El sueño de la Liga de Campeones para el Atlético deberá seguir esperando, al menos, un año más. Es el Madrid el equipo que más veces ha provocado el despertar europeo de la parroquia colchonera, seis triunfos blancos de seis cruces ya tras el cruel desenlace de los octavos el pasado miércoles. En cinco de esos emparejamientos, con Simeone en el banquillo rojiblanco. Y en todas ellas, el conjunto rojiblanco compitió, puso contra las cuerdas al rey de Europa y hasta dio la sensación de ser superior (o poder serlo), pero también en todas ellas pagó los arranques de calma o conservadurismo de su entrenador, que nunca cedió a la tentación de echar el freno con el marcador a favor o igualado cuando la situación bien parecía demandar un paso al frente. El exceso de mesura del miércoles, no buscar el segundo gol tras lograr el primero, con el Madrid grogui, le terminó pasando factura.Noticias relacionadas estandar No La UEFA muestra el «mínimo» toque de Julián Álvarez y ahora quiere cambiar la regla Jorge Abizanda opinion Si el contragolpe Ultras inexistentes Nicolás Álvarez TólcheffYa pasó en el primer encuentro continental entre el técnico y los merengues, la final de Lisboa: el Atlético se encontró con el gol de Godín en la primera mitad y su misión en el resto del encuentro fue proteger su renta. Un plan que cerca estuvo de llegar a buen puerto hasta la aparición de Ramos con el reloj vencido. Un año después, en cuartos, el valor doble de los goles fuera de casa llevó a los rojiblancos a proteger el 0-0 en el Calderón para decidir la eliminatoria en el Bernabéu, donde apenas logró inquietar y la expulsión de Arda Turan y el gol postrero de Chicharito hicieron el resto.Milán dejó uno de los pocos pero mayores reproches hacia la trayectoria cholista, en la que a falta de diez minutos Carrasco igualó el tanto de Ramos. A pesar de la superioridad moral y física que transmitía el Atlético, optó por echar el freno de mano y no desbocarse en busca de la remontada. El Madrid, encantado, aguantó hasta los penaltis, donde el fallo de Juanfran le brindó la undécima. Una campaña más tarde, esta vez en semifinales, afrontaba la misión casi imposible de remontar tres goles de diferencia. Saúl y Griezmann redujeron la desventaja a un solo tanto en un cuarto de hora. Con los blancos tambaleándose, al banquillo le entró el vértigo y abogó por pedir calma y reducir las revoluciones. Valle que aprovechó Benzema para levantar al Madrid con una maniobra inolvidable. El pasado miércoles, de nuevo apareció la calma. 27 segundos tardó el Atlético en igualar la eliminatoria, pero en vez de aprovechar su momento para buscar en tromba el segundo, Simeone demandó tranquilidad desde la banda y el conjunto rojiblanco regaló el balón y el terreno al Madrid. Una decisión entendible con el paso de los minutos para protegerse de las transiciones blancas, pero discutible en los primeros instantes de partido cuando los de Ancelotti ni habían asimilado el golpe de Gallagher. El técnico argentino, aún así, sigue convencido que esa calma, jugar a que el Madrid no juegue en vez de atacarle, es el plan perfecto: «Seguro se van a acordar de nosotros».

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