Cuando parecía que China solo sabía copiar, apareció Huawei. La archiconocida empresa fue la primera que elevó la innovación del gigante asiático a clase mundial, sentando las bases tecnológicas de sus ambiciones globales. Y, del mismo modo, también fue la primera que despertó la desconfianza de la comunidad internacional.Las suspicacias vuelven a aflorar especialmente intensas hoy, ante la imagen de policías registrando la sede europea de Huawei. Según las fuerzas de seguridad, la firma china habría implementado un supuesto sistema de sobornos a eurodiputados para favorecer su política comercial en un tiempo de creciente incertidumbre.La sombra de la sospecha, sin embargo, resulta perenne y se remonta a sus primeros días, empezando por la experiencia laboral de su fundador y todavía máximo responsable, Ren Zhengfei, antes militar del Ejército Popular de Liberación. Corría 1987 y Ren acababa de crear su empresa en Shenzhen: tenía un propósito –hacer ingeniería inversa en productos extranjeros–, un capital de 21.000 yuanes –hoy equivalente a 2.600 euros, de aquella mucho menos– repartido entre cinco socios, pero le faltaba un nombre. Se acordó entonces de un eslogan que había divisado en un cartel propagandístico: «Zhonghua youwei», algo así como «China tiene logros». Valdría. A partir de entonces, riqueza y dudas. En gran medida vinculadas, ambas, con el alcance de la influencia del Partido Comunista en el seno de Huawei, las conexiones con las fuerzas armadas, así como el apoyo estatal en forma de subsidios o la inclusión obligatoria en acuerdos internacionales, en especial ante países en desarrollo que buscan mejorar su infraestructura tecnológica. Sin embargo, la prueba más evidente de la particular relación que ostenta Huawei subyace en la fiera defensa del Gobierno chino.Confrontación geopolíticaEn su primer mandato, Trump arrastró la relación con China al terreno de la confrontación geopolítica explícita, con Huawei como víctima primordial, hasta el punto de que su destino quedó ligado por boca del presidente al desenlace de la guerra comercial entre ambas potencias.Tras la imposición de varias sanciones a partir de agosto de 2018, el golpe más escandaloso llegó el 1 de diciembre. La hija del fundador de Huawei y directora financiera, Meng Wanzhou, fue detenida en Vancouver de acuerdo a una orden extradición impuesta por EE.UU. por una supuesta vulneración de las sanciones a Irán cometida la tecnológica china.El régimen respondió con la detención de dos ciudadanos canadienses residentes en el país, Michael Kovrig y Michael Spavor, acusados de filtrar secretos de Estado. Ambos pasaron más de mil días retenidos en paradero desconocido y sin contacto con sus abogados o familiares, hasta que un acuerdo entre los países propició su puesta en libertad en septiembre de 2021. Meng, en libertad con cargos en sus múltiples mansiones de Vancouver, también regresó a China.Tal era la presión que Ren llegó a admitir en un comunicado interno que la empresa se encuentra en «un momento de vida o muerte». Las ventas de teléfonos móviles cayeron en picado justo cuando Huawei acababa de desplazar a Samsung y Apple para convertirse en el líder mundial. La empresa tuvo que vender Honor, su marca de gama baja, y desarrollar un sistema operativo propio ante la imposibilidad de recurrir a los servicios de Google.Medidas restrictivas en UEEl mayor golpe, sin embargo, lo sufrió su 5G. La empresa china poseía el 20% de las patentes esenciales de esta tecnología, más que cualquier otra, pero la tensión geopolítica quebró su dominio, pues países de todo el mundo vetaron su involucración en sus redes. En la Unión Europea, al menos doce países implementaron medidas restrictivas. España no vetó directamente a Huawei, pero sí implementó un marco de seguridad para los proveedores de telecomunicaciones. Resultó polémica entonces la relación sentimental que unía al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, con Therese Jamaa, ejecutiva francesa de origen libanés para quien Huawei creó a medida el puesto de vicepresidenta en su división europea. Sin embargo y pese a que no media una prohibición explícita, las principales operadoras españoles han retirado a Huawei de sus núcleos 5G, la última de ellas Telefónica a finales de enero, y ha comenzado a reducir la presencia de la empresa china en sus redes de radio.Huawei, mientras tanto, ha logrado sobrevivir. Ren ocupó un lugar destacado en la reunión que a mediados de febrero congregó a los principales empresarios tecnológicos del país ante Xi Jinping, la primera en siete años. «Es el momento adecuado para que las empresas privadas y los emprendedores demuestren su talento y realicen contribuciones significativas», instruyó el líder chino. En el caso de Huawei, su misión pasa por aprovisionar a la industria china de semiconductores ante las restricciones impuestas por EE.UU. para ralentizar su progreso, empeño en el que la empresa viene realizando grandes avances. Así, Ren pudo tranquilizar a Xi, asegurando que las preocupaciones sobre la «falta de núcleo y alma de China» se han aliviado, recuperando una antigua cita en referencia a semiconductores y sistemas operativos. Y sentenció: «Creo firmemente que una China más grande surgirá más rápido».

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