‘So help me God’. ‘Que Dios me ayude’. La frase que cierra el juramento de cargo para el presidente de EE.UU. tuvo un eco especial este lunes, cuando fue Donald Trump quien la pronunció. No solo por lo extraordinario de que haya conseguido un segundo mandato de forma no consecutiva , que solo había ocurrido una vez, con Gregor Cleveland, a finales del siglo XIX. No solo porque –por el frío polar que se esperaba– resonó de forma diferente por celebrarse bajo la cúpula grandiosa del Capitolio, en lugar de expuesto al viento de su escalinata. También porque, como el propio Trump y otros señalaron en la ceremonia, Dios ha estado del lado del nuevo presidente: puso la mano en la Biblia y juró su cargo después de dos asesinatos –en el primero, esquivó una bala de milagro– y de firmar el retorno político más extraordinario que se recuerda.A partir de ahora puede que también necesite ayuda divina para cumplir con la tarea que se ha impuesto a sí mismo, como Trump desgranó, recién investido como presidente: «Desde este momento, el declive de EE.UU. ha acabado». «Para los estadounidenses, el 20 de enero de 2025 será el Día de Liberación», proclamó. «Comenzamos la revolución del sentido común».Era imposible no acordarse de la misma fecha, hace ocho años. «La carnicería de América se acaba aquí y ahora», dijo en su primera investidura. «Los hombres y mujeres olvidados de este país ya no serán olvidados», dijo entonces. Tras un hiato de cuatro años por su derrota en 2020 ante Joe Biden, los olvidados y no olvidados le han vuelto a dar el respaldo en las urnas . A cambio, dijo delante de las fuerzas vivas del país, reunidas entre los mármoles del Capitolio, él les traerá una «nueva era dorada en EE.UU.» que «empieza en este momento».Noticia Relacionada estandar Si El presidente declarará emergencia nacional en la frontera con México milton merlo | Corresponsal en Ciudad de México El presidente apunta a deportar a millones de indocumentados. Se estima que en EE.UU. viven 11 millones de personas con un estatus migratorio irregular«A partir de ahora, nuestro país florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo», dijo en el arranque de su discurso . «Seremos la envidia de todas las naciones, y ya no dejaremos que se aprovechen de nosotros», añadió. «Mi prioridad será crear una nación que sea orgullosa, próspera y libre».Trump no intentó dar un mensaje de unidad, un elemento tradicional en este tipo de ceremonias. Al contrario, fue combativo y agresivo con los de enfrente. «Las balanzas de la justicia se volverán a equilibrar. El uso despiadado, violento e injusto del Departamento de Justicia y del Gobierno como arma política se acabará», dijo, en referencia evidente a la cascada de imputaciones que ha recibido en los dos últimos años, a la vez que orquestaba su campaña para regresar al país.«Durante muchos años, un ‘establishment’ radical y corrupto ha extraído el poder y la riqueza de nuestros ciudadanos, mientras los pilares de nuestra sociedad quedaban rotos», prosiguió. «Ahora tenemos un Gobierno que no es capaz de gestionar una crisis sencilla en casa, mientras que al mismo tiempo cae en catástrofes continuas en el exterior», dijo, mientras Biden escuchaba sentado a un par de metros , con una media sonrisa de circunstancias.La andanada de ataques, infrecuentes en estas ocasiones , no paró: la incapacidad de sus rivales de defender la frontera, de responder a catástrofes naturales –de las inundaciones de Carolina del Norte a los incendios de Los Ángeles–, las grietas en sanidad y en educación…Trump defendió que su elección el pasado noviembre significa un «mandato para revertir de forma completa la horrible traición que ha ocurrido» en EE.UU.Por lo mostrado en el Capitolio, la unificación que busca Trump no será a través de tender puentes con los demócratas , con la oposición. «Como mostró nuestra victoria, toda la nación se está unificando rápidamente alrededor de nuestro programa», defendió. El resultado de las urnas fue claro a favor de Trump , el primer republicano en muchos años que gana el voto popular, con victorias en los siete estados que se consideraban más decisivos y con ampliación del apoyo en electorados tradicionales de los demócratas, como el voto hispano y el voto negro. Pero eso no esconde la gran división que persiste en EE.UU.: Trump ganó a la candidata demócrata, Kamala Harris, por 2,3 millones de votos (1,4 puntos de diferencia), una distancia menor que la que Hillary Clinton obtuvo frente a Trump en 2016 (perdió porque obtuvo menos votos en el Colegio Electoral).La cantidad de corbatas rojas –ya es más el color de Trump que el color de los republicanos– que había entre los pesos pesados de su partido que asistieron a la ceremonia era evidencia de las facilidades que le darán en el Congreso , donde los conservadores han salido de la última cita en las urnas con mayoría en las dos Cámaras. Pero los demócratas todavían podrán torpedear parte de la agenda legislativa de Trump con el ‘filibuster’, la exigencia de una mayoría reforzada en el Senado.Trump habló desde el mismo espacio que tomaron sus seguidores, de forma violenta, el 6 de enero de 2021, en su nombre, con el objetivo de evitar la certificación de Biden como presidente de EE.UU. Habló tras sobrevivir a cuatro causas penales . Y habló después de que, pese a todo ello, las urnas le dieran su respaldo. Todo eso es su justificación para salir al ataque, como hizo ayer desde el discurso y como cimentó con la cascada de órdenes ejecutivas que firmó y de las que ya habló en el Capitolio: inmigración, energía, libertad de expresión e incluso ideología de género. «Desde hoy, la política oficial del Gobierno de EE.UU. será que solo hay dos géneros: hombre y mujer», proclamó.También miró al exterior: «Nuestro poder parará todas las guerras y traerá un nuevo espíritu de unidad a un mundo que ha sido iracundo, violento e impredecible», dijo a la vez que prometía recuperar el canal de Panamá, uno de los objetivos expansionistas –comprar Groenlandia o anexionar Canadá son otros– que ha detallado en los últimos días.«Mi gran legado será el de ser un pacificador y un unificador», dijo el nuevo presidente. Eso sí, la paz y la unidad, dentro y fuera de EE.UU., serán en sus términos.Trump cerró sus primeros minutos como presidente con un mensaje optimista y patriótico. «Si trabajamos juntos, no hay nada con lo que no podamos soñar y nada que no podamos conseguir», dijo y se puso a él como ejemplo. «Mucha gente pensó que sería imposible para mí conseguir este histórico regreso político. Pero, como podéis ver hoy, aquí estoy, el pueblo de EE.UU. ha hablado. Que esté aquí delante de vosotros es la prueba de que nunca penséis que algo es imposible de conseguir».Lo que tenían delante era un presidente –el número 47º, después de haber sido ya el 45º– que no tardó en ponerse manos a la obra. Después de otras ceremonias, discursos, despedidas y protocolos que, con seguridad, le aburrieron enormemente, se fue a dar un baño de masas . Más de 20.000 personas le esperaban en el Capital One Arena, el estadio del equipo local de la NBA. En el escenario, un invitado especial: un escritorio. Allí se sentó Trump, sacó el rotulador de las grandes ocasiones y empezó a firmar decretos, en medio del éxtasis popular. Arranca la era Trump 2.0.
Leave a Reply