Los 229 días del reinado de Luis I, el más corto de España

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Los 229 días del reinado de Luis I, el más corto de España

Cuando Luis I exhaló su último aliento, más que a estertores de sufrimiento debió sonar a respiro de alivio. Su larga agonía, un mes sumido en altas fiebres, fue lo único prolongado de un reinado tan breve como revoltoso. En menos de ocho meses, debió enfrentarse a la alargada sombra de su padre, que reinaba sin corona desde la Granja de San Ildefonso, a los problemas de un imperio todavía inmenso y, sobre todo, a las travesuras de una esposa francesa que se pitorreaba a diario de toda la pompa de palacio. Eructo aquí, despelote allá. Maquíllate, despéinate. Un espejo contra el suelo. Y mírate y mírate qué caos has montado… Y precisamente esos son los mimbres, a medio camino entre los rigores del absolutismo y una letra de Mecano, que alimentan la nueva comedia de Movistar Plus+, ‘La vida breve’ , que se estrena este jueves.Desafiando la regla sagrada de que un Rey jamás abdica y menos vuelve después, Felipe V colgó la corona a principios de 1724. Su cabeza, afectada probablemente por un trastorno bipolar, le obligó a poner tierra de por medio, «para pensar en la muerte y solicitar mi salvación». Tomó la medida radical de retirarse del mundo cuando los toros, la caza, la guerra o el sexo (nunca fue el sexoadicto que canta la propaganda y que la ficción deja entrever, pero algo le paliaba) ya apenas calmaban sus depresiones cíclicas. Un momento del rodaje de ‘la vida breve’ Movistar Plus +En la serie, creada por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor , su papel está interpretado por Javier Gutiérrez , que le da un aspecto humorístico a lo que fue una gran tragedia, la de un monarca que empezó su reinado escondido tras las cortinas por una timidez extrema y que lo acabó subido al trono creyéndose una rana. La ficción se toma muchas licencias en busca de la hilaridad del drama, pero a grandes rasgos hace un buen retrato de sus extravagancias, sus malos hábitos higiénicos y de su imperecedero miedo escénico. «Preferiría seguir siendo duque de Anjou que Rey de España», dejó escrito el primer Borbón.Junto al Rey aparece todo el tiempo ella, su segunda esposa, Isabel de Farnesio (Leonor Watling) . La suya es una de las grandes injusticias de su tiempo, pues el pueblo, como siempre ha ocurrido con las mujeres poderosas, la acusó de usar sus talentos sexuales para mantener inerte al Monarca sin sospechar la verdad. La italiana era inteligente y se implicó en los asuntos de Estado, pero lo hizo, sobre todo, dando afecto a Felipe, que no una ni dos veces soltaba la mano a pasear si alguien le obligaba a hacer algo que no quería hacer. Que arrastrara consigo a su mujer a una muerte en vida como era la sierra de Segovia, definida por Farnesio como un «desierto» lleno de «ciervos y aburrimiento», habla perfectamente de quién mandaba sobre quién.De Luis I, interpretado por Carlos Scholz , hay poco que decir, porque hizo poco. La caracterización en la ficción de Movistar le presenta como un perfecto memo, ignorante de lo que ocurre en sus reinos y con las neuronas justas para cazar, comer y parlotear de trivialidades. No hay pruebas de que fuera así, ni de lo contrario. Llamado ‘el Bien Amado’, ‘el Liberal’ o ‘el rey silueta’ por su brevedad, accedió al trono con diecisiete años y una existencia discreta hasta entonces. Los rumores cortesanos apuntaban a que era un chico extremadamente tímido, con poca salud y poco afecto, aislado acaso por su madrastra Farnesio. La caza, el baile y los juegos de la pelota y del mallo (similar al críquet inglés actual) ocuparon las inquietudes de su vida. Su reinado fue un soplido, marcado por las interferencias de su padre y por las locuras de su esposa. Pero sin duda la gran estrella de la comedia es Luisa Isabel de Orleans (Alicia Armenteros), su esposa . Los informes sobre los encantos, belleza y buena educación de la quinta hija del regente de Francia prescribieron en cuanto cruzó los Pirineos. Su abuela paterna reconocía que ni ella ni su nieta habían derramado una sola lágrima en su despedida: «No puede decirse que sea fea: tiene los ojos bonitos, la piel blanca y fina, la nariz bien formada y la boca muy pequeña. Sin embargo, a pesar de todo esto, es la persona más desagradable que he conocido en mi vida; en todas sus acciones, bien hable, bien coma, bien beba, os impacienta». Exhibicionista, pueril, escatológica, repelente… Los nobles españoles atribuyeron el comportamiento de la joven a la degenerada vida en Versalles y a la mala sangre de su padre, el duque de Orleans. No obstante, la díscola personalidad de la joven se cimentaba en una crianza cruel, más propia de una manada de hienas que de una familia aristocrática, cuyos desprecios provocaron en Luisa Isabel un trastorno límite de la personalidad , que se caracteriza primariamente por la inestabilidad emocional, el pensamiento polarizado y dicotómico y relaciones interpersonales caóticas. Esto se traducía en borracheras, rabietas y en el olvido sistemático de su ropa interior.’Luis I, rey de España’. Réplica de Jean Ranc. Detalle Museo del PradoLa serie reconoce sus graves goteras . Pero tampoco le hace feos a darle una voz moderna, desde una perspectiva feminista y presentista: una mujer empoderada, adelantada a su tiempo y rebelde con causa. No quiere ser la muñeca sin líneas de diálogo que imagina su marido, y por eso ni colabora en la reproducción (el matrimonio no tuvo hijos) ni en las formalidades de palacio. Sea como fuere, el desenlace es el mismo en la realidad que en la ficción: Luis I terminó harto de la francesa y la encerró en el Alcázar Real . La soltó solo cuando juró que iba a comportarse. Si cumplió o no con su palabra resulta difícil de determinar, puesto que los acontecimientos se arremolinaron en pocas semanas. Luis enfermó de viruela el 14 de agosto, sufriendo fiebres y delirios. Falleció antes de que terminara agosto, exactamente siete meses y medio después de que comenzara su reinado, el más breve de la historia española, si no se cuenta el gobierno «iure uxoris» (por el derecho de su mujer) de Felipe I de Castilla. La esposa de Luis no se separó de su lecho en ningún momento, lo que le costó contraer también la enfermedad, que en su caso no resultó mortal. A pesar de todo, Felipe e Isabel no mostraron la menor clemencia hacia la joven. De regreso al trono, la empaquetaron de vuelta a Francia para poder fingir que aquella breve pesadilla jamás había tenido lugar. Felipe V reinó hasta 1746 en lo que sí resultó una larga y tormentosa escalada de su enfermedad mental. La comedia de Movistar+ hace chanza de su propio rigor a la hora de retratar los acentos y los idiomas que se escuchaban en la corte española. Sería absurdo pedir a la ficción que se detuviera en un aspecto tan anticlimático, pero no deja de ser curioso que Isabel, que hablaba con fluidez alemán, francés e italiano, apenas sabía saludar en español. Felipe prefirió siempre conversar con ella y sus hijos en francés. Todo ello es un buen recordatorio de que ‘La vida breve’ no se toma muy en serio a sí misma ; primando, como corresponde, las risas a la fidelidad histórica.

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