China ha mantenido un perfil bajo durante las semanas iniciales del segundo mandato de Donald Trump, quizá siguiendo una de tantas máximas atribuidas a Sun Tzu: aquella que recomienda «nunca interrumpir a tu enemigo cuando está cometiendo un error». El desalentador incidente vivido en el Despacho Oval no ha supuesto una excepción. Sin embargo, en ocasiones los hechos hablan tanto o más que las palabras.Mientras Trump y J.D. Vance se turnaban tratando de humillar a gritos como burdos matones al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, haciendo trizas no ya toda dignidad presidencial sino la preeminencia moral de Estados Unidos en tanto que líder del mundo libre, Xi Jinping recibía en Pekín con máxima cortesía a Serguéi Shoigu, secretario del Consejo de Seguridad ruso.Durante la recepción, celebrada este viernes en el Gran Palacio del Pueblo, el líder chino destacó que a lo largo de los últimos dos meses ha departido en otras tantas ocasiones con Vladímir Putin, charlas que han servido para «proporcionar orientación de alto nivel para el desarrollo de las relaciones entre China y Rusia, y mantener una comunicación profunda sobre una serie de importantes cuestiones internacionales y regionales».Shoigu, por su parte, contestó asegurando que «la parte rusa implementará firmemente el importante consenso alcanzado por los dos jefes de Estado y se mantendrá inquebrantable en el fortalecimiento de la cooperación con China», según la transcripción difundida por medios oficiales chinos.El enviado ruso mantuvo asimismo una reunión posterior con Wang Yi, el ministro de Exteriores y jefe de la diplomacia china. Este último destacó que «bajo el liderazgo estratégico de los dos jefes de Estado, las relaciones entre China y Rusia seguirán siendo firmes como una roca, inquebrantables e inamovibles». «La historia y la realidad han demostrado repetidamente que las relaciones entre China y Rusia poseen un fuerte impulso interno, una profunda base popular y un valor estratégico único. La relación no está dirigida contra ningún tercer país y no se verá afectada por interferencias externas», añadió Wang.Esta frase constituye una respuesta velada a la pretensión de EE.UU., explicitada días atrás por el secretario de Estado Marco Rubio, de atraer a Rusia para alejarla de China, una inversión del «modelo Nixon». «La relación entre China y Rusia en la nueva era supera el modelo de alianza militar al estilo de la Guerra Fría y trasciende el pensamiento obsoleto de confrontación entre bloques», concluyó el ministro. El diálogo también avanzó los preparativos para la conmemoración del final de la II Guerra Mundial que Rusia organizará en mayo y tendrá a Xi como invitado de honor. China podría estar preparando su propia celebración, según ha adelantado el diario hongkonés ‘South China Morning Post’, un desfile militar que tendría lugar en septiembre y contaría con la presencia de Putin. Un intercambio de cortesías entre dos regímenes autoritarios dispuestos a transformar, por la fuerza si es necesario, el statu quo, mientras Trump acusaba a Zelenski de «jugar con la III Guerra Mundial». «Chantaje»China sí ha elevado la voz, burocrática, para expresar su rechazo a los nuevos aranceles anunciados por Trump, mediante sendos comunicados de sus ministerios de Exteriores y Comercio. «China deplora esto y se opone a esta medida, y tomará las acciones necesarias para defender firmemente sus intereses legítimos», afirmaba el primero de los organismos, sin detallar qué réplica ultima el régimen. «El tema del fentanilo no es más que una excusa para imponer aranceles, presionar y chantajear a China». EE.UU., de momento, impondrá tarifas de otro 10% que entrarán en vigor el próximo miércoles 4 de marzo , el mismo día que comienza la reunión del aparato legislativo chino, conocida como «Lianghui», la cita política más importante del curso en el país. Los televisores de su centro de prensa retransmitían esta mañana el vídeo de la tensa visita de Zelenski a la Casa Blanca, para pasmo y regocijo de los asistentes.
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