El próximo 3 de abril, un día después del estreno de la función ‘Música para Hitler’ en los Teatros del Canal, Kiti Mánver tendrá un encuentro con el público: «Me encanta que los espectadores vean a los actores en vaqueros y descubran lo que hay detrás de un texto, de un personaje. Todo lo que sea conocimiento es enriquecedor ». En esta obra de Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano, la actriz encarna a Francisca Vidal, Tití, «quien siente un amor profundo por un hombre como Pau Casals , que está a un ‘nivel Dios’, en lo artístico y en lo personal, que se enfrenta a una decisión que puede cambiar su vida. La obra demuestra la importancia moral de saber decir no».«¡Qué difícil es hablar de una misma!», exclama la actriz cuando se le pregunta por el rasgo de su personalidad del que se siente más orgullosa: «La insistencia», se decide, al fin, «porque a pesar de los momentos difíciles de esta profesión, nunca me he rendido . Lo más complicado es permanecer. Y si tienes que trabajar en un bingo, pues lo haces. Hay que buscarse la vida y tomárselo todo como un aprendizaje. La constancia es clave». Por eso lucha contra cualquier atisbo de pereza: «Cuando termino una gira acabo diciendo que no quiero hacer nada. Lo único que me apetece es cuidar mi huerto urbano, que es una forma de alimentar mi lado espiritual . Acercarse a la naturaleza es una tendencia natural del ser humano. Hay que aspirar a querer pocas cosas y a conformarse con las que nos unen a la tierra, como plantar un ajo y esperar que crezca. O un tomate. Y luego comértelo, no hay más increíble».TE RECOMENDAMOs estandar No El nuevo ajuste de cuentas de Chiara Ferragni: intentar relanzar un imperio en sus horas más bajas A.B. Buendía estandar No Terelu Campos y su futuro en ‘Supervivientes’, marcados por un cambio de planes en su obra de teatroKiti es un poco escéptica con respecto la paz interior: «Eso es para los monjes budistas . Nosotros, mientras haya desigualdades, nunca la encontraremos. Si no la tiene todo el mundo, no la tiene nadie». Pero, por el contrario, sí cree en los estados alterados del mundo actual: « No puedo con la mentira , ni en cómo se utiliza. No consigo mantener la calma cuando veo a la gente cómo la repite sin darse cuenta». Aunque ya tiene 71 años (reconoce que no le molesta que la llamen ‘vieja’, lo lleva con orgullo: «Estoy muy bien para la edad que tengo»), el tema de la calma es relevante en su vida: «He sido muy imprudente. No me gustaba ser explosiva y decir las cosas como las decía. He necesitado terapia para el control de la ira. Ya no digo las cosas que se me pasan por la cabeza, trato de no ser tan bocazas. No se trata de cortarme sino de mesura».Si hay algo que ha marcado su vida es la maternidad: «Y lo hizo para bien. He aprendido más, he visto el mundo con los ojos de mi hijo . Creces, trabajas la paciencia y muchas cosas que antes ni te habías cuestionado. Estás alerta y de pronto te descubres haciendo cosas que odiabas de tus padres. Te entran miedos, pero todos esos procesos te sirven para crecer, Incluso los errores, siempre y cuando no te quedes colgada de ellos, en plan ‘si yo hubiera…’» Y en amor, Kiti se confiesa una romántica: «Mira que tengo pinta de borrica , pero luego soy de las que llora cuando escucha canciones de amor». Todos tenemos nuestros secretos inconfesables.La foto: Kitita, un rabo de lagartijaEn verdad se llama María Isabel, «pero Kiti no es nombre artístico sino nombre casero, porque mis hermanos mellizos me llamaban Kitita, y al final me quedé con el diminutivo del apodo». Aquella niña era «inquieta, divertida, hiperactiva, aunque por aquel entonces no se decía así, se decía que era ‘rabo de lagartija’.Eran 9 hermanos, «nos los pasábamos de maravilla, pero éramos una pesadilla para nuestros padres. Yo era un poco ‘macho perico’, vamos, que me portaba como un chico. Jugábamos mucho entre nosotros en casa. Siempre he sido muy familiar , mucho más que social, pero también tenía mis amigas. Todavía, cuando voy a Málaga, me reencuentro con dos o tres de ellas y recordamos aquellos tiempos». Su padre, que ascendió a comisario, tenía debilidad por la escritura: «De él me viene la afición a la lectura». Y su pasión por el teatro nació temprana: «Ya en colegio, en Melilla, monté una función que era un montaje a base de chistes ». Incluso llevó los escenarios al bloque de vecinos: «La cuerda del tendedero era el telón de aquellos teatrillos. Todavía hoy, cuando voy de gira, canturreo y me entra la alegría por esos recuerdos».Al llegar a la adolescencia, Kiti se hizo más retraída : «Yo sacaba buenas notas de pequeña, pero al mudarnos a Madrid mis estudios se vieron afectados. Luego, la ciudad me abrió los ojos. Me pasó lo mismo cuando llegué al mundo del teatro. Yo tenía 16 años, venía de provincias y de un colegio de monjas, no sabía nada del mundo. De pronto me topé con un grupo de gente libre. Me impactó . Luego me adapté. Tenía condiciones para la interpretación, pero no formación y me puse a ello».

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