‘Desmontando un elefante’ y ‘La mitad de Ana’: los estrenos de cine de la semana

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‘Desmontando un elefante’ y ‘La mitad de Ana’: los estrenos de cine de la semana

El estreno de dos películas españolas, ‘La mitad de Ana’ y ‘Desmontando un elefante’, que tratan temas tan recientes como la maternidad o el alcoholismo, nos permiten situarnos en nuestra época con ojos descubridores y certificar cómo el cine avanza por los lugares de siempre pero con las botas flamantes de una ‘cultura’ nueva, otra sensibilidad, con una coraza moral que hace que los problemas se diluyan entre los líquidos y ácidos de la corrección social. Todo lo que no está prohibido es obligatorio, que decía Jardiel, y allá donde no exista una normativa hay que sospechar y adecuar el pensamiento y la obra como si la hubiera. El mundo, por fin, despertó (que en inglés se dice ‘woke’) y ya sabe qué pensar sobre todo.Marta Nieto en ‘La mitad de Ana’En ‘La mitad de Ana’, primera película que dirige la excelente actriz Marta Nieto, uno puede descubrir que la maternidad es difícil, compleja y, en cierto modo, aniquiladora de esos grandes proyectos que tenía una mujer para sí misma. Y lo peor, que además ese sacrificio de la maternidad, esa ofrenda, esa capitulación se hace por un amor tan grande que escapa de control (¡normativas, por favor!). Y con esa idea, la de las dificultades de ser madre, que alguien podría pensar que tiene ya algunos miles de años, la película nos presenta a una madre, Ana, absolutamente enfrascada en la vida de su hija de ocho años, Son (o Sonia), que ya es lo único que comparte con su expareja.Naturalmente, es una madre frustrada; es pintora, pero no pinta, y trabaja como vigilante de sala en el Reina Sofía; ha capitulado a la maternidad y en su dedicación plena ‘percibe’ que su hija no está de acuerdo con su sexo: quiere que la traten como a un niño y quiere jugar al baloncesto con los chicos de su cole. El argumento de la película acepta ese hecho como algo normal y la respuesta materna, paterna, escolar y ambiental lo enfoca como un deseo de ‘transición’ de la niña (¡ocho años!) y lo soluciona con la habitual batería de tópicos del más puro mandamiento ‘woke’…, pero ese no es el problema que plantea la película, pues la historia sigue fija en ella (o desde ella, la madre, que es el punto de vista), pues esa normalidad ambiental para su ahora hijo no impide que siga siendo infeliz, una mujer demediada y recelosa con su expareja y entorno.Es una película de ritmo lento, cauto, en la que apenas si ocurren cosas aunque se quieran contar muchas, y sobre todo es una película empapada de confusión, la de la niña, la de la madre, las del resto de adultos, confusión en el amor, en la vida, en la propia película… La interpretación de Marta Nieto es muy intensa, y seguro que pretende contar algo profundo probablemente más sobre la maternidad que sobre exploraciones de la identidad sexual a la edad en que las pelotas de baloncesto no tienen sexo.Noticia Relacionada Los siete pecados capitales de… estandar Si Emma Suárez: «La avaricia es una forma de droga social» Rebeca Argudo La actriz protagoniza la película ‘Desmontando a un elefante’, que ahonda en asuntos como las dependencias y las adiccionesAcerca de ‘Desmontando un elefante’ se puede acudir, lo primero, a una frase hecha: el alcoholismo ya no es lo que era. El cine ha tenido una relación larga y oscura, también cromática, terapéutica, a veces cómica y siempre trágica con el alcoholismo. El título original de la película de Billy Wilder era ‘The Lost Weekend’, pero era mejor el título con el que se vio en España, ‘Días sin huella’, o con la única huella que dejaban los círculos de un vaso tras otro en la madera de la barra del bar. Los sargentos borrachines de John Ford, el abogado Paul Newman de ‘Veredicto final’, los profesores de ‘Otra ronda’, el Jack Lemmon de ‘Días de vino y rosas’…, ahora, en la película de Aitor Echevarría, el alcoholismo se instala en el salón de una casa familiar y con el corpachón de un elefante que nadie quiere ver ni esclarecer.Es la historia de Marga, excelente, como siempre, Emma Suárez, y de su hija menor, Blanca (Natalia de Molina) , que es quien se ocupa de señalar el elefante con el que convive su madre, una arquitecta de éxito, y de vigilar que Marga cumpla con toda la normativa de su rehabilitación, aunque ello implique la pérdida de su mitad (como Ana en la otra película) y desatienda su sueño de ser bailarina (¡qué bien baila Natalia de Molina!). Muy bien filmada, con gran gusto en el diseño, y muy bien interpretada por las dos actrices, pero el alcoholismo, ese elefante, no está apenas en escena (sólo en la sutil matización dramática de Emma Suárez) y la película rehúye de lo que quiere hablar precisamente hablándolo.

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