«¡Ganamos!». Así saludó Donald Trump en Washington a los miles de incondicionales que le esperaban en el Capital One Arena, el estadio de los Wizards de la NBA. «Qué gran sensación. Nos encanta ganar, ¿a que sí?». Fue el domingo por la tarde, en la medianoche de España , y Trump apuraba sus últimas horas como ganador, como presidente-electo. A partir de este lunes a las doce del mediodía, seis de la tarde en España, se acabarán las canciones, el confeti, los globos, las muchedumbres de campaña. Trump jurará su cargo como presidente de EE.UU. y tendrá la tarea enorme de perseguir sus promesas y expectativas.Quizá por eso en la víspera decidió regalarse un baño de masas, un último mitin multitudinario, que fue muy parecido a las decenas que ha dado en los dos últimos años.Noticia Relacionada estandar No Trump resucitará TikTok el lunes, pero quiere que EE.UU. controle el 50% de la plataforma B.L.ECHAZARRETA/aGENCIAS Emitirá una orden ejecutiva el lunes que amplía el tiempo antes de que la ley TikTok entre en vigorA las afueras del estadio, el espectáculo era caótico. Decenas de miles de seguidores de Trump inundaban los alrededores del estadio, clavados en una cola interminable, muchas horas antes del mitin, que no se movía. Era un día frío, con lluvia fina -que después se convirtió en nieve- y la humedad insoportable que viene del río Potomac. El gentío aguardaba con paciencia, parapetados con gorros, sudaderas, abrigos, bufandas. Dominaba el rojo republicano –ya es más correcto decir, el rojo de Trump– y las cuatro letras de su apellido y de su gran lema –’Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’– por todos lados. Al final, el estadio no se llenó en las partes más altas, quizá por la dificultad de meter a todo el mundo en poco tiempo y por la incapacidad para muchos de soportar tanto tiempo a la intemperie.El aluvión de seguidores y el frío inmundo que sufrieron ayer solo será un aperitivo con lo que espera este lunes. Washington apunta a víctima de una ola de frío ártico, y Trump decidió trasladar la investidura de su escenario tradicional –la escalinata del Capitolio, con cientos de miles de personas como espectadores en el Mall, la explanada que tiene delante– al interior de la sede del poder legislativo.Menos público por el fríoAllí solo caben un puñado de personas, así que la muchedumbre que se ha quedado sin cita histórica tendrá que hacerse un hueco, de nuevo, aquí en el estadio de la NBA, donde caben poco más de 20.000 personas, frente a las más de 200.000 que tenían una entrada para la investidura. Así que habrá una cola todavía más interminable para presenciar a través de la pantalla gigante cómo Trump pone su mano en la Biblia y promete jurar la Constitución. «Que Dios me ayude», es el final del juramento. También necesitarán ayuda quienes tengan que resistir el frío para entrar al Capital One Arena.Entre las primeras que lo consiguió para el mitin de anoche estaba Alicia Devinney, cogiendo sitio en las primeras filas, tocada con una chaqueta roja de lentejuelas y un gorro de ‘cowgirl’ con los apellidos del presidente y del que será su vicepresidente, J.D. Vance. «Este momento histórico me toca mucho personalmente», dice Devinney, que viene de Pensilvania, considerado el estado más decisivo de la elección. «Trump fue mi primer jefe, estuve como becaria en uno de sus negocios. Él fue quien me enseñó el camino del éxito para el resto de mi vida», asegura.«Trump fue mi primer jefe, estuve como becaria en uno de sus negocios. Él fue quien me enseñó el camino del éxito para el resto de mi vida» Alicia Devinney Asistente al mítin de TrumpPara compensar el frío de muerte, Trump tuvo varios teloneros para calentar el ambiente. En lo ideológico, Stephen Miller, figura clave de su línea dura contra la inmigración y de su política de ‘América primero’. «Solo falta un día», dijo al gentío, «un día para acabar con cuatro años de Biden, de dificultad, de dolor, de traiciones. Un día para saludar a la nueva era dorada de América, bajo Donald Trump».En lo musical, quien calentó de verdad fue Kid Rock , que levantó a la gente del asiento con su rock duro y patriótico. «Vamos a recuperar nuestro país», decía a este periódico Carolyn Mathias, venida desde Dallas. «Tengo tres hijos y quiero que el país que reciban se parezca al de antes. Es un gran alivio que vuelva Trump».Su esperado presidente apareció por sorpresa por una bocana del público, en medio del éxtasis. «Mañana comenzamos un nuevo día para la prosperidad, la dignidad y el orgullo estadounidense», dijo sobre la jura de su cargo de este lunes. «Acabaremos para siempre con el reinado fallido y corrupto del régimen político de Washington».Noticia Relacionada estandar Si Steve Bannon vs. Elon Musk: la guerra entre las dos almas del trumpismo Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York Se agrava la pugna entre las dos mayores influencias del presidente electoPara ello, defendió que empezará fuerte. «Alguna gente me dice que lo haga poco a poco, pero no. Lo haremos todo el primer día» , dijo sobre el aluvión de órdenes ejecutivas que va a firmar nada más llegar a la Casa Blanca. Adelantó algunas de ellas -frontera, energía, agenda transgénero, perdón a condenados por el asalto al Capitolio- y proclamó ante sus seguidores: «Vosotros habéis salvado a este país». Trump se plantea colocar un escritorio este lunes en el estadio y empezar a firmar órdenes ejecutivas delante de su público.Frente al número abultado de teloneros -varios familiares, el actor John Voight, el capo del negocio de las artes marciales mixtas, Dana White -, solo invitó a una persona al escenario. Fue, claro, Elon Musk, el hombre más rico del mundo y el hombre al que Trump ha encargado la hercúlea tarea de adelgazar el Estado y el gasto público.Quizá la invitación le pilló por sorpresa a Musk, que ofreció un mensaje nervioso y entrecortado. «Estoy deseando que haya muchos cambios»; acertó a decir. «La victoria electoral fue solo el comienzo. Esta presidencia va a sentar los pilares de un EE.UU. fuerte durante siglos, para siempre».El final fue muy especial no por el discurso, que fue el habitual cierre con ‘Make America Great Again’. Ni por la canción, que fue la de siempre, ‘Y.M.C.A.’. Sino porque fueron los propios Village People, entrados en kilos, como se permitió apuntar el propio Trump, quienes la interpretaron desde el escenario. Y Trump correspondió con su baile de puños cerrados y movimiento de rodilla, que es ya en un fenómeno cultural del EE.UU. contemporáneo.
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