Cuando en 2007, el muy laureado escritor ‘serio’ John Banville (Wexford, 1945) apenas se escondió tras la máscara del gemelo malvado Benjamin Black para publicar el ‘dublin-noir’ titulado ‘El secreto de Christine’, fueron muchos (me incluyo) los que lo consideraron capricho pasajero o gran chiste a no repetir. Y, sí, ahí estaba un gran personaje ( el torturado patólogo Quirke ) y una atmósfera oscura (la de la reprimida y represora Irlanda de los ’50s) y, ‘last but not least’, esa prosa atmosférica de Banville que se las arreglaba para acompañar con elegancia y genio al misterio criminal. NOVELA ‘Los ahogados’ Autor Benjamin Black Editorial Alfaguara Año 2025 Páginas 336 Precio 21,90 euros 4Pero la cosa no podía extenderse mucho más y, seguro, Banville iba a cansarse de su ‘alter ego’. Y, sí, se cansó para su idioma ( el alias, que se mantiene es España, desapareció de las portadas en inglés). Pero, sorpresa, acercándose a las dos décadas de aquel inesperado ‘big bang-bang’, ‘Los ahogados’ es la décima entrega de Quirke (de un tiempo a esta parte acompañado por otra criatura de Black, el detective-inspector St. John Stafford ) sin que esto le impidiese, además, darse un paseo por Manhattan contemporánea, Praga medieval , acompañar a futura reina del Imperio y a su hermana durante las largas noches del Blitz o, incluso, abducir la voz de Chandler/Marlowe. Y a esta altura, ya con adaptación televisiva a sus espaladas y el rostro de Gabriel Byrne, está más que claro que no será la última. Y —aspirando a la prolífica velocidad de Georges Simenon , muy admirado por Banville— está muy bien que así sea: porque la continuidad vital del personaje nos ha permitido (más allá del misterio puntual de cada entrega) ir enhebrando la saga íntima de toda una vida, la de Quirke. Y la de aquellos que a veces lo rodean y otras lo acompañan (y, sí, Black es tan bueno como Banville a la hora de delinear personajes femeninos y, por supuesto, la hija de Quirke, Phoebe, es uno de sus mejores y, digámoslo, Strafford piensa lo mismo). Sí, claro, nos parece muy bien que Quirke cierre casos difíciles pero que permanezca abierto el más difícil de todos: él mismo.Todo comienza con una suerte de ermitaño de caravana en la Irlanda rural, Denton Wymes, acosador de menores En ‘Los ahogados’ —que se presenta como suerte de laxa continuación del anterior ‘Las hermanas Jacobs’ atando algún cabo que había quedado suelto— todo comienza con una suerte de ermitaño de caravana en la Irlanda rural, Denton Wymes, acosador de menores, quien descubre un Mercedes SL abandonado y con las luces encendidas y nadie al volante. Entonces, conductora desaparecida y presuntamente ahogada —la esposa del Ronnie Armitage a quien conocimos en ‘Las hermanas Jacobs’— y Stafford entrando en escena para ver qué se descubre mientras intenta olvidar que su esposa quiere el divorcio y que su amante, la hija de Quirke, está embarazada y… De pronto, no uno sino dos cadáveres . Y el poco emocional Strafford y el muy deprimido Quirke (todavía estremecido por su reciente viudez) funcionando como una suerte de ‘team’ estilo Abbott & Costello pero con cadencia y ritmo de Samuel Beckett. Y, en las últimas páginas, una de las sorpresas policiales más logradas de toda la serie y uno de sus finales más casi felices. Pero —por supuesto— no. En ‘El hotel New Hampshire’ —novela de John Irving— se predicaba que «el pesar flota». Quirke también. Y sigue nadando. Y –puestos a fantasear– no estaría mal que alguna vez se cruce con niño monstruoso de nombre Freddy Montgomery, quien crecerá a protagonista de aquella otra magistral tetralogía de John Banville a quien, seguro, Benjamin Black admira pero no por eso comprendiendo por qué demora tanto en escribir sus libros.
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