Es una imagen muy cinematográfica la del interrogador que aprieta hasta sacar al interrogado de sus casillas, eso de «¿ordenó usted el código rojo?». Este martes, por momentos, parecía ser lo que intentaba la teniente fiscal de la Audiencia Nacional Marta Durántez con el expresidente de la RFEF Luis Rubiales, de temperamento tan célebre como el beso que le plantó a la jugadora Jenni Hermoso en la final del Mundial de Sidney. Con menos espectacularidad, eso sí, que Tom Cruise frente a Jack Nicholson en ‘Algunos hombres buenos’, le fue tirando las indirectas pero sin conseguir el objetivo. Cinco sesiones después de que se iniciase el juicio contra él por agresión sexual y coacciones a la jugadora internacional, el inhabilitado presidente de la RFEF, que había pasado todas esas horas removiéndose en su silla y susurrando a su letrada, se mantuvo ayer como un témpano durante la hora que duró el interrogatorio. Y eso, pese a escuchar a la acusación pública espetar cosas como que «lamentablemente, no fuimos capaces en el fútbol español y tuvo que ser la FIFA quien le echara». Con el traje oscuro y el gesto serio, se sentaba Rubiales a mediodía frente al juez Juan Manuel Fernández-Prieto para esquivar el trapo después de que desfilase por allí el experto en lectura de labio s al que encargó una pericial para concluir que en el medallero, le dijo a Jennifer Hermoso «te puedo dar un besito». Lo que no podía acreditar, porque ella está de espaldas a la cámara, es cuál fue su respuesta.Noticia Relacionada estandar No El perito de lectura de labios de Rubiales asegura «sin margen de error» que pidió a Hermoso «un besito» Isabel Vega El experto, cuya formación cuestiona la Fiscalía, no puede acreditar si la jugadora dijo algo porque estaba de espaldasRubiales, sin embargo, se dijo «totalmente seguro» de que la jugadora autorizó aquel «besito» o «piquito», que tanto da a estas alturas, afirmó, si «son sinónimos». «Mi comportamiento no fue adecuado y en esa tarima debí mantener un papel más institucional, pero la señora Hermoso sabe que yo pregunté y ella contestó», aseguró, para rematar después: «Me equivoqué y metí la pata. Me porté como un deportista que celebra, como uno más del grupo, pero de ahí a que haya un delito…».A preguntas de su abogada, Olga Tubau, añadiría en este punto un «por Dios, jamás» para responder si obró con ánimo de satisfacer pulsiones sexuales. No es baladí, uno de los debates que puede abrir esta sentencia es el elemento subjetivo del tipo penal , el ánimo al perpetrarlo . Dejó claro además que ella se fue riéndose y le dio «unas palmaditas» y nunca después le dirigió un reproche. También quedó sobre la mesa que, según Rubiales, «no había una relación laboral», no era su jefe. Intenta conjurar el elemento de abuso de poder que sobrevuela desde el inicio. «Ni yo mandé a Jorge Vilda (a hablar con el hermano de Hermoso en el avión) ni yo hablé directa ni indirecta con Rivera ni le dije a Luque que hiciera tal o cual cosa»Sobre el beso en sí, la fiscal le preguntó si «era consciente de que no podía tener ese tipo de conductas». «Esa es una valoración suya, yo no pienso igual. No está tipificado (…) No está prohibido dar un beso, están prohibidas las acciones forzadas, con violencia. Nada que ver con lo que realmente allí ocurrió».En este sentido, sujetarle la cabeza no fue en su opinión una manifestación de fuerza sino «de cariño» y casual. Su versión: ella le agarró «fuerte por las axilas» y le izó y al bajar se le «quedaron los brazos arriba». Insistía la fiscal y Rubiales llegaba a asegurar que a sus hijas las besa en la boca «cuando aprueban todas las asignaturas». Lo haría con hombres también, claro, si hubiese confianza y algo que celebrar. «Atajarlo todo»A partir de ahí, negaciones en cascada de lo declarado hasta ayer por los testigos. Sostuvo, por ejemplo, que sacó a Hermoso del vestuario tras la final no para hablar del «besito» sino del viaje a Ibiza o que si bien el comunicado del que ella renegaría se le ocurrió a él «a bote pronto», no participó en la redacción y se desentendió cuando su director de comunicación le dijo que la jugadora «había dado el ok». También aseguró que en el avión planteó a Hermoso «que sería buena idea para atajar todo» grabar un vídeo «para dar esa imagen los dos juntos» y no insistió más – «se intentó, no quiso y no se hizo»-. Refutó asimismo que cundiese el nerviosismo en aquel vuelo aunque sí reconocía las reuniones con su gente porque «habría sido una irresponsabilidad» no buscar salidas a la «crisis mediática de dimensiones cada vez más grandes» , que «afectaba a la institución». A Hermoso, a todo esto, no la encontró triste durante el viaje en que sus compañeras la vieron derrumbarse. «Estaba feliz y contenta dando saltos de alegría como todas», zanjó. Ya en Madrid, justificó la presencia de su padre en la reunión del 23 de agosto en su despacho porque ese día es su cumpleaños, y redujo el cónclave a un gabinete de crisis con su equipo de comunicación. En cuanto a la supuesta «encerrona» en aquel despacho para los informes de Integridad, aseguró que allí «todas las personas firmaron lo que quisieron», incluido él mismo. Noticia Relacionada Jenni Hermoso declara contra Rubiales estandar Si Dos horas de interrogatorio, sin biombo y apenas unos cruces de mirada Isabel Vega La internacional declara que no pudo esquivar el beso del expresidente de la RFEF, mientras la exdirectora del fútbol femenino lo señala por una «reprimenda» y la jefa de prensa habla de «encerrona»Tocaban las preguntas sobre el exseleccionador Jorge Vilda, el exdirector de la selección Albert Luque y el que era responsable de Márketing, Rubén Rivera, que habrían coaccionado a Jenni por él y permanecían en silencio en el estrado. Lo negó todo: «Ni yo mandé a Jorge Vilda (a hablar con el hermano de Hermoso en el avión) ni yo hablé directa ni indirecta con Rivera ni le dije a Luque que hiciera tal o cual cosa », aseguró. «Ni por medio de terceras ni directamente» pidió a nadie que hablase con ella.Rubiales abandonó la Audiencia Nacional con la misma calma que había llegado, pese al enjambre de cámaras -hubo golpes y caídas al suelo- que se le echó encima cuando intentaba subir a un taxi. No hubo código rojo así, ni dentro ni fuera pese a lo intenso de la sesión. Hoy declaran el resto de los acusados y quizá, se atisben las conclusiones. Depende del tiempo que tarden y del juez, que ayer cerró después de Rubiales: «Me tienen ustedes agotado».
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