La derecha radical condicionará los pactos en la Eurocámara

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La derecha radical condicionará los pactos en la Eurocámara

Desde hace más de una década, la política europea ha señalado como uno de los riesgos para su estabilidad la existencia de partidos populistas y euroescépticos de extrema derecha representados inicialmente por el antiguo Frente Nacional francés. En estos años se ha creado hasta un puesto en la Comisión encargado de la «defensa de los valores europeos» y se han puesto en marcha procedimientos sancionadores contra dos países por considerar que algunas de sus decisiones contradecían los principios democráticos básicos. Y, sin embargo, esos partidos no han dejado de crecer, hasta el punto de ser la fuerza política dominante en varios países y participar o dirigir el gobierno. El grupo parlamentario Identidad y Democracia (ID), más radical en sus planteamientos que el de los Conservadores y Reformistas (ECR, también de extrema derecha), podría incluso convertirse en el tercero en numero de escaños, claramente por delante de liberales y verdes. En la nueva legislatura se planteará inevitablemente la necesidad de reconocer que una parte cada vez más relevante de los ciudadanos se sienten representados por estas propuestas y no por las que los partidos tradicionales han sostenido. Y para el grupo del Partido Popular Europeo (PPE) se planteará la discusión de si debe o no abrir la puerta a pactos con alguno de los dos grupos que tiene a su derecha y que, según las encuestas, sumarán más escaños que los socialistas.Estos días se están cerrando los últimos detalles del acuerdo de coalición en Holanda , un país cuya reputación en materia de tolerancia y respeto a los principios democráticos no se ha puesto jamás en duda. La noticia es que la fuerza política dominante es el Partido por la Libertad (PVV, miembro de ID) de Geert Wilders , y que ha pactado una coalición con el partido liberal (VVD) y otros socios. Ahora mismo, la extrema derecha participa en coaliciones de Gobierno en Suecia y en Finlandia; en Hungría, el Fidesz de Viktor Orbán gobierna el país con una mayoría aplastante; y encabeza el gobierno de Roma, de Giorgia Meloni , Fratelli d’Italia. que domina el grupo de ID en Bruselas junto al PiS polaco, que es el primer partido del país aunque esté ahora en la oposición.Noticia Relacionada estandar Si Los populares europeos abren el debate sobre el freno a la transición energética Enrique Serbeto | corresponsal en bruselas Las movilizaciones de los agricultores y la falta de competitividad ante Rusia y China frenan el Pacto VerdeSucede algo parecido en Austria, donde el viejo FPÖ es de lejos el partido con más apoyo electoral, aunque le supera la coalición entre populares y verdes. Y en Francia, país central en la UE cuyo sistema electoral a dos vueltas ha permitido hasta ahora frenar el avance de la Agrupación Nacional (RN encuadrado en ID en la Eurocámara) de Marine Le Pen , que podría duplicar en votos en las europeas al segundo partido, el liberal del presidente Emmanuel Macron . Precisamente el grupo que concentra a los aliados del presidente francés en el Parlamento Europeo ha sido el primero en señalar a sus socios holandeses por pactar con el PVV en La Haya, una clara señal de incomodidad ante la que va a ser la más dura campaña (y la peor derrota) para Macron.La presidenta de la Comisión, la alemana Ursula von der Leyen , sin embargo dio a entender hace una semana en un debate con otros candidatos europeos que el grupo Popular Europeo podría considerar pactos con ECR (del que forma parte Vox) a pesar de que su partido en Alemania, el democristiano CDU, está dentro de la corriente general que excluye cualquier negocio con sus nacional populistas locales de Alternativa para Alemania (AfD, que forman parte de ID).Izquierda y nacionalismoLa realidad es que mientras en Bruselas, y sobre todo desde el socialismo y la izquierda radical, se señala a estos demagogos como un peligro para la democracia, su influencia no ha dejado de crecer en prácticamente todos los países. En algunos vinculado a nacionalismos regionales, como Bélgica; en otros incluso viniendo desde la izquierda, como sucede con el exsocialista eslovaco Robert Fico . Lo que todos tienen en común es que ponen en duda la vigencia de ciertas ideas que la corriente ortodoxa de la política ha convertido en dogmas indiscutibles, ya sea en el campo de la inmigración o de las relaciones sociales. Y es probablemente esa negativa absoluta a someter a discusión abierta muchas de esas cuestiones lo que hace es que muchos electores se decanten por apoyar directamente las propuestas demagógicas de estos partidos, a pesar de que la cifras electorales demuestran que la mayoría de ellos eran anteriormente votantes de izquierda o de extrema izquierda.El hecho de que ahora mismo estén divididos en dos grupos en el Parlamento Europeo puede ayudar a los populares a justificar los pactos que pudieran necesitar con los conservadores de ECR siempre que se mantengan –como ha hecho Giorgia Meloni– en las posiciones básicas de no hablar de salir de la UE y ser impecablemente leales con la OTAN. Otra cosa sería si se produjera esa unión de la extrema derecha que promueve, entre otros Santiago Abascal , y que representaría una fuerza formidable en el Parlamento Europeo, con más escaños que el grupo socialista y acercándose a los populares.

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