Joana Vasconcelos: «No soy contemporánea, soy barroca»

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Joana Vasconcelos: «No soy contemporánea, soy barroca»

Ya alertó la Agencia de Meteorología que se avecinaba una masa polar a nuestro país. Tras la llegada de las borrascas Caetano, Herminia, Ivo… irrumpe el ciclón Joana , que ha impactado de pleno en el Palacio de Liria , en Madrid. Hasta la ‘zona cero’ nos acercamos el jueves: una grúa, andamios, cajas de embalaje, plásticos, herramientas, cables por todos lados… No hay un rincón donde no reine el caos. El 14 de febrero, día que abrirá sus puertas la muestra ‘Flamboyant’ , de la artista portuguesa Joana Vasconcelos , quienes se acerquen a Liria verán ante su fachada un monumental anillo de compromiso, creado con llantas de coches y vasos de whisky. Qué mejor selfi en el día de los enamorados. Sus obras invaden todo el palacio, incluso espacios no visitables habitualmente , como la capilla, la sala de música, la rotonda o zaguán trasero, los jardines… En el vestíbulo, la escalera noble está flanqueada por dos leones, ‘Vigoroso’ y ‘Poderoso’. En el salón Estuardo, una jauría de diez perros; en el salón Goya, ‘Perruque’, una pieza con pelucas; en el salón de pintura flamenca, una pareja de cisnes hinchables; en el salón español, un corazón negro de filigrana… Habrá maquetas de muchas de sus obras en las salas de exposiciones de arte contemporáneo. Tenemos permiso para fotografiar todo, excepto dos obras: un gran lazo que pasa del fucsia al rojo, en el salón Amores de los Dioses (formado por frascos de perfume ‘J’Adore’), y ‘Valkyrie Thyra’, en la escalera noble (creada con telas de la firma). Noticia Relacionada estandar Si La Casa de Alba abre el Palacio de Liria al arte contemporáneo Natividad Pulido La artista mexicana Denise de la Rue inaugura la nueva sala con una muestra que fusiona el descubrimiento de América con la conquista espacial Cuatro de la tarde. A su cita con ABC llega Joana Vasconcelos, de verde lima y un peinado a lo princesa Leia . Antes muerta que sencilla, minutos después aparece arrolladora con un modelazo de Issey Miyake y posa con oficio para Ignacio Gil en la biblioteca de Liria ante su obra ‘Carmen’, una lámpara con multicolores pendientes de plástico. Sonará la ‘Habanera’ de la ópera ‘Carmen’, de Bizet. Poco después, Vasconcelos posa en el salón de baile ante una de sus piezas más icónicas, ‘Marilyn’ . Tras las fotos, charlamos con ella en el salón de grabados del palacio, entre espléndidas estampas de Durero.La artista portuguesa, en el salón de baile de Liria, donde se ha instalado ‘Marilyn’ Ignacio Gil— La exposición se titula ‘Flamboyant’ (extravagante). ¿Es un adjetivo que define bien su trabajo? Se ha definido como ‘kitsch’, exuberante, opulento, desmesurado…   Pero también puede ser oscuro, ambiguo, inquietante.—Creo que todos los que ha mencionado están bien. Depende de la perspectiva de las personas, depende de la cultura, de la edad, de cómo miran a la historia, al pasado y las tradiciones. Soy una artista del Barroco, soy de un país donde se creó el Barroco y he crecido en un ambiente barroco. Por eso tengo esta proximidad con los palacios de esta época, donde todo es un poco ‘flamboyant’. — Es barroca, pero también tiene influencias del pop, el surrealismo, el Dadá, el ‘ready-made’ de Duchamp. Todo, menos minimalista.  —Todo lo que ha dicho me influye. Yo no veo a los artistas como una influencia solamente, sino como una cadena. Eres el resultado de otros artistas antes de ti. Claro que el Dadá, el surrealismo y el Barroco me influyen mucho, pero también el conceptualismo, el movimiento americano, mujeres como Louise Bourgeois o Niki de Saint Phalle. Soy el resultado de toda esta gente. Mi mayor deseo es que la gente venga a un palacio increíble como éste, vea mi trabajo y diga: «¡Guau, qué locura todo esto!». — ¿Sería el mejor piropo?