Nada es imposible . Ese es el título del espectáculo en el que está embarcado El Mago Pop desde hace algunos años -estará en cartel hasta el 27 de abril en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid-, y parece también ser el norte que ha guiado los pasos de Antonio Díaz (Badía del Vallés, Barcelona, 1986) desde que, siendo un niño, soñara con unir a ambas personas y convertirse en Antonio Díaz, El Mago Pop . Nada es imposible, pues. Antes de cumplir los cuarenta, el ilusionista puede presumir ya de coleccionar varios récords. Su espectáculo ha alcanzado los tres millones de espectadores (lo que equivale, por ejemplo, a llenar 214 veces el WiZink Center, o a poner el cartel de ‘no hay localidades’ treinta y siete veces en el estadio Santiago Bernabéu). Más: Antonio Díaz es propietario de dos teatros: el Victoria, en el Paralelo barcelonés -lo adquirió en 2019- y el Branson Magic Theater, en el estado de Misuri, en EE.UU.: «Vale, estoy loco… Me he comprado un teatro en Estados Unidos. Uno enorme», anunció él mismo en sus redes sociales en marzo de 2023. La revista ‘Forbes’ lo calificó hace siete años como «el ilusionista europeo más taquillero del mundo». Ha llegado a cerca de doscientos países con sus programas televisivos en plataformas como Discovery y Netflix, que supusieron su despegue internacional. Ha colgado el cartel de ‘ no hay localidades ‘ en sus últimas 1.500 funciones. Su localidad natal, Badía del Vallés, le ha puesto su nombre a un auditorio; y es el máximo accionista del Club Deportivo Cieza, localidad murciana desde la que emigraron sus padres a Cataluña. Pero en un lugar señalado de la vitrina tiene el récord Guinness «al artista que más ha recaudado en una semana en la historia de Broadway ». El mago español se presentó el verano pasado en el teatro Ethel Barrymore de Nueva York y en las trece representaciones que llevó a cabo recaudó 2,72 millones de dólares y encabezó el ‘club del millón de dólares’ en Broadway esa semana, por delante de musicales como ‘Funny Girl’, ‘El rey león’, ‘Hamilton’ o ‘Wicked’.«Una barbaridad, sí», dice Antonio Díaz cuando se le cita la cifra de tres millones de espectadores que ha alcanzado. «Hace muchos años que tengo el teatro lleno todos los días», se admira. Impensable para un niño que soñaba con ser mago y «vivir de esto». «Yo recuerdo conversaciones con mis hermanos en las que les decía: ‘si a mí me dieran mil euros al mes el resto de mi vida, yo sería el hombre más feliz del mundo’. ¿Dónde tengo que firmar?»«Cuando haces magia de pequeño, eres un friqui, el rarito de la clase. Y de pronto, un tipo se convierte en una estrella del rock and roll haciendo magia. Copperfield consiguió que molara decir que era mago y que no me diera vergüenza. Ves que vende tantas entradas como Madonna o Michael Jackson y dices: ‘Ostras, pues yo soy ilusionista»Por aquel entonces, Antonio Díaz tenía como principal modelo a David Copperfield. «Cuando haces magia de pequeño, eres un friqui, el rarito de la clase. Y de pronto, un tipo se convierte en una estrella del rock and roll haciendo magia. Copperfield consiguió que molara decir que era mago y que no me diera vergüenza. Ves que vende tantas entradas como Madonna o Michael Jackson y dices: ‘Ostras, pues yo soy ilusionista’. Además decía esa palabra, ilusionista, que me sonaba como más potente… Copperfield consiguió en su momento que la magia llegase al gran público y demostró que la magia puede competir con los grandes musicales o con los grandes conciertos».Una vez que se sintió orgulloso y no avergonzado de ser mago, Antonio Díaz descubrió el teatro. «Me encantan las grandes producciones teatrales, no solo las de magia. Y me gustaba saber cómo iban los teatros, si iba más o menos gente; empecé a estudiar un poquito cómo funcionaba el mundo del teatro para intentar algún día hacer un espectáculo propio. Mi segundo sueño fue hacer un espectáculo».Lo hizo en 2019. Su título, «La asombrosa historia de Mr. Snow», y cuatro años después ‘La gran ilusión’. Y llegó la televisión. Discovery Channel le ficha y su programa ‘El Mago Pop’, que empezó a emitirse en noviembre de 2013, llegó a ochocientos mil espectadores de cerca de ciento cincuenta países. El fenómeno había empezado. «No solamente era hacer televisión, sino hacerlo en una plataforma que se emitía en 200 países; y de repente te das cuenta de que en Turquía, por ejemplo, el programa lo había petado, y de que en otros países también tenía mucho éxito. La televisión me ayudó, sí, pero yo ya estaba sumergido en lo que era mi sueño: hacer un gran espectáculo.«La gente abandona la desconfianza en el teatro porque la magia les sucede a ellos o a sus acompañantes; en televisión siempre vas a sospechar»Reconoce Antonio Díaz que la magia en la televisión siempre genera dudas en el público. «Es natural; finalmente hay una barrera y unos convencionalismos. No puedes asaltar a la gente en la calle y parar a cualquiera. Tiene que pararlo antes el equipo de producción y pedirle permiso para intervenir. Se pierde esa cosa natural que ocurre en el teatro, donde lanzas una pelota y si te cae encima te va a tocar pringar aunque no quisieras salir. La gente abandona la desconfianza porque les sucede a ellos o a sus acompañantes; en televisión siempre vas a sospechar». Sigue: «Por contra, te permite llegar a muchísima gente; siempre la he tomado como una oportunidad de darme a conocer, sabiendo que donde realmente van a ver tu valía como profesional