El chef argentino Patricio Massimino llevaba años por el mundo. Tras formarse en la escuela de Hostelería y Turismo de la Comunidad de Madrid y en Le Cordon Bleu Paris, y pasar por varios restaurantes europeos con estrella Michelin y hoteles de lujo, recaló en el Caribe. Allí lo pilló la pandemia, y a él, como a todos, le sobrevino la necesidad de reconectar con sus orígenes y replantearse su futuro.Su hermano Diego Massimino, proveniente del sector turístico, vivió algo parecido y así fue que terminaron reencontrándose unos años después en Madrid , donde ya vivían sus padres y llegó más tarde también su hermana, para poner, por fin, un negocio juntos. El resultado de esta reunión familiar es Lina , el coqueto bistró que han abierto en el barrio de Chamberí con el nombre de su abuela y las recetas que unen las historias de todos ellos, de base mediterránea con toques -en sabores e ingredientes- latinoamericanos . Restaurante Lina, en MadridEstán pensadas para compartir. Con un ticket medio de unos 50 euros , se agrupan en tres apartados en la carta, bautizados Raíces, Esencia y Recuerdos, con propuestas como ‘El escabeche de Lina’ (16 euros), con la que los hermanos recuperan comidas de su infancia a través de una berenjena japonesa en escabeche ligero de cítricos sobre un hummus de semillas de girasol , y con cebollitas encurtidas y una reducción de miel de caña y ron añejo.En Lina además se puede tomar el ‘tupinambo à trois’ (16,50), con este tubérculo cocinado de tres maneras distintas y presentado con boletus guisados y jugo de asado. O el huevo cobarde (15), que se hace a baja temperatura y se sirve -en un huevo de porcelana gigante- con espuma de patata rustida, guanciale ibérico que elaboran en el propio restaurante y corteza suflada. También, unas vieiras Barbados (de allí se trajo el chef la idea), con royal de coco y crema de calabaza (25,50), bondiola de cerdo ibérico con puré de yuca, cous cous ibérico y jugo de jengibre (24) o la merluza a baja temperatura (26), terminada al vapor de lemongrass sobre guiso melosos de verduritas y navajas, ñoquis de ñame, aceite de lima kaffir y cebollino.Hay algún plato más, pero la carta es breve y, entre semana, a mediodía, ofrece la opción de un menú ejecutivo con bebida y café por 35 euros. En cuanto a los postres , igualmente son todos caseros, e incluyen dulces como un membrillo con ruibarbo y cremoso de mascarpone o el plátano con dulce de leche (8 ambos), entre otros.Lina y dos de sus platos, las vieiras y la costilla de angus.En la parte líquida, el restaurante elabora diversos cócteles , entre ellos su muy representativo ‘Lina branca’, con base del argentinísimo fernet, más zumos de pera y lima y sirope de hibiscus (12,50), y una selección de vinos por botella o por copas (desde 3,50) diseñada por Alex Pardo, de Coque y elegido mejor sumiller en 2023, con la consigna de atesorar etiquetas especiales, de pequeños productores o proyectos singulares, muchos españoles y algunos argentinos, como es el caso del salteño de altura The Llama.La impronta de dos décadas dedicadas al ‘fine dining’ del cocinero se evidencia en la presentación de sus platos . El de los Massimino es un restaurante pequeño –solo once mesas– con un servicio cercano, pulcro pero relajado, también en honor a aquella Lina que era «una anfitriona perfecta» y que probablemente hubiera estado encantada con el escaparate de vidrio curvo antiguo que conserva el local, y que los dueños decoran personalmente con evocadoras escenas que irán renovando por temporada.Justamente la estacionalidad podrá motivar cambios o novedades en el menú, advierten ellos, que bautizan a lo suyo «cocina de mestizaje», algo que supone siempre, en esencia y como ejercicio, apelar a la memoria. Restaurante Lina. C/Fernando el Santo, 25, Madrid. Abre de martes a sábado, mediodía y cena. linarestaurante.es

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