—Claro, me encanta traer un poco de belleza y felicidad a la gente.— Viene de una familia de artistas, pero sus comienzos son atípicos. Karateka (es cinturón negro), fue jefa de seguridad de una discoteca en Lisboa… Se define como una samurái.   Incluso tiene algo de chamana.—En el karate he aprendido que el esfuerzo, la dedicación y la trascendencia son parte de la vida. Cuando tú tienes un enfoque muy fuerte y trabajas para ello, todo va a pasar de una forma. Esto es lo que he aprendido como samurái, como karateka. Cuando tienes el enfoque ya entrenado, como yo desde niña en el karate, con esta capacidad más espiritual, más chamánica, también puedes traer la magia. El enfoque y la magia producen mi obra.En el salón Goya, junto al retrato de la duquesa de Alba pintado por el maestro, luce ‘Perruque’, de Joana Vasconcelos Ignacio Gil— En 2012 expuso en Versalles y ahora lo hace en Liria, un palacio habitado. Cree usted que el arte contemporáneo es un dinamizador de espacios históricos, que los palacios no son almacenes de historia, sino espacios vivos.—Este palacio es, sin duda, una experiencia increíble. Trabajé en Versalles, el Palacio de Ajuda, el Palacio Pitti…, que son muy grandes. Todas estas casas han tenido familias, tienen colecciones. Son todas de una misma época, tienen un mismo tipo de organización, incluso de gusto. Hay una especie de línea de pensamiento. En Versalles, en el Palacio Pitti, tuve que hacer un diálogo con el lugar. No es una imposición de lo contemporáneo a lo tradicional, sino un encuentro de tiempos. Nunca invadiendo, sino estableciendo un diálogo con los muebles, con la pintura… No es como cuando se exhibe arte contemporáneo en el cubo blanco. Es muy fácil estar en un cubo blanco y que la gente diga: ¡Uy, qué increíble! Pero cuando sales del cubo blanco y entras en un lugar como este, las colecciones están llenas de objetos. Me di cuenta de que era superabstracto lo que pasaba en el mundo del arte contemporáneo. No se creaba una educación de diálogo, sino una educación del ego. Cualquier cosa que pones en una sala blanca está bien, pero cuando la pones alrededor de otras obras, ya no es igual, porque las cosas no funcionan..— Aquí tiene que competir con Goya, Velázquez… Menuda responsabilidad.—Cuando expuse en la Galería de los Uffizi de Florencia fue el examen más grande de mi vida, porque allí está toda la historia del arte. Aquí he podido establecer diálogos con Goya, con Velázquez. Te das cuenta de que estos palacios en su época suponían un desafío para el artista. Como cuando Goya pintó a la duquesa de Alba. Cuando empecé a salir del cubo blanco vi que no todo funciona. Te das cuenta de que el tiempo existe, los objetos existen. Y tienen fuerza. La arquitectura también. Cuando sales de la caja estereotipada blanca, de una especie de laboratorio del arte, entras en el mundo real y puede funcionar o no.— Exposiciones como esta, ¿son una forma de atraer al público joven a los museos, a los palacios históricos?—Sí. Me di cuenta de que a estos palacios la gente va una vez, pero no ve una razón para volver. Ven que todos son muy parecidos y la gente piensa: «¡Ah, un palacio más!». Pero cuando el palacio hace el esfuerzo de entrar en la contemporaneidad, de crear un diálogo, todo cambia. Porque la gente dice: «¿Qué pasó?» Se crea una nueva dinámica. La gente no viene por mi obra, sino por la curiosidad de ver cómo es el diálogo entre el pasado y el presente. Es un desafío muy grande. Algunos de los diez perros de la ‘Jauría’ de Vasconcelos que se han instalado en el salón Estuardo Ignacio Gil— No conoció a Cayetana de Alba. Se hubieran caído bien.—No la conocí, me hubiera encantado, pero he escuchado su historia.— ¿El duque de Alba le ha dado carta blanca? ¿Ha habido líneas rojas?