En los peores años del terrorismo , el País Vasco se llenó de escoltas. Más de un millar de hombres y mujeres se convirtieron en la sombra de políticos, jueces, barrenderos y amas de casa. Les acompañaban en su jornada de trabajo, en su tiempo libre, en sus paseos, cenas y fiestas. Día y noche. Era una relación estrictamente profesional, pero que surgiera algún tipo de vínculo era inevitable. Incluso dos de ellos se enamoraron. ABC Pódcast estrena ‘Escoltas: la sombra que me protegía de ETA’ , un relato construido a través de los testimonios de cinco escoltas privados, uno de la Ertzaintza, tres políticos protegidos y un periodista amenazado en los años más duros de ETA. Puedes escuchar aquí el tercer episodio, ‘Viviendo otra vida’ .De la amistad a la asfixiaLas circunstancias que rodeaban el trabajo entre escoltas y escoltados (la protección, las horas juntos, las conversaciones, la confidencia) generaban vínculos lógicos. En muchos casos, como relatan varios escoltas en el tercer episodio del pódcast , se transformaron en amistades duraderas. Uno de ellos incluso se emociona contando cómo la hija de tres años del hombre al que protegió hace más de dos décadas se ha terminado convirtiendo en «una doctora hecha y derecha»: «Yo paseaba en el coche a la pediatra que ahora atiende a mi hijo» .Muchos hablan de amistades «bonitas» y destacan que siguen viéndose, quedando semanalmente o poniéndose al día cuando pueden. «Si tuviese que elegir una palabra para definirlo sería agradecimiento», explica una de las protegidas. Otros optaban por la distancia, pues sentían que sus vidas estaban invadidas . Los escoltas estaban presentes durante las conversaciones con amigos, las discusiones con sus parejas o cualquier asunto familiar. Siempre. Las 24 horas. Podía resultar asfixiante. «Conocieron a todos mis novios», confiesa entre risas una exconcejal que necesitó protección en aquellos años. «Lo llevaba mal, era duro».El guardaespaldas que se enamoró de su escoltada: «Llegaremos juntos a viejos»El vínculo, en ocasiones, traspasó la amistad. «Llamé a la empresa y le comuniqué a mi jefe que la había besado », recuerda Orlando, un hombre que dejó Canarias para viajar a País Vasco a trabajar en seguridad privada y que se enamoró de su protegida. A Orlando le adjudicaron un caso que nadie quería en Rentería, una población de Guipúzcoa muy difícil, muy abertzale. Una confusión durante la primera jornada de trabajo, en la que la Ertzaintza se equivocó de escalera en el edificio, provocó que el escolta y la escoltada rompieran a reír. «Mi hijo me preguntó que qué tal el nuevo, y le dije: ‘Es un tío cojonudo, me alegra la vida’», cuenta ella, que afirma estar convencida de que «Cupido estaba detrás de la puerta» aquel día . «Hay cosas del destino», piensa él. Tras algunos días trabajando, él la escoltó en una fiesta. Había más concejales y, por lo tanto, más guardaespaldas, veinte o treinta. Así, decidieron hacer turnos y poder descansar un poco. Esto llevó al protector y la protegida a bailar juntos, y entre bailes y copas, cayó algún beso. «Me decían que parecía Kevin Costner», ríe Orlando. Poco después se casaron. Aquello era para siempre. «Es una relación espectacular, sabemos que llegaremos juntos a viejos », cuenta ella. Puedes escuchar aquí el tercer episodio del pódcast, ‘Viviendo otra vida’ .

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