Todos los finales bajo la lluvia siempre parecen aún más dramáticos: el de ‘Los Puentes de Madison’, el de ‘Blade Runner’ o el del Real Madrid en esta Liga . Porque en cuanto comenzó a diluviar en Sevilla, el Madrid se diluyó sobre el campo como si sus jugadores estuvieran dibujados con tiza naranja. Le faltó muchísimo fútbol y espíritu competitivo al equipo de Ancelotti . Y la imagen dejada fue triste. Tampoco los cambios, esta vez, aportaron demasiado. Ahora mismo nadie sabe, por ejemplo, de qué juega exactamente Arda Güler. Su involución durante esta temporada es ciertamente preocupante. Cuando se esperaba que diera un paso adelante este año tras su final de temporada y su brillante Eurocopa, parece que ha dado dos hacia atrás. Tuvo minutos para intentar aportar claridad al partido con su calidad y, sin embargo, su entrada al campo trajo todo lo contrario para su equipo: desorden, errores y atascos. Si Robert Michels decía eso de que existe una Ley de Hierro de la Oligarquía de la que ningún partido político ni organización puede escapar, también se podría hablar de una Ley de Hierro del Ex. Porque no falla que algún exmadridista marque gol al Real Madrid en cuanto tenga la mínima ocasión para reivindicarse. Incluso a Morata en su Erasmus tres meses en el Milan le dio tiempo a marcar un gol este año. Esta vez, además, tampoco estaba enfrente uno cualquiera. Porque Isco firmó un muy buen partido , marcando el gol decisivo de penalti y dominando el tramo final del encuentro ante el equipo en el que vivió todos los estados posibles de la vida de un futbolista: la gloria y el olvido. Recordándonos que es uno de esos jugadores con los que cuando llueve, jarrea. Sin término medio. El grifo de su talento carece de posiciones intermedias: cerrado o caño abierto. Noticia Relacionada estandar No De la posible roja a Rudiger a los lamentos de Vinícius: «¡Para mí siempre es amarilla!» Miguel Zarza El Betis-Real Madrid no dejó muchas jugadas polémicas, casi siempre bien resueltas, pero el brasileño acabó desquiciado una vez másEl partido por lo demás dejó muy pocas luces y arrojó algunas sombras donde antes no las había. Por ejemplo Rüdiger, que durante las últimas dos campañas ha sido para el Madrid el niño del dedo en el dique, estuvo irreconocible sobre el terreno de juego. Se le vio lentísimo en muchos retornos e incluso, por momentos, cojeando de manera más que visible. Sufrió muchísimo. Parece evidente que no está recuperado del todo de su reciente lesión muscular, porque esta versión suya no es la de alguien simplemente con un mal día. El vendaje que lleva en el muslo, además, tampoco genera demasiado optimismo sobre su estado físico actual, lo cual es alarmante en vísperas del cruce en Europa contra el Atlético de Madrid.No sabemos todavía si el Madrid en el Benito Villamarín firmó su carta de dimisión en esta Liga, pero fue sin duda una de esas tormentosas y oscuras noches que generan inquietud y dudas en el peor momento posible.
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