Durante las primeras horas de un martes cualquiera una enfermera, exhausta tras muchas horas de trabajo ininterrumpido , descubrió algo que nunca podrá olvidar. Bajo un montón de abrigos apilados en un pasillo del hospital, encontró el cuerpo sin vida de un paciente. La escena, que podría haber sido parte de una novela distópica, es, lamentablemente, un episodio real que refleja la magnitud de la crisis que atraviesa la sanidad del Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés). Lo peor es que no es un caso aislado, sino el reflejo de un sistema sanitario que, según el Colegio Real de Enfermería (RCN), se encuentra al borde del colapso y que ha normalizado condiciones que antes habrían sido consideradas inaceptables. Un informe publicado por el RCN esta semana, un documento de 460 páginas basado en los testimonios de 5.400 enfermeras de todo el país, pinta un panorama desolador: pacientes que mueren en los pasillos tras horas de espera sin ser atendidos , mujeres embarazadas que pierden a sus bebés fuera de las salas de maternidad y enfermos que acaban siendo tratados en baños, oficinas o almacenes, son sólo algunas de las imágenes que emergen de este exhaustivo reporte. La falta de camas, de personal y de equipamiento médico adecuado ha llevado a que lo que antes podría haber sido considerado una circunstancia excepcional, ahora se viva como la rutina diaria en, irónicamente, uno de los países supuestamente más desarrollados del mundo y con uno de los sistemas sanitarios que hasta hace poco era uno de los más robustos y orgullos de los británicos.Noticia Relacionada Escándalo en el Reino Unido estandar No La infección de 30.000 personas por VIH y hepatitis C «no fue un accidente» Ivannia Salazar Un informe muestra fallos repetidos en el sistema sanitario entre 1970 y 1980. Las víctimas fueron traicionadas «no una vez, sino repetidas veces» por médicos y su gobiernoTestimonios aterradoresUna de las enfermeras entrevistadas relató con voz entrecortada cómo tuvo que informar a un paciente de que estaba muriendo mientras, a su alrededor, camillas iban y venían, y otros enfermos esperaban su turno en sillas improvisadas. «¿Cómo puede alguien considerar digno decirle a una persona que está a punto de morir en medio de un pasillo, con extraños pasando a su lado?», se preguntó. Otro testimonio describe el momento en que un paciente sufrió un paro cardíaco en un corredor, junto al baño de hombres. Sin acceso a un desfibrilador ni a equipo para trasladarlo a un sitio privado, el personal médico se vio obligado a realizar las maniobras de reanimación en condiciones precarias, con otros pacientes y familiares como testigos involuntarios. El paciente no sobrevivió.«Cuidado de pasillo»Estas historias no son excepcionales. Según el informe, en algunos hospitales del Reino Unido, la atención en los pasillos se ha convertido en una realidad tan común que se ha normalizado el concepto de «cuidado de pasillo». De hecho, algunos centros, como el hospital Whittington de Londres, han empezado a contratar enfermeras específicamente para estas áreas, designándolas como «enfermeras de pasillo». Mientras tanto, estas áreas se llenan de personas que esperan atención, a menudo durante horas o incluso días, en sillas o camillas, sin acceso a timbres de llamada, agua, comida o privacidad. Los testimonios denuncian que la dignidad del paciente, un principio fundamental de cualquier sistema sanitario, parece haberse perdido en medio del caos.«¿Cómo puede alguien considerar digno decirle a una persona que está a punto de morir en medio de un pasillo, con extraños pasando a su lado?»En el hospital Queen’s de Romford, diseñado para atender a 325 pacientes diarios, el número de personas que pasan por sus puertas supera a menudo el doble de esa capacidad. En un intento por manejar esta sobrecarga, el hospital gasta más de 100.000 libras al mes en personal adicional para cuidar a los pacientes que permanecen en áreas no designadas para la atención médica. Sin embargo, las condiciones allí son tan precarias que algunos enfermos deciden marcharse sin recibir tratamiento, arriesgando sus vidas al abandonar el hospital sin haber sido atendidos. Una enfermera relató que el impacto emocional de trabajar en estas condiciones es devastador: «Te rompe el alma ver a la gente morir porque no tienes los recursos para salvarlos».Falta de espacio y equipamientoLa falta de espacio y equipamiento ha obligado a los profesionales a improvisar de formas que hubieran sido inimaginables hace apenas unos años. En un caso particularmente perturbador, un paciente recibió una transfusión de sangre en un pasillo frío y ruidoso, mientras otros esperaban a su alrededor. En otro episodio, una enfermera tuvo que cambiar a un paciente en un almacén porque no había otro lugar disponible. Estas situaciones no sólo son indignas para los pacientes, sino profundamente traumáticas para los profesionales que las presencian y, peor aún, ya las consideran parte de su rutina, declararon los profesionales entrevistados.«Es inaceptable que este sea el nivel de atención que estamos proporcionando. Esto debe marcar un antes y un después» Adrian Boyle Presidente del Colegio Real de Medicina de EmergenciaEl presidente del Colegio Real de Medicina de Emergencia, el doctor Adrian Boyle, calificó el informe como un «momento decisivo». «Es inaceptable que este sea el nivel de atención que estamos proporcionando. Esto debe marcar un antes y un después», afirmó. Pero el gobierno parece incapaz de ofrecer soluciones inmediatas. El ministro de Sanidad, Wes Streeting, reconoció públicamente que no puede garantizar que los pacientes no seguirán siendo tratados en los pasillos en el futuro inmediato, a pesar de que describió esta práctica como «indigna y cruel». Según Streeting, la crisis es el resultado de catorce años, los que estuvieron los conservadores en el poder, de fallos acumulados en la gestión del sistema sanitario.Situación agravada por la «cuadridemia»La situación actual se ha visto agravada por lo que algunos han denominado una «cuadridemia»: la combinación de cuatro virus de fácil y rápida transmisión que están saturando los centros sanitarios este invierno; la gripe, el Covid-19, el norovirus y el virus respiratorio sincitial. Sin embargo, los expertos advierten que atribuir la crisis exclusivamente a estos factores sería simplista. Según la profesora Nicola Ranger, directora general del RCN, la falta de camas y de personal es un problema estructural que lleva años gestándose. «Lo que antes habría sido considerado chocante ahora se ve como algo normal. Esa es la verdadera tragedia», declaró.Para muchos profesionales de medicina y enfermería, la única salida ha sido abandonar su trabajo, agotados por la carga física y emocional de trabajar en estas condiciones. Muchos han decidido que ya no pueden más. «Nos enfrentamos a una crisis en el ámbito de la enfermería. No podemos mejorar la atención al paciente si no mejoramos las condiciones de las enfermeras», advirtió Ranger.Mientras tanto, los pacientes y sus familias siguen soportando el peso de un sistema que parece haber perdido su capacidad de atender a sus pacientes. Los pasillos de los hospitales públicos se han convertido en espacios donde se cruzan historias de desesperación, resignación y tragedia. En palabras de un enfermero que dejó su puesto en urgencias, tras no soportar más lo que veía y la carga laboral que aguantaba: «No es sólo que el sistema esté roto, es que estamos perdiendo nuestra humanidad».
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