Regreso a Wuhan: cinco años de una pandemia olvidada

Home People Regreso a Wuhan: cinco años de una pandemia olvidada
Regreso a Wuhan: cinco años de una pandemia olvidada

Nunca es tan precisa la vida, tampoco su ausencia, como el tiempo. Unos siete millones de muertos y cinco años han transcurrido desde que, tal día como hoy, el Gobierno chino decretara el cierre de Wuhan ante la aparición de un virus mortal propagado sin control entre la población del lugar, pronto la del mundo entero. Un lustro después de la pandemia, con el Covid convertida en parte indivisible del paisaje contemporáneo, en ningún sitio la tensión entre impacto y olvido resulta tan contradictoria como allí donde empezó todo.Carne sanguinolenta de miles de animales cuelga expuesta a la polución atmosférica y la mirada de los curiosos. El recinto, inaugurado el año pasado, se encuentra a las afueras de la ciudad, encuadrado entre circunvalaciones serpenteantes a varias alturas; 38 mus –equivalentes a 22 hectáreas o 44 campos de fútbol– que acogen un hotel «internacional», un spa, varios bloques residenciales y, por supuesto, aquello que le da nombre : el Nuevo Mercado de Huanan.Los cortes y las vísceras brillan granates al sol y su hedor se cuela intenso incluso a través de la mascarilla con la que este forastero trata de disimular sus facciones entre la multitud. El aniversario ha redoblado la vigilancia policial hasta el punto de que, según ha podido saber ABC, varios de los tenderos que en días previos hablaron con periodistas extranjeros han sido arrestados. El complejo pretende dejar atrás el pasado, pero su rastro resiste indeleble: si bien el Nuevo Mercado de Huanan es un mercado, el antiguo es el origen de la pandemia.Así, la visita sucede casi en silencio, salvo por alguna exclamación de sorpresa ante el descubrimiento de un «laowai» –un guiri– entre el gentío que acude a aprovisionarse de alimentos de cara a los inminentes fastos del Año Nuevo Lunar, exactamente igual que hace cinco años. El anciano que regenta un puesto de pescado niega con la cabeza cuando se le pregunta si hay animales vivos a la venta más allá de los peces y las tortugas en los baldes. En efecto: el perro que acompaña a una visitante parece el único mamífero en movimiento. Un grupo de comerciantes lo corroboran mientras apuran su almuerzo delante de un puesto de conejos despellejados. «En este nuevo mercado no está permitido vender animales vivos» , aseguran. La prohibición es elocuente, pues la hipótesis científica mayoritaria apunta que la aglomeración de muchas especies en condiciones insalubres dentro del emplazamiento original permitió que el coronavirus saltara de un animal a otro, mutando hasta infectar a seres humanos, un proceso conocido como zoonosis. Entre el impacto y el olvido Arriba, Un hombre vende tortugas vivas y marisco en el Nuevo Mercado de Huanan. Abajo, un caminón transporta gallinas en los alrededores de Wuhan. Sobre estas líneas, vallas azules cercan el emplazamiento original del Mercado de Huanan, origen de la pandemia. JAIME SANTIRSOEl flamante recinto muestra medidas sanitarias un poco más exigentes, aunque lejos todavía de estándares internacionales. La carne se exhibe sin protección alguna sobre un suelo cubierto por desperdicios irreconocibles y charcos de agua grisácea, pese a que hace más de dos semanas que no llueve. Con la boca llena de arroz, los comerciantes dicen no haber trabajado en el antiguo mercado y la conversación muere en ese escenario maldito.Misterio irresoluble De entre todos los lugares polémicos y peligrosos del planeta, nadie hubiera podido imaginar que el que lo transformaría sería un anodino pabellón en el centro de una anodina ciudad china. El mercado original cerró sus puertas a principios de enero de 2020, y las barreras han ido evolucionando hasta las actuales vallas azules que bloquean el acceso y la visión. Sobre ellas hay impresos todo tipo de carteles informativos y propagandísticos. Uno anuncia la relocalización para conformar «la mayor zona comercial centralizada de productos agrícolas en China central» . Otro, un póster de prevención de riesgos laborales, ofrece una máxima que se antoja alegórica: «En materia de seguridad ningún detalle es demasiado pequeño».La novedad, no obstante, consiste en que la segunda planta ha vuelto a abrir al público, ahora como centro de ópticas. El guardia de seguridad apostado a la entrada trata de ahuyentar al extranjero, pero acaba por hacerse a un lado señalando a un cartel. «Prohibido hacer fotos» , advierte. El vigilante acompaña el paseo hasta que el recién llegado entra en una tienda y se interesa por cada detalle del intricado proceso de graduar lentes. Al regresar a la calle, retoma la vigilancia otro individuo que acaba por acceder a la Oficina de Seguridad Pública a la vuelta de la esquina. Pese a la feroz