament es fundamental. Si bien es cierto que la suma de los diputados del PSC, el PP y Vox –mayoría absoluta: 68 escaños– hace imposible aprobar declaraciones de independencia, mociones contra la Monarquía y, previsiblemente, iniciativas de alto voltaje que choquen contra la Constitución y el Tribunal de Garantías.Pero la debilidad del PSC le obliga a pactar para controlar la cámara catalana. En juego están siete cargos: presidente, dos vicepresidentes y cuatro secretarios. La idea es que en la Mesa se vea reflejada la pluralidad de un hemiciclo con ocho grupos políticos, dos de ellos (CUP y Aliança Catalana) en el mixto y sin posibilidades de obtener representación en el órgano rector del Parlament, pero hay que tener en cuenta también que PSC, Junts y ERC firmaron un documento comprometiéndose a ni tan solo negociar algo con Vox. Por lo que la Mesa no será representativa de la pluralidad salida de las urnas.Contactos discretosAyer, voces autorizadas y con galones en el grupo parlamentario socialista, como Alícia Romero y Ferran Pedret, manifestaron que todavía no se habían producido contactos con otros partidos para ver cómo se articula el reparto de la Mesa. Y que, en cualquier caso, las negociaciones serían «discretas». Parece lógico. En tres semanas y media se volverán a abrir las urnas, esta vez en toda España, para elegir a los diputados del Parlamento Europeo. Cualquier pacto o acuerdo que pueda entrever cómo se resolverá una posible investidura será objeto de debate en campaña electoral.Pero la realidad es que Illa necesitará pactar y la cámara autonómica permite mucho juego para las tres votaciones (presidente, vicepresidentes y secretarios). No solo habrá que atender a las necesidades de una ERC sin Pere Aragonès y con Oriol Junqueras controlando toda la estrategia, la acción y la resolución del partido, tal y como ayer anunció al confirmar que no piensa dimitir de la presidencia.Ahí entrará también el PP de Alejandro Fernández, que en esta ocasión, con 15 diputados, salvo sorpresa de bloqueo, volverá a tener representación en la Mesa. Los socialistas trasladaron este martes que se sentarán a hablar con todos los grupos, salvo con Aliança y Vox. Pero fuentes de los populares apuntaron que «todavía es prematuro» para sentarse a tratar los cargos de la Mesa. Aún no se ha llevado a cabo ni el escrutinio del voto de los residentes ausentes ni el recuento (que se hará el viernes). Aunque no se esperan cambios en los escaños.En cualquier caso, las opciones de que la presidencia recaiga en algún diputado de Junts es muy difícil y pasaría, casi únicamente, por un pacto con el PSC, que ahora mismo no parece viable. Junts, ERC y la CUP suman 59 votos (y con Aliança, 61). Si este paco fraguara, superando a los 42 del PSC y a los 48 añadiendo a los de Sumar, los 15 votos de los populares serían determinantes. 63 a 59.Noticia Relacionada estandar No El Gobierno subraya que los catalanes han lanzado «un mensaje claro» en contra de la «vía» del referéndum Mariano AlonsoHay que tener en cuenta que la votación a presidente de la cámara es, primero, por mayoría absoluta (68) y, si no se consigue, sale victorioso, en una segunda votación, el que tenga más votos de los dos que en la primera votación obtuvieran más apoyos. Pero no hay vetos (a diferencia de una investidura). Para los vicepresidentes solo hay una votación, eligiendo a los dos con más apoyos, y un mecanismo idéntico se utiliza para la elección de los secretarios.Así pues, habrá negociación, sí o sí. Y todas las opciones están sobre la mesa. Pero desde los socialistas a los populares, pasando por los de Junqueras y Puigdemont, apurarán los días de margen (fecha tope: 10 de junio, salvo que Aragonès la adelante, pues solo depende de él). Pero el objetivo del PSC, ahora mismo, es hacerse con la presidencia del Parlament, primero, para tratar de conquistar la Generalitat, después, con una investidura de Illa, que permita un ciclo político en el que legislativo y ejecutivo vayan coordinados.«Todavía no hay ninguna conversación y, por lo tanto, es una opción que no está sobre la mesa», señaló Romero, ayer, descartando que el PSC haya ofrecido la presidencia a ERC.Cuando este aparente galimatías, solo consecuencia del resultado electoral del 12 de mayo, se resuelva, empezará la negociación estricta por la investidura, aunque todo el trabajo de acercamiento entre partidos que se haga en clave parlamentaria no será en vano para pactar el apoyo para la elección de un nuevo presidente. Illa hará valer en la negociación el apoyo que el PSC dio a ERC cuando Aragonès se quedó sin medio gobierno en otoño de 2022 por la salida de Junts. Las cuentas de 2023 tienen el sello socialista y las de 2024 también lo hubieran tenido de no ser por los comunes de Jéssica Albiach.El ejemplo del caso SánchezLa ambigüedad del coordinador nacional de ERC y presidente de la Generalitat en funciones, en su despedida de la primera línea política, el lunes, a la hora de desvelar si los republicanos apoyarán a Illa en una investidura, sumada a la carta de Junqueras, ayer, en la que asegura que no quiere generar «falsas expectativas» y se niega a que Cataluña esté «a merced de la voluntad de un presidente español», apuntan a que Illa tendrá una ventana de oportunidades.A pesar de estos indicios, Puigdemont no tira la toalla. Insistió, a través de las redes sociales de internet, en que no es necesario ganar las elecciones para ser presidente y no es menos legítimo el gobierno liderado por el partido que quedó segundo en las urnas. El eurodiputado y fugado de la Justicia desde 2017 recordó el caso de Artur Mas de 2006, cuando obtuvo seis escaños más que el PSC pero no pudo gobernar por un pacto tripartito de izquierdas.Y añadió los ejemplos de Sánchez en el Congreso tras las elecciones del 23 de julio, citado días atrás, y de Jaume Collboni (PSC), en el Ayuntamiento de Barcelona: «Todo el mundo tiene derecho a intentar formar gobierno, si cree que puede reunir un apoyo parlamentario que se lo permita».

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