—No, ha sido increíble, la verdad. Me dio carta blanca. Ha habido un diálogo muy fluido con el duque y con todo el equipo. Se llegó a un diálogo equilibrado con el espacio y con todo lo que hay en él. No solo las pinturas, también los muebles, las cerámicas, los tapices, que son increíbles. Hay tantas cosas interesantes… La idea de abrir el palacio es supercontemporánea. Hay obras dentro y fuera. En los jardines, el esfuerzo es muy grande, porque la obra pública es enorme.— En Versalles censuraron ‘La novia’, una monumental lámpara hecha con tampones. Tampoco estará en Liria. ¿Se ha cancelado también?—No. Mide unos 6,5 o 7 metros. Es una pieza enorme y aquí no cabía.— Para usted, es su obra de resistencia. —Sí. La obra fue cancelada más veces. — Resulta increíble que en el siglo XXI se censuren unos simples tampones, un objeto tan normal para una mujer. —Es normal para las mujeres, pero no es tan fácil aún hablar de la identidad, la salud y la sexualidad de la mujer. Sigue siendo un tema muy tabú.— Ha creado para la ocasión dos lobos que se han instalado en el salón Zuloaga, sobre la chimenea. —Sí, los he bautizado Goya y Velázquez. Es un dueto imperdible.’Pas de Deux’, de Joana Vasconcelos: dos cisnes hinchables, en el centro del salón flamenco Ignacio Gil— Y en el jardín francés, una gran tetera, también realizada ex profeso. —Es un homenaje a Catalina de Braganza, mi reina preferida: llevó la seda, las naranjas y el té a Europa. Y aquí estamos hablando de reinas y de mujeres importantes, como las duquesas de Alba. — En la biblioteca ha instalado una gran lámpara, ‘Carmen’, junto a la carta de Mérimée a la condesa de Teba, agradeciéndole que inspirara la historia para su libro.—Fue la primera pieza que hice para Madrid, con unos pendientes comprados en Valencia: una versión de la lámpara barroca de los tampones. Estar junto a esa carta… ¡Guau! Es una locura.— No estará en Liria ‘Lilicoptère’, una de sus piezas fétiche: un helicóptero con plumas de avestruz rosas, cristales de Swarovski… Se exhibió en las estancias de María Antonieta en Versalles.—La intentamos traer, pero es demasiado grande. No cabía por la ventana. — Sí está ‘Marilyn’, que se ha instalado en el salón de baile del palacio. Una pieza que mezcla el glamour de los zapatos de tacón de Marilyn con la parte doméstica (las cacerolas).—Este obra puede ser muy fría o muy barroca. Hay gente que le recuerda a la cocina, a la tradición, la forma en que está aprisionada la mujer en ese rol. Pero otras mujeres la ven desde el punto de vista del glamour, la fiesta, la independencia, el lujo… Hice otros zapatos que se titulan ‘Betty Boop’, ‘Carmen Miranda’, ‘Priscilla, Reina del Desierto’… Todas ellas son mujeres, a las que un zapato les cambia la vida. Marilyn fue una mujer con una vida superespecial. — Siempre hay varias formas de ver su trabajo según la mirada.   Sus obras son como cebollas, con muchas capas…—Sí. Es muy diferente de mis colegas hombres, que usan una técnica, un material, y tienen solo un sentido. Como mujer puedo trabajar muchas técnicas, muchos materiales… A mí me gusta todo, me interesa todo.— ¿Sigue siendo el arte un mundo de hombres?—La semana pasada estuve en la feria Brafa en Bruselas. La primera pregunta que me hizo un periodista fue: ¿Cómo se siente al ser la primera mujer invitada en 70 años? Para mí, el feminismo no es un tema, es mi realidad. Yo he sido la primera mujer en exponer en Versalles, la primera artista portuguesa en el Guggenheim… Y la primera mujer artista invitada en 70 años de la feria de arte más antigua de Europa. No es una cuestión de opinión o política, es una realidad. Hay mucho aún por conquistar. Solo el 10% de los artistas expuestos en museos son mujeres. Son hechos, no teorías. No es una invención.— Cada vez la mujer tiene más visibilidad en el arte, pero hay una gran brecha en cuanto a los precios. —¿Mujer, joven, portuguesa? Galeristas me han dicho: «No puedes costar lo mismo que un artista francés de tu edad». — ¿Su arte es ‘político’? Habla de feminismo, ecología, inmigración… Tras esa fachada aparentemente superficial de su obra, si rascas, hay mucho fondo.