Tiene David Uclés (Úbeda, 21 de enero de 1991) el acento no perdido de una Andalucía alta e interior, a decir de Muñoz Molina de su Mágina ( Úbeda ) natal. La joya junto a su hermana Baeza del Renacimiento andaluz ha dado, en el último siglo, un ramillete de creadores sobre los que Madrid está presente, siempre, como ese horizonte que hay más allá de Despeñaperros o de Cazorla según miren hacia arriba de la Península. De penínsulas sabe mucho este colono, David Uclés, que es tan ubetense como Antonio Muñoz Molina o como Joaquín Sabina, y que ha dado a la imprenta el ‘boom’ del año: la novela ‘La península de las casas vacías’ . Entre los tres, hay que decirlo, han creado un territorio mágico entre olivos sinuosos y construcciones de Andrés de Vandelvira. Uclés es tímido de entrada, tiene esa calma de la tierra jiennense que a nadie turba. Ni siquiera el ritmo frenético de la ciudad sobre la que él pasea triunfante y tranquilo. Especialmente cuando dan las doce de la noche en el reloj de Sol, y las calles tienen ese secreto, ese silencio que puede sugerir novelas. Si la crítica ve realismo mágico en su última novela, él no lo ve en Madrid, porque la ciudad, de ser mágica, se basa en estampas que él, observador callado, apunta mentalmente para una obra que tiene guardada en el cajón y que se adivina entre Dos Passos y Gabriel García Márquez. Con timidez de genio pide que no destaquemos ese borrador que guarda en el cajón, y que consignamos de pasada. También de pasada comenta que en Madrid ha venido instalándose en sucesivas oleadas. Noticia Relacionada Colonos estandar Si Jorge Armenteros (‘Tiempo de Juego’): «A Madrid le pediría, le pido, que siga teniendo esa filosofía de brazos abiertos» Jesús Nieto Jurado Trabajó hasta hace siete años en la noche de la capital, Pepe Domingo Castaño lo bendijo y es ya un clásico hertziano—Su novela, usted lo sabe, la crítica lo sabe, rezuma realismo mágico. Yo me atrevo a preguntarle si existe algo de realismo mágico en Madrid.—Yo veo realismo mágico en el día a día, en cualquier escena, inesperada. Bella. Eso que ocurre. Un atropello en el que un hombre se salva. Eso son escenas de realismo mágico. Se crean escenas que puede ser realismo mágico, pero la ciudad como tal no lo da. Lo provocan los humanos.—¿Y eso?—Madrid me parece una ciudad muy clásica arquitectónicamente hablando. No veo realismo mágico en ella.—Entonces, ¿Madrid qué le supone como creador?—A mí Madrid me evoca tranquilidad, a pesar de lo grande que es. —¿Me explica esto?— Es la ciudad donde más tranquilo me siento de las ciudades grandes. La noche es muy evocadora. Es una ciudad para pasearla por la noche. Es muy bella para caminarla.—¿Me cuenta esa costumbre suya? El recorrido, vamos…—Cualquier recorrido que se camine a partir de las doce de la noche. Sobre todo en verano. Cruzando el Viaducto, las Vistillas, bajarte a Madrid Río. Incluso recorrer las grandes arterias. Gran Vía, Callao o plaza de España, que es mi favorita.—Ha estado en casa de Joaquín Sabina…—Sí. Su casa es como un museo. Está lleno de pintura, de literatura. La verdad que fue muy amable conmigo. Me dedicó un soneto; bueno a mí no, a la novela, y estuvimos cuatro horas hablando de literatura.—Siga, siga…—Su casa es un museo, insisto. Me llamó, me dijo que se había leído el libro y que si quería pasar a saludarle. Nada más entrar me dio un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida. Muy familiar. Yo no lo conocía de nada. Quizá el hecho de ser paisanos nos une.—Los dos de Mágina (Úbeda en el territorio literario suyo, de Muñoz Molina y de Sabina). Esa ciudad a medio camino, o no tanto, entre Granada y Madrid…—Úbeda tiene una gran relación con Granada. Cuando eres adolescente vas a Granada. Las primeras fiestas y los primeros amoríos. Con Madrid esa relación no es tan estrecha. Yo estudié un año en Granada.—Pero algo ubetense verá en la ciudad…—En los paseos solitarios. Y en esos barrios antiguos. El resto no… Aquí no hay olivar. El clima, si acaso, pero poco más. Úbeda es casi un pueblo.—¿Qué se traería de Úbeda?—El campo, el poder ver horizonte. Aquí tienes que atravesar la M30, la M40, la M50, para divisar algo de horizonte. Tienes que atravesar todas esas moles de hormigón para poder llegar al campo. En Úbeda te rodean los olivos y el monte.—Es usted un amante, me consta, del cine. ¿Me lo puede concretar en el mapa madrileño?— Siempre que me mudo intento que sea cerca de la plaza de España. Si me tengo que comprar una casa será allí. O cerca de la Filmoteca en Antón Martín. Voy a los cines Princesa, a los Golem. Son mi vía de escape.—Ha dicho antes que si no la ciudad, sí que estampas de realismo mágico pueden darse en Madrid. ¿Tiene previsto materializar esas estampas?—Tengo diseñada una novela, de historias cruzadas. Guardada en un cajón. Es una cosa muy lejana. —La última. ¿Qué es Madrid para usted?—Es trabajo, liberación y belleza. Trabajo porque el mundo editorial está aquí. Liberación porque salir del armario en el campo es muy complicado, te asfixia. Aquí no tienes que avisar de tu condición sexual. Y belleza, porque puedes pasar de un barrio a otro sin que haya una pausa fea entre ellos.
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