lucha desinformativa, las pruebas de que la pandemia habría empezado en este lugar se acumulan. Un estudio conjunto de expertos franceses y estadounidenses difundido en septiembre de 2024 por la publicación especializada ‘Cell’ recurría a cientos de muestras para mapear el espacio e identificaba varios animales como el hipotético eslabón intermedio entre murciélagos y seres humanos: perros mapache, civetas o ratas de bambú. «La diversidad genética del SARS-CoV-2 vinculada al mercado de Huanan es coherente con la aparición en dicho mercado», concluían.Sin embargo, el misterio carece todavía de solución definitiva, en gran medida a causa del hermetismo interesado del régimen. «Seguimos pidiendo a China que comparta los datos y el acceso a ellos para que podamos entender los orígenes de el Covid-19», urgía la Organización Mundial de la Salud (OMS) a finales de diciembre mediante un comunicado oficial . «Se trata de un imperativo moral y científico. Sin transparencia, intercambio y cooperación entre países, el mundo no puede prevenir y preparase adecuadamente para futuras epidemias y pandemias».Memorias silenciadas «Mi recuerdo principal del confinamiento es la escasez de alimentos. Nos faltaban productos frescos, así que hicimos una compra conjunta con nuestros vecinos, pero las opciones eran limitadas, la carne era escasa, principalmente había verduras como patatas», rememora una estudiante oriunda de Wuhan que ofrece su nombre en español, Blanca. «A mí no me gusta la carne, pero aquellos días llegué a soñar con carne, pescado y cualquier cosa que no fueran patatas». El aislamiento de Wuhan se prolongó durante casi tres meses, y su éxito en términos víricos sentó las bases para la política de covid-cero. Esta campaña, que en un primer momento salvó millones de vidas, pronto perdió su naturaleza sanitaria para convertirse en propagandística, elevada a supuesta evidencia empírica de la superioridad del modelo chino frente a las democracias liberales, hasta acabar transformada en la persecución insostenible de una utopía. Durante tres años el país quedó aislado del resto del mundo, con restricciones cada vez más invasivas, hasta que la sociedad expresó su rechazo mediante las protestas más importantes desde las movilizaciones estudiantiles de Tiananmen, todo un hito cívico. «El virus me robó mi experiencia universitaria», lamenta Blanca. «Cuando estalló la pandemia estaba a punto de acabar el instituto. Imaginaba la vida universitaria como un periodo para hacer todo tipo de actividades, conocer gente, viajar… pero la pandemia me lo impidió. No podíamos salir del campus, y ni siquiera pude participar en los programas de intercambio internacional. Cuando echo la vista atrás siento mucha melancolía». «Si hoy surgiera otro virus, estaríamos menos preparados que hace cinco años» Yanzhong Huang investigador del Council on Foreign Relations especializado en salud globalRecordar puede suponer una práctica política, especialmente en Wuhan. Quizá por eso el último piso del museo municipal, el que contiene la exposición de historia contemporánea de la ciudad con una sección dedicada a la pandemia, permanece inaccesible este mes de enero y no reabrirá hasta después del Año Nuevo Lunar a principios de febrero: si no maniobra, como mínimo ilustrativa metáfora. «Cerrado por mantenimiento, gracias por su comprensión», reza el cartel. Los wuhaneses, claro, comprenden. «La gente ya no habla de la pandemia, no hay rastro de que alguna vez existió, toda presencia física en la ciudad ha sido erradicada», comenta Shu Han, una joven que protege su identidad bajo un nombre falso por temor a las represalias. «Ahora hemos entrado en una época de recesión económica y inestabilidad geopolítica, así que las sensaciones son diferentes, es como si nunca hubiéramos recuperado el optimismo anterior». El estallido de la pandemia, en ese sentido, no supuso tanto un comienzo como un final. «Sin duda, creo que la pandemia jugó un papel fundamental a la hora de r econfigurar las relaciones de China con Occidente, en especial con Estados Unidos», apunta por teléfono Yanzhong Huang, investigador del Council on Foreign Relations especializado en salud global. «Resulta irónico que precisamente cuando la pandemia demuestra el papel crítico de China en la salud global, se reduzcan los intercambios», critica.Una de las 41 órdenes ejecutivas que Donald Trump firmó durante el primer día de su segundo mandato, de hecho, fue la retirada de EE.UU. de la OMS . «Han pasado cinco años y todavía no hemos tenido un diálogo serio, muchos países no han invertido lo suficiente en sus sistemas sanitarios», continúa Huang. «El resultado es que, si hoy surgiera otro virus con potencial de convertirse en pandemia, estaríamos todavía menos preparados que hace cinco años».

Leave a Reply

Your email address will not be published.