—Para mí es muy importante que otras mujeres no pasen por lo que pasé yo. La igualdad no existe aún y tenemos que trabajar para ello. A través de mi fundación, damos becas a jóvenes artistas, hacemos programas de residencia… Les decimos que es posible, como artistas mujeres, existir. — Tras 30 años de carrera, ¿se puede permitir hacer lo que quiere?—Siempre he hecho lo que quiero. Con más medios o menos.— En su trabajo hay críticas a la sociedad de consumo, a la estandarización de las ciudades… —Nuestras ciudades se volvieron muy tóxicas.— Venecia, Lisboa, Nueva York… Parecen parques temáticos de Disney, ¿no?—Se perdió la conexión con el mundo real, la naturaleza y nuestra identidad. ‘Piano Dentelle #3’, de Joana Vasconcelos, en la sala de música del palacio Ignacio Gil—El humor juega un papel muy destacado en sus obras…—Creo que la dualidad entre la belleza y el humor es muy interesante porque se puede ser crítico pero bello al mismo tiempo. Cuando la gente salga de mis exposiciones quiero que lo hagan con una sonrisa, que hayan disfrutado y pensando: ¡Qué locura, cómo hizo esto!— También hay mucho de juego en su obra, que es algo muy surrealista.—Sí, el tema de la escala de los objetos es como un juego de niños, un poco de ‘Alicia en el País de las Maravillas’. — Aunque nació en París en 1971, es portuguesa. En su trabajo está muy presente la tradición popular del país: los azulejos, el fado, el gallo de Barcelos, la cerámica, los bordados, la filigrana… Hay un ‘boom’ del textil en el arte contemporáneo.—Yo soy portuguesa, he crecido en Portugal. Llegué de París con tres años. La cultura que me ha rodeado toda mi vida fue la portuguesa. No necesitas buscar fuera de ti, todo está dentro de ti. Como he crecido en la cultura portuguesa, lo que expreso son las tradiciones, los objetos, el barroco portugués, los tejidos, la luz de Lisboa, que es una luz muy particular. Todo eso es parte de quien soy yo. — Usted descontextualiza los objetos cotidianos. ¿Es un acto de sabotaje y subversión de la banalidad?—Me gusta esa idea, está bien.— ¿Es muy subversiva, le gusta el sabotaje?—Un sabotaje positivo, sí.’Familia feliz’, de la artista portuguesa, en el salón italiano, junto a pinturas de Peruggino, Tiziano, Luca Giordano, Andrea del Sarto o Guido Reni Ignacio Gil— Su taller es otra parte muy importante. El Prado ha dedicado una exposición al de Rubens. Todo lo que salía de allí era ‘marca Rubens’. ¿El suyo funciona de la misma manera?—Sí, mi taller es como los de Velázquez y Rubens, talleres muy grandes con mucha gente haciendo cosas muy específicas. Yo tengo el privilegio de tener manos, que llamo manos de oro, personas que hacen cosas increíbles. Trabajo en el taller todos los días, es lo que me da la energía de vivir. No soy una artista contemporánea, soy una artista con un gran taller, muy clásico, todo hecho a mano. No tenemos máquinas, no tenemos casi ordenadores, es todo hecho de otra forma, con otro tiempo. — Ha nacido varios siglos tarde… —Sí, pero me divierto mucho. — ¿Le gustaría exponer en el Prado? —Por Dios, claro, es un icono, un lugar increíble. El punto de partida de mi vida artística fue ver el ‘Guernica’. El Louvre, el Prado, la Royal Academy… son lugares a los que tienes que ir toda tu vida.— También expuso en el Guggenheim de Bilbao. ¿Cómo se llevaba su trabajo con la arquitectura de Frank Gehry?—Su arquitectura es una escultura. Fue muy interesante y muy divertido. —La gente la quiere. Su exposición en Versalles fue la más visitada de la Historia, con 1,6 millones de personas.