Jorge Fernández Díaz, premio Nadal con ‘El secreto de Marcial’

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Jorge Fernández Díaz, premio Nadal con ‘El secreto de Marcial’

Hace pocas horas que Jorge Fernández Díaz escribía en ABC, cabecera de la que es colaborador habitual, sobre sus primeros años de periodista, allá en los ochenta: ‘El Diario del Neuquén’ en la Patagonia argentina. «Yo era reportero de sucesos en Buenos Aires y alguien me convenció de abandonar la ciudad, fundar un diario en el Alto Valle del Río Negro y del Neuquén, e internarme en aquella gran aventura: la misión consistía en escribir crónicas policiales apasionantes que elevaran la circulación del periódico, y además ser redactor en jefe durante las noches…» Como tantos escritores, la obra literaria de Fernández Díaz germinó en los veneros del reporterismo. Casi una veintena de títulos entre novelas, investigación periodística, relatos, ensayo y autobiografías noveladas. A ese último apartado se adscribe ‘El secreto de Marcial’, ganadora del Premio Nadal de 2025 por decisión del jurado que otorga los 30.000 euros y que forman Care Santos, Inés Martín Rodrigo, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y Emili Rosales. ‘El secreto de Marcial’ completa un ciclo familiar que Fernández Díaz abrió en 2002 con ‘Mamá. Una historia íntima’. Era el testimonio de la emigración a través de aquella mujer que dejó España siendo una campesina quinceañera asturiana para buscarse el pan en la Argentina de Perón. Nacido en 1960 en el bonaerense barrio de Palermo, Fernández Díaz tuvo en ‘Mamá’ su novela más aclamada. Una crónica familiar nacida de cincuenta horas de conversación con la madre a la que poco después silenció el Alzheimer: «Sabemos poco de nuestros padres. Menos de lo que creemos. Tenía que indagar», explicaba a Jesús García Calero en ABC. La memoria oral revelaría «cosas que no sabía, secretos familiares, algunas que dolían como un intento de violación…» Noticia Relacionada reportaje Si Crónica de iniciación del reportero en la Patagonia Jorge Fernández Díaz El escritor retorna a Neuquén, ciudad transformada por el hallazgo de petróleo, y rememora sus inicios en el periodismo de cercanías, allí donde todos los vecinos conocen al plumillaEn ‘El secreto de Marcial’ Fernández Díaz vuelve a tirar del hilo introspectivo. «Si madre solo hay más que una, cada padre es un enigma», advierte el ganador del Nadal. En este caso, la necesidad de entender quién fue su progenitor, Marcial Fernández , años después de su muerte: «Mi padre se llamaba Marcial y al descubrir mi vocación literaria me dio por perdido. Era un sufrido inmigrante asturiano, un afable camarero del bar ABC -donde Osvaldo Pugliese había estrenado varios tangos míticos-, un fanático de Tyrone Power y un amante de las películas en blanco y negro», explicaba en otro de sus artículos en ABC. Un padre al que no le gustó que su hijo fuera escritor: «Mi padre, al descubrir aquel oficio, paradójicamente confundió la literatura con la vagancia y dejó de tratarme». El conflicto se resolvió cuando padre e hijo compartieron la pasión cinéfila por ‘Qué verde era mi valle’, de John Ford.Doble emigraciónAl igual que ‘Mamá’, la novela ganadora se nutre de la experiencia de la emigración entre la Asturias natal y el Buenos Aires adoptivo. De la peripecia particular -la relación entre padre e hijo- a la crónica colectiva de la emigración española a Hispanoamérica. «La historia de la emigración -qué gusto oír llamarla como entonces- es hoy algo subversivo», sostiene Fernández Díaz. La de los suyos y de tantas familias fue una doble emigración: huir de la mísera posguerra y tener que regresar a España en 2001 por la crisis del corralito argentino. Lo dice uno de los cinco periodistas más respetados de esa Argentina que atraviesa Remil, su ‘alter ego’ policial en la trilogía negra de ‘El puñal’ ‘La herida’ y ‘La traición’. Centenario de MatuteEsta edición del Nadal en 2025 se enmarca en el centenario del nacimiento de una de las autoras más prestigiosas de Ediciones Destino: Ana María Matute. Al mérito de Ignacio Agustí como ideólogo del Nadal se suma su intuición literaria: haber descubierto a la Matute cuando publicó sus primeros cuentos en el semanario ‘Destino’. La intuición quedó ratificada en 1948: una Matute veinteañera años concurrió con ‘Los Abel’ a la cuarta edición del premio, que ganó ‘La sombra del ciprés es alargada’ de Miguel Delibes. Un año después, la autora barcelonesa quedó finalista del Nadal con ‘Luciérnagas’. La novela no pudo publicarse hasta 1955 con el título cambiado –’En esta tierra’- y abundantes recortes de la censura. Hubo que esperar hasta 1993 para conocer la versión íntegra de la novela con su título original. Tras el disgusto de ‘Luciérnagas’ advino el reconocimiento definitivo: Matute ganó el Nadal de 1959 con ‘Primera memoria’ . Al dirigirse al público, la escritora, que había superado su tartamudez juvenil, dio rienda suelta a su espíritu libre, casi una década después de su primer Nadal: «He escrito y seguiré escribiendo novelas desagradables para los paladares burgueses y esteticistas». Porque, como gustaba repetir –«¡Cosas de la Matute!», decía- la angustia de la adolescencia que recorría aquella novela era su manera de denunciar las injusticias de la vida adulta: «Esa incomprensión ante el mundo, ese estupor, ese asombro ante el mundo que hay en ‘Primera memoria’, ése sí es profundamente mío», aseguraba. En la Matute de los ‘nadales’ hallamos el disco duro de toda su obra posterior.El Premio Josep Pla 2025 de narrativa catalana recayó en ‘L’art de ser humans’ (El arte de ser humanos), un ensayo divulgativo de David Bueno que conjuga la Ciencia y las Humanidades para configurar lo que el autor denomina el ‘Homo Artísticus’.

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