Un gran Djokovic engatusa a Alcaraz y lo deja sin semifinal en Australia

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Un gran Djokovic engatusa a Alcaraz y lo deja sin semifinal en Australia

Carlos Alcaraz lo hizo casi todo bien, simplemente Novak Djokovic fue Novak Djokovic, el de las grandes tardes de gloria, el de los 24 Grand Slams, el de los 10 títulos en Australia, el que engatusa porque parece tocado, pero renace como un coloso para superarte por técnica, táctica, segundo saque y moral. El serbio, 37 años y 7 del mundo, se lleva esta final que no era una final, y logra la plaza en la penúltima ronda, ante Alexander Zverev, y deja a Alcaraz, 21 años y 3 del mundo, con otra lección de pundonor e historia, pero anclado en esos cuartos que sigue sin superar en el Abierto de Australia.Abierto de Australia Cuartos de final Novak Djokovic 4 6 6 6 Carlos Alcaraz 6 4 3 4Era una final, aunque no se llevara ninguno el trofeo. Era una final porque todos los partidos entre ellos han acumulado tanta adrenalina que solo se pueden tomar así. Habían sido tres semifinales, tres finales (dos para Alcaraz: Wimbledon 2023 y 2024, una para Djokovic, Cincinnati 2023) y la lucha por un oro olímpico. Las heridas de uno y otro reabiertas en cuanto salió el cuadro, porque ambos, y medio planeta tenis, esperaba este duelo. A favor del serbio, la pista australiana: rápida, de noche y donde ha ganado en diez ocasiones; a favor del español, la explosividad, la magia y quince años y 349 días menos en el cuerpo. Muchas cosas pendientes que le pesan a Alcaraz en su primer juego de saque, sonrisa incrédula porque no le sale nada, inadaptado todavía a las condiciones y algo aletargado su tenis, sin viveza en su pelota, y es un ‘break’ en contra para empezar (0-2). Muchas cosas pendientes que le pesan también a Djokovic, que yerra con la derecha en dos ocasiones, Alcaraz lo deja frito con un intercambio de 26 golpes y lo sentencia con un paralelo de revés para recuperar el terreno perdido (2-1). Esto es una final aunque no lo sea.El serbio, consciente de que el partido va a ser largo y eso puede pesarle más a él que al rival, intenta que el saque sea su principal baza. No fallar ahí porque desde el fondo entiende desde el principio que va a tener que correr mucho, muy bien y mejor que Alcaraz y aun así estará un poco a la merced de la velocidad de la derecha del español. Y eso es demasiado peligroso. En cuanto se entonan, el partido pasa por la tensión, por los puntos al límite, por ver quién puede imponer más tiempo su táctica: de derecha a derecha es lo que prefiere Alcaraz, que ve cómo sus latigazos hacen daño a un Djokovic al que le cuesta llegar; de revés a revés ejecuta el serbio, que es imbatible en ese aspecto por la facilidad para encontrar ángulos donde solo los ve él. Así, el desequilibrio entró en los detalles, en la experiencia de Djokovic para desnortar al rival, y levantar dos bolas de ‘break’ en el noveno juego; en las dejadas de Alcaraz, en minimizar cada vez más los errores que provoca la tensión, y la sentencia vertiginosa en paralelo, bien de derecha bien de revés, para agotar al rival, que comienza a hacer gestos extraños cuando se desplaza hacia la derecha. La balanza se inclina a favor del español, que tiene un martillo en su derecha cuando centra la mirada, y atrapa el ‘break’ a la tercera opción ante un Djokovic con molestias. Los gestos de frustración y de molestia se traducen en una atención médica para el serbio en el intercambio de pista, pero ni se inmuta Alcaraz, que convierte los cuatro mejores saques para hacerse con el set. Los nervios ya están encerrados en la mochila. Y la derecha ha domesticado a Djokovic en este primer set.Ha ganado 24 Grand Slams, en una época dorada compartida con quien es ahora su entrenador, Andy Murray, y sobre todo Rafael Nadal y Roger Federer. Es el que más semanas ha estado en el número 1 y el que más Masters 1.000 atesora. Es Djokovic, a quien se le tiene que ganar dos y tres veces antes de alzar los brazos. El paso por el vestuario lo activa y lo reactiva el hacerse con el control del partido con la estrategia de puntos cortos y dos niveles más de agresividad. No hay apenas intercambios, y en la rapidez, el serbio engatusa a Alcaraz, que no pierde ni la cara ni las formas pero sigue con algunos errores que no tocan, con dudas desde el fondo que no se pueden tener ante el más grande entre los grandes. Son tres horas y media más de juego en las piernas, y casi 16 años más, y ahorra energía Djokovic en el segundo set sacando el látigo. Es un paso adelante del serbio, que parecía que no podía moverse en la primera hora de juego y vuela en la segunda para maniatar al español con un 3-0, que para algo es el mejor restador del circuito. Se levanta Alcaraz de ese ‘break’, pero algo ha cambiado. Este rival tiene