Su misión era siempre la misma: ‘bombardear’ el Metro de Madrid y escapar a la carrera para que sus firmas llegaran a ojos de otros grafiteros. Una y otra vez, hasta que la Policía Nacional les ha dado caza tras causar daños por un valor de 300.000 euros. Los individuos, un total de once agrupados en una ‘crew’ (banda, en el argot), han pasado a disposición de la autoridad judicial acusados de delitos de daños, desórdenes públicos, allanamiento de domicilio jurídico y grupo organizado.Los agentes iniciaron las investigaciones en julio del año pasado tras las numerosas denuncias interpuestas por la operadora de transporte público. Así, descubrieron que actuaban con dos ‘modus operandi’: por el llamado método del ‘palancazo’, es decir, accionando el freno de emergencia del convoy para pararlo en seco, con el consiguiente peligro de que el conductor perdiera el control y pudieran lesionarse los otros usuarios que viajaban dentro; y accediendo sin autorización al lugar donde estaban estacionados los trenes, fuera de su horario de servicio, para allí realizar las pintadas.En el primero de los escenarios, los autores accedían a los trenes como si fuesen un usuario más, pero nada más lejos de la realidad. Una vez en el interior, accionaban la palanca, lo que provocaba también un perjuicio económico para la empresa propietaria, generación de alarma social y demoras en el sistema de transporte público. Y en el segundo, los ahora detenidos estaban tan acostumbrados a desarrollar estas acciones que llegaban a emplear medios y herramientas como radiales portátiles o llaves maestras.Noticia Relacionada estandar Si El grafiti madrileño se domestica: más arte, menos callejero Jesús Nieto Jurado La progresiva conversión del arte urbano en un elemento que deja el espacio público y la clandestinidad para entrar en galerías genera divergencias entre creadores, profesionales e historiadores del movimientoPara comprender la magnitud de los daños ocasionados por este último grupo desmantelado, basta un repaso a los últimos datos publicados por la compañía. En 2023, se registraron 195 grafitis en el material móvil de Metro y los daños denunciados ascendieron a un total de 565.000 euros. El suburbano trabaja en colaboración con la Policía para evitar cualquier tipo de actividad delictiva en sus instalaciones. Cuenta, además, con la presencia de más de 1.500 vigilantes de seguridad y 9.000 cámaras repartidas por toda la red: un sistema de videovigilancia que facilita la identificación de los delincuentes y cuyas grabaciones pueden ser utilizadas como prueba gráfica de las denuncias realizadas.
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