Angustia en un refugio de inmigrantes de EE.UU.: «Aquí todos tenemos miedo»

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Angustia en un refugio de inmigrantes de EE.UU.: «Aquí todos tenemos miedo»

«Estamos asustados, pero confiamos en papá Dios». Dos inmigrantes indocumentados , venidos desde República Dominicana, hablan con este periódico en la puerta del refugio de inmigrantes de la calle Hall, en el distrito neoyorquino de Brooklyn. Es uno de los mayores centros de acogida habilitados por las autoridades de Nueva York y por ONG, como respuesta al aluvión de llegadas de inmigrantes indocumentados, en especial en los dos últimos años.Para ellos, como para el resto del país, EE.UU. ha cambiado de forma drástica en dos días. Donald Trump juró su cargo el lunes y no ha tardado en mostrar que sus amenazas con la inmigración irregular -el caos en la frontera fue una de sus grandes bazas de campaña- no eran un farol. Ha puesto figuras de mano dura al frente de las agencias de inmigración, ha firmado órdenes ejecutivas para meter en cintura la frontera. Sobre las cabezas de estos dos dominicanos, como la de millones de otros inmigrantes indocumentados, pende la amenaza del «mayor programa de deportación de la historia de EE.UU.»«Tenemos preocupación de verdad. Uno vino con un sueño a este país y la cosa se complica. Hay que ver cómo asume el presidente Trump », dice uno de ellos que, como es lógico, no quiere dar su nombre. «Llámame Capitán Will», y hace gestos como si fuera un reguetonero, con la cara tapada por pasamontañas y capucha, con buen ánimo. Pero por su boca sale una nube de vaho -hace -7 grados hoy en Brooklyn- y palabras de angustia. «Hay gente que no va a trabajar, que no está llevando a los hijos al colegio», dice su compañero sobre las precauciones que algunos están tomando ante la posibilidad de que aparezca ‘la migra’, como aquí llaman al ICE, la policía de inmigración y aduanas.Noticia Relacionada estandar Si De insurrectos a héroes: los detenidos del Capitolio salen a la calle David Alandete Comienzan a ser excarcelados detenidos y condenados por el saqueo de 2021, indultados por Trump tras volver al poderLa tensión en las comunidades con mucha presencia de inmigrantes indocumentados ha ido creciendo conforme se acercaba la fecha de la investidura de Trump. «Hay mucha ansiedad entre la gente aquí», dice Rachel -no es su verdadero nombre-, una voluntaria que lleva año y medio colaborando en este refugio. «Hay gente con problemas para dormir, traumatizada. Hay pánico, miedo y corren los rumores sobre supuestas redadas en un refugio como este, pero en Chicago, o sobre detenciones aquí en Queens».Un par de días antes de jurar el cargo, el equipo de transición de Trump filtró que la presidencia se inauguraría con una redada masiva en Chicago. Esa operación lanzaría un mensaje: adiós a la impunidad con la presencia de inmigrantes indocumentados. Chicago -como Nueva York- es una de las que se consideran ‘ciudades-santuario’: controladas por los demócratas, se niegan a cooperar con las autoridades federales para la persecución, arresto y deportación masiva de los inmigrantes.Esa redada no se produjo, pero muchos son conscientes de que podría ocurrir en cualquier sitio y en cualquier momento. Trump necesita una operación espectacular de arrestos para cumplir con lo que dijo, para agradar a sus votantes. El nuevo presidente ha prometido «millones y millones» de deportaciones. En su estilo equívoco, algunas veces indica que todo indocumentado será expulsado. Pero también que la prioridad serán aquellos con antecedentes criminales.Dos inmigrantes indocumentados, venidos desde República Dominicana hasta Brooklyn J. Ansorena«Nosotros estamos cumpliendo, no hacemos nada malo, ¿qué nos va a pasar?», dice un tercero, venezolano, desde esta acera de Brooklyn cubierta de hielo y de ‘scooters’ de reparto, una de las formas que muchos inmigrantes han encontrado para hacer algo de dinero. Otros dicen que les está costando encontrar trabajo, que Nueva York es muy difícil, muy caro. Comparten un porro -legal en Nueva York desde hace años-, comentan la nueva ‘scooter’ de un compañero y miran TikTok para informarse de lo que pasa.Pasa que ese mismo día la Administración Trump ha actuado de forma directa contra las ‘ciudades-santuario’. El Departamento de Justicia envió una directiva a todos sus empleados en la que se les recuerda la obligación de las autoridades estatales y locales a «cumplir con las iniciativas sobre inmigración del poder ejecutivo». Y amenaza con encausar -y si es condenado, mandar a prisión- a cualquier alto cargo que se niegue a hacerlo.Esta será la primera batalla de la guerra entre la Administración Trump y las autoridades demócratas locales sobre inmigración, que ya han insistido en que no cooperarán y en que, al contrario, tratarán de entorpecer el programa de deportación masiva desde los tribunales.«Tenemos que mantener la calma», dice Tony, un inmigrante venezolano a las puertas de su refugio en Brooklyn. Pero cada vez su situación es más impredecible. Y, en buena medida, eso se debe a las posiciones cambiantes del alcalde de Nueva York, el demócrata Eric Adams, un excapitán de la policía que llegó al poder por un mensaje duro con el crimen y que está en problemas. Le persiguen varias investigaciones por corrupción. Una de sus salidas ha sido acercarse a Trump: le fue a visitar a Mar-a-Lago, su mansión en la costa de Florida, y recibió una invitación a su investidura, algo muy raro para un demócrata. Ahora, Adams ha dicho que las autoridades locales cooperarán con ‘la migra’, aunque sin dejar claro en qué medida.«No sé si podemos confiar en que Nueva York seguirá siendo una ‘ciudad-santuario, es un momento confuso’», dice la voluntaria.Los inmigrantes hispanos no son los únicos que ocupan este refugio en Brooklyn. «Aquí tenemos miedo todos», dice en francés Rick (no es su nombre real), un inmigrante de Senegal, rodeado por un grupo de compatriotas. «¿Un plan si viene la policía?, irme a la iglesia en la que trabajo».Quizá deba buscarse otro. El mismo día en el que lo dice, la Administración Trump ha anunciado que tumbaba una práctica establecida hasta ahora por la que el ICE no realiza arrestos en lugares considerados «sensibles», como iglesias o colegios.Muchos indocumentados tratan de que su vida siga con normalidad. «Miguelito, ¿usted cree que le van a deportar?», bromea Edwin, un trabajador de la construcción ecuatoriano, sin papeles, con un compañero en la obra. Están levantando un rascacielos en las inmediaciones de la sede de la ONU, a tres manzanas de la torre del hombre que ha prometido expulsarlos, la Trump Tower de la Quinta Avenida. «Yo estoy tranquilo. Llevo aquí 22 años. Ya mis hijas se hicieron mayores en Ecuador, ya les ayudé a que pagaran su universidad. Si me deportan, me voy al calor», cuenta a este periódico. «Si empieza a haber redadas en centros de trabajo, la gente sí se empezará a preocupar. Pero de los 600 que trabajamos en este edificio, yo diría que el 60% somos indocumentados y pagamos impuestos. ¿Quién lo va a acabar?». Miguelito, pegado a su móvil en su pausa de trabajo, no contesta.

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