Ha sucedido en una escuela de secundaria de Neuss, en Renania del Norte-Westfalia. Cuatro estudiantes han exigido abiertamente la introducción de las normas islámicas estrictas para sus clases, mientras la ‘policía de la Sharia ‘ estudiantil. Alumnos de entre 17 y 19 años han estado presionando a sus compañeros de clase e incluso ha enviado advertencias a los profesores. Temiendo las consecuencias y presionados públicamente en las redes sociales, algunos de los alumnos han seguido sus demandas y se han convertido públicamente al islam. «Estamos hablando de que hay alumnos dispuestos a apedrear a sus compañeras de clase sin no se comportan como espera esta religión política, que es contraria a la Ley Fundamental alemana», se queja una madre que permanece en el anonimato para proteger a su hija de posibles represalias y que confirma que la vida escolar se ha visto gravemente afectada por esta presión. «La disposicón de las clases ha cambiado, sí, ahora las alumnas se sientas separadas de los alumnos», dice, «y si alguno o alguna no cumple con esa norma no escrita se enfrenta a insultos o empujones en los pasillos». Noticia Relacionada estandar Si El cibercalifato: la gran amenaza yihadista para Andalucía J. J. Madueño La decena de detenidos en doce meses revela una actividad terrorista alentada por internet y la guerra de GazaEl periódico alemán Bild ha obtenido confirmación del colegio: de manera aparentemente voluntaria y ajena a la normativa del centro, los alumnos se sientan en las primeras filas de las aulas mientras que las alumnas quedan relegadas al fondo. Las profesoras reconocen que sufren presiones y que los alumnos se niegan a mirarlas a la cara cuando hablan con ellas. Y resulta evidente que un elevado y creciente número de alumnas acuden a clase completamente cubiertas.La seguridad del Estado ha abierto una investigaciáon sobre lo que está ocurriendo en este centro que, por otra parte, no es un caso aislado. Realidades paralelas a la legislación son ya evidentes en muchos colegios centroeuropeos sin que las autoridades educativas sepan cómo abordar la cuestión en la práctica, dado que a menudo roza con la libertad religiosa. «Alemania se está ahogando en su ingenuidad y está menos preparada ahora que durante la crisis migratoria de 2025 para hacer frente a lo que ocurre», advierte Volker Resing, convencido de que estas cuestiones no son religiosas, sino estrictamente políticas, y autor de ‘Operación Alá. Cómo el Islam político quiere infiltrarse en nuestra democracia’. Resing se refiere, por ejmplo, al debate sobre el uso del velo, que «es mucho más amplio dentro del mundo islámico que aquí, mucho más honesto, dinámico y diverso». Sugiere que el aumento de mujeres cubiertas no es una cuestión religiosa: «siempre se ve en conexión con el auge del islamismo, echa un vistazo a las fotos de Irán, Afganistán, Siria o Palestina a principios de la década de 1970, las mujeres eran mucho más libres entonces que hoy, los islamistas hacen de los pañuelos en la cabeza sus banderas».Islam políticoEl problema viene larvándose desde hace años. Y en 2018 se publicó en Austria el libro de la profesora austriaca Susanne Wiesinger, titulado ‘Kulturkampf im Klassenzimmer’ (Guerra cultural en las aulas), en el que denunciaba que «los migrantes han sido abandonados a su suerte, a través de décadas de políticas de integración sin un concepto; se han encontrado con el rechazo, la discriminación y el racismo. Eso es un hecho. Como resultado, especialmente los musulmanes, se han retraido considerablemente y el islam político se ha afianzado cada vez más en estas comunidades. Nos hemos quedado dormidos para vigilarlo». Wiesinger ha documentado cómo «la presión es muy sutil y siempre va a la conciencia culpable», para ir cambiando la convivencia en el colegio, y lamenta que la izquierda progresista esté dando la espalda a este problema: «Lo que está claro es que ninguno de mis amigos burgueses de izquierda habría enviado a sus hijos a la escuela donde he trabajado».«Especialmente las niñas están indefensas», advierte la pakistaní al frente de la ONG contra la Sharía Sabatina e.V, con sede en Alemania, «cuando yo iba a la escuela, por ejemplo, no podía beber agua de allí porque se me enseñaba que todo aquello era impuro y pasaba muchísima sed, pero ni siquiera los profesores podían ayudarme porque no sabían nada de todo eso que me enseñaban en casa». «No hay integración posible, esas comunidades conservadoras que enseñan a sus hijos a no mezclarse con niños alemanes son muco más peligrosas que el terrorismo yihadista», sugiere el peligro silencioso al que los centros educativos se enfrentan sin recursos. «Aproximadamente el 90% de nuesros alumnos tienen trasfondo migratorio y aproximadamente el 60% pertenece a familias musulmanas», describe la situación el director del Colegio Europeo Franz Jonas, de Viena, en la que desde el 7 de octubre el islamismo militante se ha vuelto violento. Christian Klar ha tenido que llamar a la policía varias veces, porque los profesores no logran hacerse con el control de las clases, y los agentes han incautado nudillos de acero, navajas e incluso una pistola entre el alumnado. «Ya sea por cómo se tienen que vestir las niñas, qué se puede comer, qué pueden o no decir los profesores o la demanda de salas de oración…el día a día es una batalla en la escuela».
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