Tiene apenas 21 años, pero ya acumula más experiencias vitales que la mayoría de las chicas de su edad. Para lo bueno y para lo malo. En el platillo de lo positivo, una carrera de éxito como deportista y, en el negativo, una de las peores lesiones que se pueden sufrir: la temida triada. Sin embargo, gracias a un fuerte carácter y a su capacidad de superación, esta jugadora del Club de Campo Villa de Madrid solo ve un futuro halagüeño en lontananza. «Cuando me rompí la rodilla a la vuelta de los Juegos de París lo pasé muy mal, no lo voy a negar», explica, «ya que aparte del dolor del momento y de lo dura que es la rehabilitación no dejas de darle vueltas a la cabeza preguntándote que por qué te sucede a ti, que qué mala suerte y todas esas cosas. Sin embargo, pronto me centré en los aspectos favorables».Estos argumentos están claros para esta estudiante del doble grado de Relaciones Internacionales y Business Analytics en ICADE. «Aunque es verdad que esta temporada ya la tengo perdida, me van a quedar tres años completos para llegar a la siguiente cita olímpica, la de Los Ángeles 28. Y ahí es donde lo vamos a dar todo», comenta con una sonrisa. Porque habla en nombre de todas sus compañeras, junto a quienes firmó un séptimo puesto en la pasada cita francesa que les reportó un diploma olímpico, aunque se les antojó insuficiente. «Nos dio mucha rabia no haber llegado más lejos en la competición, ya que hicimos un buen torneo, pero pronto le dimos valor a lo conseguido y vimos que no estaba tan mal. Era el primer paso para lograr las cotas más altas en la siguiente cita olímpica», recuerda.Será entonces cuando tendrá que sacar toda su calidad y carisma para tirar de una selección con la que ya destacó en la Copa de Naciones de 2023, donde España ganó y ella fue nombrada la mejor del torneo. «Yo siempre he sido la pequeña del grupo y en las próximas competiciones (entre tanto llegarán un Europeo y un Mundial) iré ganando mayor experiencia. Para mí es un regalo poder convivir y fijarme en mis compañeras más veteranas para ir aportando cada vez más mi granito de arena al conjunto». Esta suma de voluntades mantiene a las ‘redsticks’ con un objetivo recurrente en sus mentes: repetir la medalla de oro que consiguieron las pioneras de esta modalidad en Barcelona 92.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Rafael Jódar: otro Rafa con los pies en la tierra noticia Si María Forero, su zancada le ganó al fútbol noticia Si Una referente mundial en ciernes«Sería un sueño hecho realidad, no lo voy a negar. Lo que consiguieron esas mujeres fue excepcional y nos encantaría poder repetirlo. Yo tengo la suerte, además, de tener aquí mismo a la capitana de ese equipo, Mercedes Coghen, que es un estímulo constante», reconoce. Esto, para alguien que llegó por casualidad a este ambiente, es todo un lujo. «Yo jugaba a todo en el colegio, se me daban bien los deportes, especialmente el fútbol, pero mi padre me apuntó al hockey en el Club de Campo porque las hijas de unos amigos también lo hacían, y desde entonces no lo pude dejar», rememora con pasión. «Fui subiendo de categorías y los éxitos fueron llegando como algo normal, casi sin darme cuenta de ello. Tengo la fortuna de que siempre han confiado mucho en mí y me han apoyado, de manera que cuando llegué a categoría absoluta después de haber sido internacional ya en las inferiores, me di cuenta de que tenía nivel para acometer cotas mayores». Y tanto que lo tenía, pues en solo dos años llegó a unos JJ.OO. con su sello propio. «Aunque soy extremo no busco tanto marcar goles como dar asistencias, todo ello con mucha garra e intensidad. Soy muy física y me gusta mucho correr con la bola. Y mentalmente, nunca me frustro. Esas son mis cualidades», resume. La furia española sigue más viva que nunca.
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