—Cuando a la gente le gusta mi trabajo, quiere decir que tiene sentido, y si tiene sentido, lo voy a seguir haciendo. Los artistas estamos al servicio de algo más grande que nosotros. Al servicio del mundo, al servicio de los palacios, de la cultura local, de nuestras tradiciones. Estoy muy agradecida por poder tener esta vida. El día que la gente no venga a mis exposiciones, no tendrá más sentido. ‘Diagonals’, de Joana Vasconcelos, en el salón Gran Duque Ignacio Gil— Su arte conecta muy bien con la gente joven. ¿A qué lo atribuye? —El otro día alguien me dijo que hacía arte para gente de los ocho a los ochenta años. No lo había pensado así. Hay gente mayor que entiende lo que estoy haciendo. El ganchillo, estas técnicas hechas a mano, las valoran mucho, porque lo hicieron ellas y sus madres. Las nuevas generaciones conectan con otras cosas, con la parte tecnológica. Depende de la edad, depende de tu cultura y de tu religión. Todo influye en el modo de mirar mi obra. No es una obra cerrada, es abierta. Hay espacio para que cada uno pueda interpretarla a su manera.— ¿Se ha abierto a la inteligencia artificial o lo considera un tabú? —No tengo problemas con la inteligencia artificial. Es un mecanismo que va a facilitar muchas cosas y va a dar al ser humano más espacio para su espiritualidad. — ¿No teme que sustituya al artista? —No puede crear porque no tiene alma. Las máquinas no van a conseguir tener una conexión espiritual, porque eso es algo que solo el ser humano tiene. — La muestra está patrocinada por Dior. El arte contemporáneo coquetea con las grandes firmas: por ejemplo, Kusama y Vuitton…—Desde 2003 he colaborado con Louis Vuitton. Tienen mucha obra mía. Cuando Dior empezó a hacer un programa de arte contemporáneo, me invitaron a hacer ‘El lazo’, que está aquí. Ya tenía obras en la Colección Vuitton. Cuando el grupo compró Dior, empecé a trabajar con ellos también. Conozco muy bien el grupo, es una marca muy bien organizada y con un propósito muy importante de hacer un legado importante para el mundo del arte. He tenido el privilegio de trabajar con el señor Arnault muchas veces, y también con el señor Pinault, hombres con grandes colecciones. Es muy interesante conocer a los coleccionistas de hoy, como hubo en el pasado con los Médicis. Los Uffizi es el resultado de los Médicis. Cuando entras en el museo, dices: ¡Guau, lo que dejaron aquí! El patrimonio que esta familia ha generado es increíble. — Arnault y Pinault son los nuevos Médicis.—Sí. Y ser parte integrante de todo esto es un gran privilegio. Es algo que yo no podría haber imaginado cuando estaba en la escuela. Es un sueño.De izquierda a derecha, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; el duque de Alba y Joana Vasconcelos, en el Palacio de Liria el pasado 14 de enero © Lionel Balteiro LaMousse— Le interesa mucho la moda. ¿Es para usted una parte más de la cultura?—Claro, yo no lo separo. Muchas veces me preguntan: «¿Cómo trabajas con la moda y los palacios? El mundo del arte contemporáneo es el cubo blanco». Yo les digo: «¡Ay, me encantan los palacios, me encanta la moda, me encanta el diseño!»— Hay mucha impostura en el arte contemporáneo, ¿no?—Al final, la historia dirá quién queda y quién no. La idea es que la gente se acuerde de tu trabajo. Cuando hice ‘La novia’, me preguntaban: ¿Qué has hecho? «Hice la lámpara de los tampones». ¡Ah!, eres la artista de los tampones. Durante años yo era la artista de los tampones. La historia es contada por aquellos de quienes toda la gente se acuerda.— La noticia cultural del momento es Karla Sofía Gascón, la actriz trans protagonista de ‘Emilia Pérez’, que ha sido cancelada por unos tuis ofensivos de hace unos años. ¿Conoce el tema? ¿Qué opina?—No conozco la historia, pero si ha sido cancelada no estoy de acuerdo. Cuando empiezas a cancelar, a prohibir, a creer que unos son más que los otros, no funciona. Compartir, tolerar, genera armonía y la armonía y la belleza traen luz al mundo. Si no hay luz y armonía, no hay paz. Y todo lo que no genera paz genera destrucción y caos. No conocía esta historia. Es feo, es malo, es triste, es la humanidad en su lado más oscuro, más tóxico. Lo que ella hizo ahora lo están haciendo con ella.

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