En aquellas madrugadas de la NBA, el locutor Andrés Montes solía referirse al jugador Horry como «ese extraño elemento llamado Robert Horry». Y es que este era, sin duda, un jugador difícil de clasificar: sin gozar nunca de un papel de estrella, acabó consiguiendo la asombrosa cifra de siete anillos de la NBA con tres equipos distintos. Una proeza al alcance de muy pocos. Compartió vestuario con algunas leyendas recordadas: Olajuwon, Kobe, Shaq, Duncan. Y siempre les hizo ganar, protagonizando varios momentos decisivos. Pero lo hizo sin abandonar nunca ese rol extrañamente secundario. No era un jugador de titulares, sino de títulos.Rodrygo tiene mucho de «ese extraño elemento». Es un jugador bastante peculiar, raro, complicado de catalogar. Que puede engañar. Todavía no sabemos realmente cuál es su verdadero sitio en el campo, pero él se adapta. No tiene pinta de rápido, pero luego sí lo es. Desconcierta y descoloca a propios y extraños. Algunos le consideran como un jugador de tendencias guadianescas. Otros le tienen como un talismán, alguien que hace un poco de todo y de momentos estelares. Y siempre acaba sonando como un jugador con el que poder hacer caja. Pero ahí sigue Rodrygo, volando bajo el radar. Indetectable, indescifrable. Para lo bueno y para lo malo. Nunca sonará para el Balón de Oro. Nunca será el jugador que más camisetas venda en la esquina del Bernabéu. Nunca será el favorito de los niños. Pero gana muchos partidos. Como sucedía con Robert Horry.En el Bernabéu, tras sentenciar al RB Salzburg con dos goles bonitos, fue sustituido al mismo tiempo que Mbappé. Pese al sensacional doblete (y tras haber dejado una pared para el recuerdo con Bellingham), el que salió del estadio coreado por la afición fue Mbappé. Nadie pareció reparar en Rodrygo. Y él tampoco quiso protagonismo con gestos tribuneros. Fue un momento bastante ilustrativo de lo que es Rodrygo. Y de lo que no es.Si el tridente Vini-Mbappé-Rodrygo logra funcionar en las noches más exigentes será, en gran parte, por la versatilidad y la capacidad adaptativa de Rodrygo. Por su generosidad. Como pudo ser el primer Benzema con Cristiano Ronaldo. Tal vez por eso dicen los que suelen hablar con Florentino que el brasileño se trata de un jugador especialmente querido por el presidente. Que es uno de sus protegidos. Tendría bastante sentido. Tiene mucho de Horry y un poco de Karim. Extraños elementos ambos.
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