La propietaria de Carolina Herrera conquista la moda de lujo francesa

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La propietaria de Carolina Herrera conquista la moda de lujo francesa

Sin dejar de lado la discreción que caracteriza a la compañía, Sociedad Textil Lonia (STL) – propietaria de Carolina Herrera y Purificación García – anunció esta semana la adquisición de la marca de moda de lujo francesa Christian Lacroix a través de un comunicado. Una operación cuyo importe no ha trascendido –«es una transacción privada»– y que amplía el negocio de esta empresa del textil gallego fundada por tres de los hermanos de Adolfo Domínguez tras el cisma familiar, que a pesar de no contar con la repercusión mediática de gigantes del sector como Inditex o Mango, cuenta con una vertiginosa expansión internacional que la ha llevado a conformar un equipo de más de 2.500 personas con 600 puntos de venta en 43 países. Destaca su presencia en América, Europa y Asia .Noticia Relacionada estandar No Una firma de moda gallega adquiere la casa de lujo francesa Christian Lacroix Araceli NicolásTras un cierre de 2023 agridulce, en el que los resultados mostraron un freno al crecimiento de la compañía y su consecuente reducción de beneficios, la compra del 100% de Christian Lacroix permite a la empresa, con sede en Pereiro de Aguiar (Orense), incidir en su internacionalización, como afirmaron desde la propia compañía. «Nos ilusiona enormemente incorporar el legado y la imaginación sin límites de la Maison Lacroix a nuestro proyecto empresarial. Daremos lo mejor de nosotros para que el talento único de su creador y su invaluable aportación al mundo de la moda alcancen todo su potencial», versa el comunicado.A pesar de que la Maison francesa no pasa por su mejor momento, la casa de moda que en su día diseñó el vestido de boda de Catherine Zeta-Jones o engalanó a personalidades como Madonna, Julianne Moore y Uma Thurman, contará ahora con la experiencia y trayectoria en gestión de negocio que aporta STL, participada por el grupo Puig que ya cuenta con antecedentes en este tipo de operaciones. Así lo demuestra el ejemplo de Paco Rabanne, una marca que la multinacional consiguió reflotar devolviéndola «al primer nivel», con fragancias icónicas como One Million, que conectó con la generación Z convirtiéndose en una de las más populares para este segmento gracias a una nueva forma de comunicar y emplear el marketing, como explica la especialista en marcas de moda Marilé Pretel, investigadora y docente en las universidades CEU San Pablo y la Universidad Europea de Madrid.En el caso de Christian Lacroix, su compra supone un «movimiento de alto potencial estratégico, principalmente para consolidarse en el segmento de lujo y ampliar su presencia internacional», señala a su vez Mónica Acero, directora de Reputación y Liderazgo en la compañía Llorente y Cuenca y experta en moda y retail, que valora esta «oportunidad única» para que la empresa refuerce su penetración en «nichos más exclusivos», además de «fomentar sinergias creativas, operativas y comerciales». La analista tampoco pasa por alto la repercusión mediática de esta adquisición, que podría acarrear «beneficios positivos en cuanto a visibilidad, notoriedad y reputación» para los gallegos.El reto se encuentra en casar la filosofía de ambas empresas, en un contexto de concentración progresiva del mercado textil que se acentúa en las dinámicas del sector de lujo, asevera Javier Cabrera, analista financiero de XTB.Una historia familiarEl caso de STL recuerda al de otras empresas gallegas familiares que consiguieron expandirse por todo el mundo. Una saga que se remonta a la Orense de posguerra, donde surgió la sastrería Faro, fundada por Adolfo Domínguez padre. Sus hijos, empezando por el mayor (Jesús Domínguez), comenzaron a incorporarse al negocio tras concluir sus estudios. Así lo hicieron Josefina Domínguez, el propio Adolfo y Francisco Javier. Los primeros años de expansión y consolidación de la ya renombrada como Adolfo Domínguez comenzaron a entrever las diferencias que había entre los hermanos, entre la visión más centrada en el crecimiento y las finanzas de Jesús y Josefina, encargados de integrar todas las fases del negocio, y el interés por el diseño y la innovación que encarnaba Adolfo.La colisión se materializó en 1997, cuando los caminos de la familia se dividieron tras la salida a bolsa de la compañía. Fue este el momento en el que Jesús, Josefina y Francisco Javier vendieron sus participaciones para financiar una nueva aventura empresarial que supondría la competencia directa de su hermano: Sociedad Textil Lonia.Aunque en un principio ambas compañías consiguieron crecer, llegando a mercados repartidos a lo largo del mundo, el tiempo no fue igual de clemente para Adolfo, cuya impronta empezó a quedar bajo la sombra de este nuevo gigante del textil. Una discrepancia de visiones que explica, entre otros factores, por qué Galicia y España son un reconocido centro neurálgico de la moda desde el que se diseñan los atuendos para medio planeta , una posición que se refuerza con este último movimiento de STL, que incide en el segmento de lujo en la que ya es la cuna de la moda accesible.

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