La túrbida Nicole Kidman y el adiestrador de perros

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La túrbida Nicole Kidman y el adiestrador de perros

Más alta que las altas, más guapa que las guapas, más ‘jagüayana’ que las de Hawái (nació en Honolulu) y, desde luego, tan grande como las grandes actrices de siempre, Nicole Kidman entra en campo y el campo se amolda a ella como si no pudiera entrar nadie más. Y tal vez por todo esto, y algún otro detalle que se obvia, Kidman es la mejor actriz del mundo para revelar en una pantalla todo lo que de turbio, de sospechoso, tienen o pueden tener las relaciones sexuales. Recuerden ‘Calma total’ y aquel velero, o ‘Malicia’, o ‘Todo por un sueño’, de Gus Van Sant, ‘Oscura seducción’, ‘Australia’, ‘El chico del periódico’, ‘Eyes Wide Shut’…, todas con un fuerte contenido (y sin contener) erótico. Aunque uno considere que la mejor Nicole Kidman sea la de la nariz de Virginia Wolf en ‘Las horas’ o la pálida, victoriana y mortecina de ‘Los otros’.La directora holandesa Halina Reijn escribe y dirige este drama erótico y turbio titulado ‘Babygirl’ y, como es natural, Nicole Kidman es la encargada de que todo el espesor sexual de su personaje fluya en la pantalla. En realidad, es la encargada de que todo ese material incomprensible adquiera algo de sentido y se entiendan esas aparentes anomalías que trata como un pasito más para la superación (o reorganización) de ese feminismo ‘MeToo’ que es desde hace años el sol cegador de nuestro paisaje.Es la historia de Romy, una mujer esplendorosa, alta ejecutiva, casada con un hombre íntegro y director de teatro (Antonio Banderas, que se sabe su papel como si lo hubiera escrito él), madre de varias hijas, modelo de mujer (perdón) ‘empoderada’ y acostumbrada a mandar. Y como la historia es muy, muy de hoy, muy transgresora pero también muy en el carril, se voltean convenientemente los escenarios ya sabidos: su fortaleza laboral y vital tiene su talón de Aquiles en lo sexual, y sucumbe sexualmente ante la dominación, la humillación y el maltrato, y de un jovencito.Es curioso y, en cierto modo, original que la directora proponga el otro personaje clave, un joven becario de su empresa, con los ‘tics’ y argumentos de un adiestrador de perros. Lo interpreta Harris Dickinson (el de ‘El triángulo de la tristeza’) y en su primera escena tranquiliza a uno de esos perrazos bordes que iba a atacar a Nicole Kidman. El domador y la fiera ansiosa de que la domen. Su ambiente familiar responde a ese carril mencionado antes: el marido es un personaje cauto, tranquilo, comprensivo, y de sus hijas, en realidad, sólo tiene papel una de ellas, adolescente y que convive con su novieta entre el entusiasmo familiar. Las otras hijas no tienen ni papel ni interés.play_cine_0124Todo el grumo argumental se concentra en la relación de la gran mujer con su becario rarito e insolente, y está tratada con buen gusto visual y con cierta caída hacia la intriga con la correlación de pesos, poder, placer, miedo, culpa…, y aunque esté mal confesarlo, también provoca cierta confusión sobre la normalidad de las anomalías y algo de desconcierto al ver que lo laboral y lo familiar pueden amoldarse sumándose con mano izquierda (siempre izquierda) a lo anómalo y a la vez ‘normal’, la diferencia de edad, la situación de poder, la relación hiriente, la infidelidad, el disimulo… Y como cada vez es más complicado situar el punto G de la ética, uno rema hacia todos lados con la historia de Romy, entendiéndola por fuera y perplejo por dentro, o al revés.Desde cierta distancia con ‘Babygirl’, se podría asegurar que lo que queda de esta película es la entrega de Nicole Kidman a su personaje ambiguo (¿qué le pasa?, ¿estamos tontos?), al que le pone cuerpo, oscuridad y alma; también es recordable por la madurez interpretativa de Antonio Banderas, aunque ya no es el galán de la historia, aunque sí el hombre nuevo; y por último se puede decir que queda una sensación de salto hacia no se sabe dónde sobre el barrizal ético en el que chapotean en los últimos años lo femenino, lo masculino, lo sensato, lo natural, lo decente, lo estúpido y ese que salga el sol por Antequera que tanto nos quita de pensar.

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