es en el directo».Soñar con hacer un gran espectáculo en un teatro es muy habitual; tener un teatro propio es un poco más raro, pero es un sueño que comparte mucha gente en este mundillo. Pero comprarlo sí que es verdaderamente extraordinario; más aún si, como es el caso, se compran dos. «Es otro de mis sueños; un sueño impensable, porque los que tienen un teatro saben que probablemente no sea el mejor negocio del mundo, pero… Yo recuerdo cuando iba a ensayar por la noche al teatro llegaba un momento en que me decían: ‘hay que cerrar, tienes que irte a casa’, y yo pensaba: ‘¡cómo me gustaría tener un teatro para poder ensayar hasta que yo quiera y que nadie me eche… Yo quería tener un teatro para, aunque nadie confiara en mí, poder enseñar el espectáculo que quería hacer. Era un sueño, pero estratégicamente se ha convertido en una muy buena inversión empresarial, porque en el momento en el que el espectáculo va tiene todo el sentido tener mi propio lugar. A nivel empresarial y a nivel personal ha sido el mejor negocio de mi vida».En el mundo del espectáculo, la palabra Broadway es casi una quimera, un lugar prácticamente inalcanzable. Antonio Díaz marcó también esa muesca en el verano de 2024. «Increíble, fue increíble -al ilusionista se le ilumina la sonrisa al recordar la experiencia-. Y todo lo que viene ahora, que todavía no se puede anunciar, pero que es una aventura muy grande en América… Y todo por Nueva York. Si llegar a los tres millones de espectadores me parecía impensable, figúrese lo de actuar en Broadway. Absolutamente inimaginable incluso para un optimista como yo, que siempre he soñado en grande. Pero mira, la vida lo ha permitido. Fue una experiencia estresante, siempre digo que fueron los mejores y los peores meses de mi vida».«Me gusta la magia de gran formato, números en los que aparezco, vuelo o me teletransporto, pero disfruto mucho de la magia pequeña, que es la que yo he hecho toda mi vida. Ahí están todas las horas de mi infancia, de mi adolescencia»El escenario es un lugar donde Antonio Díaz, El Mago Pop, no se estresa, sino que disfruta, tanto con los números espectaculares como con los más sencillos. «Hay una mezcla de cosas porque me gusta la magia de gran formato, números en los que aparezco, vuelo o me teletransporto, pero disfruto mucho de la magia pequeña, que es la que yo he hecho toda mi vida. Ahí están todas las horas de mi infancia, de mi adolescencia; es lo que a mí siempre me ha gustado. Mag Lari , amigo mío y un mago catalán muy bueno, siempre me dice que flipa porque con juegos que son súper difíciles es con los que más tranquilo estoy, y yo le digo que son los que he hecho toda la vida. Al final, me siento más seguro cuando dependo solo de mis manos que cuando dependo de un foco, de la luz, de un motor que sube…»La magia es la vida de Antonio Díaz. Suena a tópico, pero él reconoce que no lo es. «Estoy todo el día pensando en la magia. Soy de los que está viendo una película, por ejemplo -me encanta el cine- y si veo una escena visualmente atractiva, me imagino cómo podría hacer eso en la vida real y cómo lograr un efecto especial en el escenario. O si voy a una tienda y descubro un ‘gadget’, digo: ¿esto qué aplicación puede tener en la magia? Todo lo que veo lo pienso en magia, y convivo todos los días con los objetos: las cartas, las monedas…»Noticias relacionadas estandar No La Academia de las Artes Escénicas reivindica la «diversidad» y la defensa de la «democracia» en su décima gala estandar No La revuelta «Suena a cachondeo, pero es verdad»: el Mago Pop desvela el asombroso récord Guinness que le arrebató a Hugh Jackman y Bruce Springsteen María RobertEl entrenamiento es imprescindible; en este sentido, un mago es como un deportista. «Tienes que entrenar porque dependes de la técnica. Pero con respecto a los deportistas hay una paradoja; ellos entrenan y entrenan para enseñar lo que saben hacer, pero nosotros entrenamos para que los demás no seáis capaces de verlo. Es un entrenamiento en favor de la magia pero no en favor del lucimiento propio. No es para decir: ‘mira lo que hago’, sino para decir: ‘lo voy a hacer tan rápido que no lo vas a poder ver’».Antonio Díaz no siempre es El Mago Pop. Hay una persona y un personaje muy distintos. «Yo soy extraordinariamente tímido -dice Antonio-; he tenido que superar la timidez para cumplir mis sueños, ese ha sido mi peaje. Pero no la he perdido, porque no creo que se pueda perder. A mí me encanta estar tranquilo, vivo en un pueblecito cerca del mar y soy de los que disfruta leyendo el periódico -de papel- por las mañanas, mientras desayuno. El Mago Pop es todo lo contrario; busca ser ingenioso, ocurrente, divertido, echado para adelante. Cuando era un niño y observaba a los magos que me gustaban, buscaba lo que tenían en común y era que son personajes que seducen. El truco no funciona solo, necesita detrás un personaje seductor; cada uno en su estilo. Puede ser como David Copperfield, casi una estrella de rock, o como Juan Tamariz, con esa cosa excéntrica del genio alocado con sombrero de copa, más guaperas o más familiar. Como yo no podía ser el loco ni el guaperas, intento ser el colega que cae bien más o menos a todo el mundo, que suelta alguna broma… Y todo dándole al espectáculo mucho ritmo, que es algo que me preocupa mucho, quizás para que no sea tan importante mi personalidad, aunque al final yo sea el centro del espectáculo».
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