Los resultados de las elecciones no dejaban satisfecho anoche a ningún partido. Friedrich Merz , al frente de la CDU, había fijado el 30% como línea de «buen resultado» y se quedó en el 28,5%, lo que significa que necesitará un tercer partido para formar gobierno. Esto le va a complicar mucho la vida. Tiene además a su lado a la hermana Unión Socialcristiana (CSU), ‘de facto’ un cuarto socio con sus propias líneas rojas y con la autoridad de haber obtenido en Baviera un 39% de los votos. Aun así, como cabía esperar, Merz celebró la victoria y felicitó especialmente a la Junge Unión, las juventudes del partido, por su magnífica campaña, que ha atraído a un considerable porcentaje de voto joven según los estudios internos de la CDU. «Soy consciente de la responsabilidad, de la dimensión de la tarea y sé que no será fácil», admitió Merz en su primera reacción, y prometió una «buena mayoría parlamentaria». «El mundo no esperará por nosotros, debemos hacer lo correcto en casa, en Europa y en el mundo, y me voy a encargar personalmente de ello», comenzó a ejercer el liderazgo, antes de abrir la veda de la fiesta en la Casa Konrad Adenauer al grito de «¡Rambo Zambo!», un rap sobre Merz compuesto por el rapero alemán Stefan Raab, que el líder de la CDU había prometido a las juventudes del partido bailar en la noche de la victoria.Geográficamente, el mapa alemán quedó ayer coloreado de azul turquesa en la mitad este del territorio, donde Alternativa para Alemania (AfD) quedó como primer partido en muchos distritos. Alice Weidel fue la primera de los candidatos en salir a celebrar su 20% a escala federal, pero ella misma había adelantado a la directiva que esperaba escalar hasta el 22% y se quedó corta. «Es un momento histórico, hemos doblado nuestro resultado en tres años y nos hemos convertido en la segunda fuerza política del país», proclamó, pero en su sonrisa forzada se adivinaba el drama interno. Noticia Relacionada estandar Si El atentado antisemita de Berlín tensa las elecciones en Alemania Rosalía Sánchez | Corresponsal en BerlínEste porcentaje es lo que el partido consigue con la Administración de Estados Unidos haciendo campaña activamente a su favor y con prácticamente un atentado de motivación islamista o antisemita al día en Alemania, condiciones difícilmente repetibles. Es un resultado techo y la única posibilidad de seguir creciendo es la expresada anoche por Weidel en su mensaje directo a Friedrich Mer: «Si cae en la tentación de pactar con socialdemócratas y verdes, para seguir haciendo la misma política de izquierda que hasta ahora, en las próximas elecciones conseguiremos en las urnas el primer puesto». «Los alemanes quieren una coalición negro-azul», legitimó la asociación que las matemáticas respaldan pero que la CDU mantiene sometida al cordón sanitario. «Debe preocuparnos a todos que una quinta parte de los votantes alemanes opten por un partido que es al menos en parte extremista de derecha, que busca abiertamente vínculos con el neonazismo en términos de lenguaje e ideología, que juega con los miedos de la gente y les ofrece solo soluciones aparentes», reaccionó por su parte el presidente del Consejo Central Judío, Josef Schuster.Los socialdemócratas serán la primera opción de negociación, según ha sugerido Merz en campaña, y se encontrará con un partido muy reducido y con sentido de Estado. Olaf Scholz habló de un «resultado amargo» y reconoció su responsabilidad. Felicitó a la CDU por su victoria electoral, mientras toda la maquinaria del SPD se preparaba para la negociación. «Nuestro partido está ante el peor resultado de su historia y asumo mi responsabilidad», sugirió su retirada, y confirmó que, en cualquier caso, no participará en las inminentes negociaciones. Relevo en el SPDSe espera que Scholz dé un paso atrás, seguramente junto al secretario general Lars Klingbeil, que apoyó su candidatura contra el deseo de las bases, que muy mayoritariamente preferían a Boris Pistorius, actual ministro de Defensa. Klingbei habló anoche de la necesidad de un «relevo generacional». Pero nadie evitará un análisis que favorece al ala más a la izquierda del partido. Los votos que pierde el SPD son aproximadamente los mismos que gana el partido de izquierda radical, Linke, con una campaña basada en la vivienda y el alquiler y aparentemente beneficiada por el endurecimiento de los planteamientos en materia de inmigración por parte de la CDU. Su líder, Heidi Reichinnek, surge como figura de referencia de la izquierda. Y, todavía más a la izquierda, la prorrusa Alianza Sarah Wagencknecht (BSW), de reciente creación, se debatía al cierre de esta edición entre quedar fuera del Parlamento o superar la barrera del 5%. De ello depende que Merz necesite dos o tres socios. En caso de que BSW no obtenga presencia parlamentaria, la CDU/CSU podría formar un gobierno estable solo con el SPD. De lo contrario, Merz se verá obligado a negociar una ‘coalición Kenia’ con socialdemócratas y verdes, un trago insoportable para su partido hermano, la CSU bávara. Durante toda la campaña, la CSU ha descartado expresamente esa posibilidad por su incompatibilidad con las políticas verdes. El presidente de Baviera, Markus Söder, ha hecho de esta negativa un asunto personal y la negociación se vuelve para Merz escabrosa en todos los sentidos.Otro de los grandes perdedores de la noche fue el Partido Liberal (FDP). Habría podido ser el tercer socio de una ‘coalición Alemania’ con Merz y los socialdemócratas. Pero, tras confirmar el recuento que no entra en el parlamento, su líder Christian Lindner anunció anoche que abandona la política.En el tradicional debate ‘Ronda de los Elefantes’, en el que todos los candidatos se reúnen para hacer una primera lectura de los resultados, Merz expresó anoche su voluntad de negociar una coalición con gran celeridad.En la misma línea, el presidente de la Federación Alemana de la Industria (BDI), Peter Leibinger, recordó que «la economía alemana necesita un nuevo gobierno capaz de actuar muy rápidamente, con una mayoría estable en el centro democrático». Antes incluso de que terminase el recuento de los votos, insistió en que «debe resolverse con urgencia el retraso en la adopción de decisiones y medidas en muchas esferas de la economía, en cuestiones existenciales como la reducción de la burocracia, la inversión estatal, el precio de la energía y la política de seguridad». «Los demócratas en el centro están ahora llamados a la rápida y responsable formación de un gobierno que pueda enviar una importante señal de optimismo en la economía y la sociedad», pidió Leibinger como «nuevo comienzo».Ese es también el mensaje que envía la alta participación en estas elecciones, del 84%. Merkel, con la sensación de seguridad que extendía entre la población, ejerció a lo largo de sus cuatro legislaturas un involuntario y progresivo efecto desmovilizador del voto y en las sucesivas elecciones fue decreciendo la participación, hasta que los no votantes se convirtieron de hecho en el mayor grupo electoral. Esta vez, los alemanes han acudido en masa a las urnas y otorgado un mandato de formación de gobierno volcado a la derecha.
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