ya mirada de túnel y sacude sin miedo con la mano teledirigida a las líneas, al fondo, a los ángulos. No pestañea ni cuando Alcaraz alcanza el empate. Hay algo más en él, ese «algo más» que lo ha hecho ser quien es. Y que es indescifrable para el español, que cae en la red del juego rápido y casi sin pensar, y por el que cede el set. Con lo que había costado el primero, en el segundo se deshace esa pequeña superioridad que parecía tener en su derecha. Es Djokovic. El que ha ganado 98 partidos en esta pista, y diez títulos. El que parecía tener problemas, el que sube las revoluciones y afina la melodía de la pelota en su raqueta.Tan imperial el serbio a partir de ese primer set perdido que encuentra todos los agujeros de Alcaraz, que no son muchos, pero los hace un poco más grandes para meterse en la cabeza del español en el sexto juego. Gracias a un resto descomunal con el provoca el desequilibrio mental del murciano, que empieza a gritar y a frustrarse porque no sabe por dónde ha salido este Djokovic que devuelve con más velocidad la pelota que él pega, que se mueve con más ligereza a las dejadas y que se levanta como un coloso incluso del ‘contrabreak’ que ha podido conseguir.La mano a la oreja se la lleva ahora el serbio, envalentonado porque ha salido de ese set engañoso y ha terminado por engañar a su rival, a quien aturde con la movilidad, con el revés que se clava como una daga, con el segundo servicio tan ilegible y complejo, con el que finiquita sin más contratiempos el tercer set, y con los mejores restos sus últimos tiempos, con los que araña otro ‘break’ al inicio del cuarto capítulo.Siente la presión Alcaraz, que se lleva la mano al muslo derecho en un intercambio, la tensión acumulada en un músculo, y que que no sabe hacia dónde tirar porque está ahí siempre el serbio, comodísimo de derecha y de revés. Y está soberbio en el resto. Demasiados problemas para el murciano que sufre y sufre, sin entender cómo está ganando el rival cuando en el primer set y buena parte del segundo fue superior.No le da opción de entenderlo Djokovic, que se estira como un chicle para defenderse de todo y aun así llega para coger la iniciativa en demasiados puntos, siempre metido dentro de la pista. Cómo es que ahora, dos horas más de juego, Djokovic llegue a las dejadas que no llegaba en el inicio. Cómo es que ahora, dos horas y media más de juego, Djokovic sacude desde todos los puntos de la pista con la misma presteza en carrera que en parado. Cómo leer ese segundo servicio que lo martiriza.Djokovic siente la frustración de Alcaraz y se alimenta de ella para desesperarlo. Percute el español, pero se defiende con todo el serbio, que no le devuelve el ‘break’ por mucho que lo intente de todas las maneras. Y lo engatusa y lo engatusa con el saque: 49 % en el primer set, 89 % en el segundo, 64 % en el tercero y 57 % de puntos ganados con ese segundo servicio indescifrable para Alcaraz, que apenas llega a un 30 % de porcentaje con ese mismo golpe. Tanta es la red y la superioridad moral más que tenística con la que se mueve Djokovic, que saca los ramalazos de rabia del rival, enredado en su servicio, y sin hallar ni un resquicio desde el fondo, que sigue siendo, como en las dos décadas anteriores, territorio del Big Three. Como muestra, los 33 goles que intercambian para alegría de Alcaraz, que era para levantar una opción de rotura, y para alegría de Melbourne Park, encantada con la batalla de igual a igual y en la que ninguno se está dejando nada por mucho que solo sean unos cuartos de final.Pero en ese igual a igual, es Djokovic quien ha tenido quizá más paciencia, una mejor táctica para llevarse a Alcaraz a su terreno. Soberbios ambos en la entrega, un poquito más de leyenda para el serbio, 37 años como si nada, demostrando una vez más quién y por qué tiene los récords que tiene. Ya son 99 triunfos en esta pista, a dos puntos de su undécimo título. Llega Alexander Zverev. Y despide a Carlos Alcaraz, otra vez en cuartos, pero con otra lección maestra del grande entre los grandes.»Máximo respeto y admiración por Carlos y todo lo que ha hecho, cuatr Grand Slams y lo veremos mucho más. Va a estar ahí mucho más que yo, espero que este partido hubiera sido la final. Es uno de los partidos más épicos en los que he jugado en mi carrera (una de la madrugada)», aceptó el serbio a pie de pista.»No quiero revelar mucho sobre lo que tengo porque sigo en el torneo. Si hubiera perdido el segundo set no sé si hubiera seguido, pero me he ido sentido mejor y mejor. He visto que Carlos estaba dudando un poco desde el fondo de la pista, y luego he intentado mejorar y tener mis oportunidades. Veremos cómo es la realidad mañana por la mañana, ahora a disfrutar. Quizá una pequeña lesión te ayuda a ser más agresivo», analizó.

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