Las acusaciones de abusos al cardenal Cipriani le enfrentan a los obispos de Perú

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Las acusaciones de abusos al cardenal Cipriani le enfrentan a los obispos de Perú

El cardenal Juan Luis Cipriani se está enzarzando en un cruce público de reproches con la conferencia episcopal peruana y con su sucesor, el arzobispo de Lima, Carlos Castillo , en el que denuncia una «campaña de intento de acoso y destrucción de mi dignidad y mi honor». También partidarios y detractores de quien durante 20 años lideró la Iglesia peruana , usan las denuncias contra el purpurado para consolidar su posición en un conflicto que divide ideológicamente a católicos conservadores y liberales en este país.Este fin de semana saltó a la luz que en enero de 2019 el Papa habría aceptado la rápida jubilación de Cipriani, miembro del Opus Dei , a causa de denuncias por un supuesto caso de abusos cometidos en 1983 contra un menor de entre 16 y 17 años . Según, Cipriani aunque las acusaciones son falsas, en diciembre 2019 la Santa Sede le impuso una serie de penas sin que se escuchara su versión. Asegura que poco después, en febrero de 2020, el Papa habría levantado esas sanciones. Sin embargo, este domingo el portavoz del Vaticano confirmó que l as sanciones «siguen vigentes» y que están motivadas por «acusaciones», insinuando que haber otros casos. El Vaticano explicó que se le había impuesto un «precepto penal», en referencia a una sanción tras un proceso administrativo, que incluía «ciertas medidas disciplinarias relativas a su actividad pública, lugar de residencia y uso de insignias».Tras la confirmación por parte del Vaticano, el arzobispo de Lima, el cardenal Carlos Castillo, publicó una carta de solidaridad con todas las víctimas de abusos y de agradecimiento al Papa. En la misiva, Castillo agradecía a Francisco la tarea de «prevenir, investigar y sancionar los delitos de abuso de conciencia espiritual, sexual y de poder dentro de la Iglesia» y reiteraba su «plena confianza en los procedimientos e instrumentos canónicos penales que la Santa Sede ha utilizado, utiliza y aplica, los cuales han venido evolucionando y mejorando sostenidamente».Caso Sodalicio Además de referirse a las sanciones que el Vaticano ha impuesto a Cipriani, parecía mencionar también la campaña de presión y acoso que está sufriendo el sacerdote español Jordi Bertomeu, enviado por el Papa para investigar los abusos dentro de una institución católica peruana de corte conservador, el «Sodalicio de Vida Cristiana», y recientemente con la misión de suprimirla. En agosto, el Papa optó por expulsar de esta «sociedad de vida apostólica laical de derecho pontificio» a su fundador, Luis Fernando Figari (ya en el pasado declarado «persona non grata» por el mismo Sodalicio) y a otros catorce miembros y altos cargos, por diferentes tipos de abusos, entre ellos sexuales, de autoridad o psicológicos. Recientemente Francisco ha concluido que l a espiritualidad de esta organización está comprometida , y que lo más prudente es suprimirla para dar libertad a sus miembros. Uno de los expulsados del Sodalicio, el periodista Alejandro Bermúdez, ha solicitado obedecer al Papa pero «resistir» y «no aceptar las condiciones» que plantee su enviado, el sacerdote Jordi Bertomeu.La decisión de Francisco, tomada tras años de recogida de testimonios que constatan los abusos psicológicos, de autoridad e incluso sexuales en esta institución, ha sido contestada por algunos sectores en Latinoamérica como si fuera una medida contra el sector conservador de la Iglesia, y ha dividido aún más a los católicos del Perú. Lo cierto es que la supresión no tiene que ver con la orientación sociopolítica de esta organización sino con los abusos. Aunque las sanciones de la Santa Sede contra Cipriani se remontan a hace seis años, 2019, esos mismos sectores las están presentando como parte de este mismo supuesto proceso de «castigo» al sector conservador. «Entrad en razón» Por eso, el arzobispo de Lima, Carlos Castillo se refiere al Sodalicio y al cardenal Cipriani cuando escribe que «dado que en los últimos meses, luego de serias y precisas investigaciones, existen personas e instituciones que se niegan a reconocer la verdad de los hechos y las decisiones tomadas por la Santa Sede, convocamos a todos a entrar en razón mediante un camino de conversión que implique abandonar las vanas justificaciones, el empecinamiento y el rechazo a la verdad, la cual, cuando es aceptada humildemente, nos hace libres a todos. Solo esto nos llevará a superar efectivamente la tragedia que vive nuestra iglesia, especialmente las víctimas, incluso también los victimarios».Castillo, teólogo de formación y durante años profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú, es discípulo del sacerdote dominico Gustavo Gutiérrez, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. La interpretación de las sanciones contra Cipriani está tomando tales dimensiones que también la cúpula de la Conferencia Episcopal del Perú hizo un comunicado de apoyo al Papa y a las víctimas. «Nos sentimos apenados al conocer las recientes noticias acerca del cardenal Cipriani. Lamentamos el dolor sufrido por las víctimas de abusos y por la comunidad eclesial y pedimos a todo el pueblo de Dios que respete la voluntad de la víctima de permanecer en el anonimato», recita el texto. También solicitan oraciones por el cardenal Cipriani y califican como «sabia» la «decisión del Santo Padre , al unir la justicia y la misericordia, de aceptar que dejara de ser arzobispo de Lima al cumplir los 75 años e imponerle algunas limitaciones ministeriales».Este miércoles, Cipriani ha respondido desde su residencia en Madrid a estas dos misivas con otra carta pública, en la que asegura que al leerlas ha reaccionado con « sorpresa y dolor por la injusticia con la que dan por cierto s unos hechos no probados sobre mi persona». En el texto anuncia que aceptó las sanciones dejando escrito que no reconocía las acusaciones. «Me veo obligado a precisar que cuando el nuncio en el Perú me transmitió el precepto con el que la congregación (para la Doctrina de la Fe) me limitaba a algunas facultades, lo firmé declarando por escrito en el mismo acto, que la acusación era absolutamente falsa y que obedecería a esas disposiciones, como así he hecho», escribe. Cipriani reconoce también la labor del Papa Francisco , y asegura que «por amor a la Iglesia y por comunión con el Romano Pontífice acepté unas medidas preventivas ante la acusación recibida hasta que se aclarara la verdad, a pesar de que tengan su origen en una acusación falsa de la que no me he podido defender». «En todos estos años he actuado en comunión con el Santo Padre, con quien además de la obediencia que le tributo, me une el conocimiento personal y el afecto desde hace muchos años. Mi amor fiel a la Iglesia permanece inalterable», añade. Se despide reconociendo el apoyo de «hermanos en la fe y miles de compatriotas» quienes «no se han dejado confundir en esta campaña de intento de acoso y destrucción de mi dignidad y mi honor».No parece que sea la última palabra de esta historia, aunque el cruce de cartas no parece que ayude a reconciliar a estos dos sectores.

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