Trump 2.0: la ofensiva por una transformación esencial y urgente de América

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Trump 2.0: la ofensiva por una transformación esencial y urgente de América

Un término militar circula en Washington para describir la táctica política empleada por Donald Trump en su desembarco en la Casa Blanca : ‘Shock and awe’, ‘horrorizar y sobrecoger’. Es la estrategia de atacar con un alarde de fuerza, con medios desproporcionados, y por sorpresa para paralizar y desalentar al enemigo.Es lo que Trump hizo nada más jurar su cargo como nuevo presidente de EE.UU. este lunes: una andanada de órdenes ejecutivas, que afectan a todos los costados del Gobierno y de la vida pública. Algunos, como la inmigración, forman parte de la esencia de EE.UU. , de su construcción como país. Otros tienen que ver con dar la vuelta a la obra política de su antecesor, Joe Biden. Otros buscan reformular la posición de EE.UU. en el concierto internacional, su implicación en organizaciones internacionales, su compromiso con acuerdos globales. Es una ofensiva para transformar EE.UU. de la noche a la mañana, de forma radical. Como el propio Trump lo calificó en su discurso, es una «revolución del sentido común» para cumplir su lema político, el que está estampado en las gorras, camisetas y sudaderas de las decenas de miles de seguidores que le han acompañado estos días en Washington por su investidura: MAGA, ‘Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande de nuevo’.«Nos moveremos con intención y con rapidez para devolver la esperanza, la prosperidad, la seguridad y la paz a los ciudadanos de toda raza, religión, color y credo. Para los estadounidenses, el 20 de enero de 2025 es el Día de la Liberación’, proclamó.Noticia Relacionada estandar No Sus 1.600 indultos Líderes de milicias radicales, acusados de asesinato o el chamán del asalto al Capitolio Pablo AmigoLa rapidez fue un hecho. Llegó, juró y ejecutó . Un centenar de órdenes ejecutivas en un solo día, como había advertido su equipo. Algunas firmadas en el escenario inusual de un estadio deportivo, delante de 20.000 seguidores enfervorecidos, que jaleaban cada vez que Trump empuñaba uno de sus rotuladores para firmar un decreto. El resto, desde la Casa Blanca.Su impacto en la política migratoria es inmediato. La firma de Trump busca meter en cintura la frontera, después de años de caos migratorio bajo Biden, con récords de entradas de inmigrantes indocumentados. Aunque la situación se ha calmado en el último año -cuando Biden empezó a aprobar medidas restrictivas, en medio de una campaña electoral a la deriva-, Trump ha aprobado una batería de decretos para sellar al máximo la frontera: entre otros, la declaración de emergencia nacional, la eliminación de programas para refugiados o la suspensión de la posibilidad de pedir asilo. También ha impulsado cambiar un aspecto esencial de la idiosincrasia estadounidense: el acceso a la ciudadanía por nacimiento en su territorio, con la intención de evitar que los hijos de inmigrantes estadounidenses adquieran la nacionalidad. Es un derecho establecido desde hace más de siglo y medio en la Constitución, en su 14ª enmienda.Donald y Melania Trump asisten al Servicio Nacional de Oración en la Catedral Nacional de Washington ReutersAl mismo tiempo, ayer se esperaba que arrancara lo que él ha calificado como el «mayor programa de deportación» de la historia de EE.UU., lo que tiene angustiadas a comunidades de inmigrantes en todo el país.Trump ha puesto en marcha muchos otros asuntos en sus primeros días: el desmantelamiento de decenas de órdenes ejecutivas de Biden sobre inmigración, energía o medioambiente; el inicio de sus amenazas de aranceles generalizados a sus socios comerciales; reformas en la función pública; su cruzada para adelgazar el tamaño del estado, capitaneada por su gran aliado, Elon Musk; la salida de EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París sobre cambio climático; y los primeros pasos de su guerra ‘anti woke’, como la eliminación de programas DEI (diversidad, equidad, inclusión) en el Gobierno, eliminación de las protecciones a personas transgénero en las cárceles federales y la política oficial de que solo hay dos géneros: hombre y mujer.Trump tuvo que soportar pronto un rapapolvos público por alguna de estas políticas. Ocurrió ayer en la Catedral Nacional de Washington, en el tradicional servicio religioso que se hace el día después de la investidura. En su intervención, la líder de la diócesis episcopal de Washington, la obispo Mariann Edgar Budde, pidió un tratamiento digno a todos los humanos, «negándonos a hacer mofa, menospreciar o demonizar» a los otros, con Trump escuchando en primera fila. En su cierre, Budde interpeló de forma específica al nuevo presidente y le rogó que «tenga misericordia de la gente en nuestro país que ahora siente miedo», y se refirió en concreto a la comunidad LGBTQ, a los inmigrantes y a los refugiados de guerras. «Tenga piedad, señor presidente», le dijo, mientras Trump miraba hacia el suelo. «Todos fuimos una vez extraños en esta tierra».Nada indica que admoniciones de este tipo vayan a hacer mella en los planes de Trump. «Nada se interpondrá en nuestro camino», dijo desde el Capitolio el ya nuevo presidente, que inicia su segundo mandato con la lección ya aprendida. En el primero, confió buena parte de su Gobierno a figuras consolidadas del ‘establishment’ republicano, en un intento de compensar con experiencia y capacidad de gestión a una Casa Blanca liderada por alguien ajeno a la política. Trump ha defendido muchas veces que se arrepiente de ello y ahora ha llenado su Gabinete de ‘outsiders’ muy leales que no pondrán cortapisas a sus intenciones rupturistas.También da muestras que haya tomado la ruta del aluvión de órdenes ejecutivas cuando cuenta con muchos apoyos en el Congreso. Los republicanos tienen mayorías en las dos cámaras y ayer, en un encuentro de Trump con sus dos líderes -John Thune, en el Senado; Mike Johnson, en la Cámara de Representantes-, quedó claro que tendrán todo su apoyo. Pero Trump no quería el farragoso proceso legislativo, que será torpedeado por el ‘filibuster’ -la exigencia de mayoría cualificada- que los demócratas utilizarán en la Cámara Alta. Trump buscaba el ‘shock and awe’, el efecto inmediato.Pero igual de inmediata va a ser la oposición que Trump encuentre a muchas de sus políticas. No tanto en la calle, donde los demócratas y los grupos izquierdistas ya han dado muestras de ser presa de la melancolía. Pero sí en los tribunales. Algunas órdenes ejecutivas han sido contestadas con demandas con la tinta del rotulador de Trump todavía fresca. Por ejemplo, la que establece la creación del Departamento de Eficiencia Energética de Musk. O la que busca eliminar el acceso a la ciudadanía por nacimiento en EE.UU., contra la que ha actuado la Unión de Libertades Civiles de América (ACLU, en sus siglas en inglés). Muchas más vendrán en el futuro y habŕa que ver su recorrido. Una cosa está clara: Trump no parará.

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